APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 2 -8

viernes, 28 de diciembre de 2012
     149.    El año 1855, a la muerte de la Priora, quisieron que la Madre María Cándida las gobernase hasta nueva disposición de la autoridad eclesiástica, como consta de una carta de la misma Madre escrita el 10 de Septiembre de 1855 al citado D. Juan de Dios Vasco, en que le dice: "Hace días le hubiera escrito, pero no me ha sido posible, pues además de mis muchas ocupaciones, ha muerto la Priora de esta santa casa, y me han cargado, por más que lo he rehusado, con la carga hasta que su Eminencia ordene otra cosa. Todo sea por Dios."

     150.    Había predicho el Señor a la Madre María Cándida que en Toledo padecería más que en Alcalá, y así se verificó, tanto por los padecimientos extraordinarios que el Señor la enviaba, como por los que permitía la causaran las criaturas; pero ella con la gracia del Señor estaba dispuesta a soportarlo todo con ánimo esforzado y lejos de arredrarse deseaba el padecer. En un libro de Meditaciones sacadas de las obras de Fr. Luis de Granada con otras de Santa Catalina de Sena y del B. Enrique Suson, edición de Valencia del año 1817, dejó escrito: "Soy de Sor María Cándida Córdova. Viva Jesús, viva Jesús, viva Jesús, viva su cruz, viva el padecer y el más padecer. Gracias a Dios. Este libro me lo regaló Eustaquio Duro, siendo fámulo del Seminario conciliar de Toledo, el día 9 de Septiembre del año 1854."

     151.    En carta de 10 de Mayo de 1854, escribiendo a su apoderado en Valdepeñas D. Juan de Dios Vasco, presbítero, le decía: "-Yo sigo delicada y me encuentro muy bien con mis padecimientos, por tener alguna cosa que poder ofrecer a mi Esposo Jesucristo. Bendito sea por todo". En el mes de Septiembre de 1857 escribía a D. Manuel Raposo: "Estoy tan enferma de gravedad que me dan congojas que me duran días, que no valgo nada." En otra carta le decía: "Estoy tan delicada que no valgo nada, si no me ayudan... Bendito sea Nuestro Señor que tanto me regala. Toda soy un dolor: me causan grandes congojas, y los médicos no atinan por más que lo procuran; cuanto me mandan es para ponerme peor. Nuestro Señor sabe mejor que todos lo que me conviene, y lejos de aliviarme me pone más agravada; alabémosle. No quiero ni deseo más que su voluntad santísima se cumpla siempre en mí y en todas mis cosas." El 15 de Noviembre de 1859 le escribía: "Tengo gran cosecha que aplicarlas a las almas. Además de mis dolores, que son muchos y muy agudos, se me han hecho llagas en las espaldas y costados; éstas son las que más me atormentan."

     152.    Los enemigos infernales también la martirizaban por lo que trabajaba en la conversión y salvación de las almas. "Por causa de esto -escribía el 1º de Enero de 1860 a D. Manuel Raposo- , me dan unas noches tan malas los del rabo (los demonios). Porque se me parte el corazón cuando veo que se llevan una. Ayer estaba para comulgar y me dieron un latigazo en un brazo que se me levantó ampolla, y como no valgo nada me desmayé; y hoy me lo ha curado mi Hermosura. Bendito sea. Amén." Con fecha 10 de Enero de 1860, decía al mismo D. Manuel Raposo: "El lunes nueve, cuando estaba en el comulgatorio diciendo la confesión, los tiñosos (los demonios) me entraban por la corva derecha clavos que me traspasaban al otro lado y me cogieron los tendones de todo el lado. Fué tan agudísimo el dolor que recibí cuando me sacaron los clavos por estar pegados en la sangre y haber pasado más de una hora hasta que subimos a la celda. Las chicas lloraban viéndome echar un mar de sangre y tener que sacarme los clavos. La Jesús temblaba al sacármelos y yo la dije: ¡Hola! con que tanto tiemblas y sientes el sacármelos. ¡Qué fuera si los tuvieras clavados! Son como cerdas muy gordas. La inflamación va subiendo cada día más."

     153.    Dios nuestro Señor, por otra parte, la enviaba grandes padecimientos exteriores e interiores. Respecto de éstos padecía mucho viendo en espíritu tantos pecados como se cometían, de lo que el Señor se la quejaba y ella no lo podía remediar: padecía más por los pecados de los sacerdotes, principalmente en cuanto a la celebración de la santa Misa;  y a D. Manuel Raposo, exhortándole muchas veces a que rogase a Dios por sus ministros, decía: "-¡Ay, hermano, cuanto tenemos que pedir a Dios para que se aplaque y tenga misericordia de nosotros, porque es muy ofendido de los suyos y está muy irritado con ellos! Porque veo cosas y el Señor me manifiesta que me estremezco al pensarlas. ¡Qué paciencia tan grande es la de Dios que tanto sufre!".
Crucifijo de Madre Cándida
     Y en otra ocasión, con fecha 24 de Septiembre de 1860, escribía al mismo D. Manuel Raposo: "Sigo padeciendo mucho, pero no lo que merezco. Nuestro Señor me trata con mucha misericordia: bendito sea por todo. Si mi buen hermano me viera algunos ratos padecer, no los dolores del cuerpo que son agudísimos, en particular los de las espaldas que las tengo hechas una llaga, sino las aflicciones del espíritu, parece que me muero; y son tan profundos y tan amargos, que sólo el que me los da sabe cuánto es mi padecer, y si no me sostuviera de un modo especial no podría vivir. ¡Qué malo es el pecado! Me lleno de temor y de miedo, sin embargo, que jamás conoceremos su maldad. Jesús mío, ¡cuánto sufres por nosotros! No puedo pensarlo."  

     154.    También los padecimientos exteriores con que el Señor la daba ocasión de merecer eran extraordinarios. "Aunque estoy en grito con los dolores -escribía en 30 de Septiembre a doña Juana Vizcaíno-, no quiero pasar hoy sin ponerte dos cositas... Si me vieras cómo estoy, llorarías: bendigamos al que me pone así." "Se me han extendido los dolores al pecho- la decía el 3 de Octubre-, y me quitan la respiración, me quedo mortal. Tengo tantos modos de padecer que algún día lo sabrás, no son para escritos." "Estoy en un grito -añadía el día 14- con los dolores de los costados y el pecho.... Bien puedes, amada mía, conocer que sólo el gran amor que te tengo me hace escribirte, estando rodeada de almohadas, llorando, sin poderlo remediar, de dolores.  Viva Jesús, que tanto me regala."  "Son  tantos  los dolores, Juana mía -volvía a decirla el 16-, que no tengo parte en mi cuerpo que no padezca: es un continuo milagro viva con tanto padecer. Los dolores del pecho son agudísimos y  los de los costados no me dejan estornudar; los ahogos me dan con mucha frecuencia... Sea bendito y alabado mi Jesús de mi alma que me los da."  El 18 de Noviembre la decía: "Pero, ¡cuánto me regala Nuestro Señor! pichona mía. Tengo los ojos que da miedo verme; parecen sangre lo blanco, con unos dolores agudísimos. Todo sea por Dios." Y el 20 añadía que sentía tal escozor en los ojos que parecía que tenía gusanos en ellos, que no podía rezar más que lo que sabía de memoria, y que también el pecho se la había levantado y sentía en él tales dolores que parecía que se lo abrían. "Voy con la boca por el suelo -la decía el 28 de Noviembre-, por no dejarme enderezar los dolores agudísimos que tengo desde la cintura. He tenido que echar mano de dos muletas y me cuesta mucho dolor cada pasito que doy. Bendito sea el que así me regala."

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APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 2 - 7

jueves, 20 de diciembre de 2012
   138. También tenía la Madre María Cándida como religiosa, para después que se trasladase con sus hijas a Valdepeñas, a doña Juana Vizcaíno, aunque por fin, muerta la Madre María Cándida y diferida por muchos años la traslación de la Comunidad a Valdepeñas, no llegó a serlo.

     139.    Tenía asimismo recibida la Madre María Cándida para religiosa de su convento de Valdepeñas a doña María Juana Díaz y Lima, alma muy favorecida de Dios y muy querida de la Madre María Cándida. Estando un día en oración por la mañana temprano esta doña María Juana pidiendo a Dios la hiciese conocer en qué estado quería que le sirviese, se le presentó el Niño Jesús algo confuso debajo de un dosel y la dijo: "Ve a la Madre Cándida", y ésta había tenido revalación de que el Señor quería que dicha doña María Juana fuese una de las hijas de su fundación. 
   
    140.  El 30 de Septiembre de 1860 tenía la Madre María Cándida, además de la compañera Dolores de Jesús, dos jóvenes admitidas para religiosas de coro, a saber: Sor Luisa de San Rafael y Sor Victoria, y una niña educanda, llamada Dolores, que la Madre María Cándida instruía y educaba con todo esmero, más alguna otra joven para hermana de velo blanco; pero ninguna de ellas llegó a profesar en vida de la Madre María Cándida, porque ésta no tenía facultad para dar profesiones en Toledo.

      141.    Sor Luisa de San Rafael, muerta la Madre María Cándida, prefesó en el convento de Agustinas Concepcionistas de Toledo el año 1864 y era Priora en el año 1876. Entonces en 22 de Marzo del mismo año 1876, obtuvo licencia para pasar al convento de Valdepeñas y fue la primera Superiora de aquel convento, fundado por su cara Madre Sor María Cándida de San Agustín, de la cual ni después de muerta ésta quiso separarse. Al ser recibida entre las Agustinas Concepcionistas, vulgo Gaitanas, de Toledo, tomó el nombre de Sor Luisa del Santísimo Sacramento.
Recipientes de cerámica pertenecientes a religiosas contemporaneas  de Madre Cándida

     142.    Ni faltaron milagros para la admisión o exclusión de alguna que pretendió ser religiosa en la fundación de la Madre María Cándida.
     El día de Santiago de 1860 estaba la Madre paseando por el patio del convento con una pretendienta, llamada María, que la llevaba agarrada del brazo. En esto se presentó la fundadora de la casa con hábito negro y corona de rosas, y empujó a la María y la separó de la Madre, recibiendo la pretendienta un susto muy grande, aunque ella nada vió. Decía también la misma pretendienta que cuando abrían la puerta reglar y estaba ella allí se sentía empujada de los hombros hacia fuera sin ver a nadie. Esta pretendienta se puso enferma, y tuvo que salir, después de ser causa de grandes penas para la Madre María Cándida con motivo de la enfermedad y dificultades para la salida. Al fin, ésta se verificó, recogiendo a la pretendienta su madre en presencia de D. Manuel  Raposo, como la Madre lo había pedido al Señor, en lugar del confesor ausente.
    
     143.    Preocupábase también la Madre María Cándida de reunir, sobre lo poco que tenía ya en Toledo, el mobiliario necesario para su convento de Valdepeñas.
     Estando todavía en Alcalá, decía a la Madre Carlota en la carta citada de 18 de Marzo de 1853: "Ya sabe usted, hermana mía, que voy a poner casa y necesito muchas cositas de ustedes. Diga usted a nuestra amada Madre que, sin andarme con réplicas, tiene que regalarme cuatro corporales ricos, dos vestiduras de copones y dos manteles de altar, que tengan seis varas de largo; esto se lo pido yo, sin perjuicio de lo que ustedes me quieran dar; aunque tengan que hacer algún esfuerzo, es para Nuestro Señor y lo sabe pagar con usuras. Cuanto me den ustedes, hermanas, me tomo; manos a la obra: no tengo vinajeras, ni jarro, ni incensario, ni misales, ni donde los ponen , que no sé cómo se llaman. Dios Nuestro Señor moverá los corazones."
     El 26 de Marzo de 1858 escribía a doña Juana Vizcaíno: "Voy a hablarte con claridad de madre. No tenemos trastos de cocina, y necesitamos de cuanto tú puedas tener; quiero darte lo que valga, y no quita esto para que tú me des lo que quieras. También necesito sillas, sofaes, o confidentes..." No se sabe qué otras cosas más pediría la Madre María Cándida, porque esta carta ha llegado a nosotros incompleta.
Cubertería perteneciente a la fundación

     144.    Sobre la vergüenza que le daba a la Madre María Cándida el pedir, tuvo que padecer no poco con las negativas de algunas personas, a las cuales se había dirigido pidiendo favor y ayuda para su obra.

     145.    Escribió desde Toledo  a Aranjuez a Sor Patrocinio para que hablase al Rey en favor de su fundación y para que la diese alguna cosa para ayuda de la obra, y la Madre vió cómo Sor Patrocinio dijo al Rey todo lo contrario y que antes había y eran otras necesidades que aquella.

    146.    Respecto de otra negativa escribía así la Madre María Cándida en 15 de Septiembre de 1860 a doña Juana Vizcaíno: "Mucha vergüenza me ha dado lo que me cuentas de la Madre Superiora de las Salesas... De lo que te dije me había respondido cuando la pedí un frontal para el altar del Santísimo Niño, el mismo día que recibió mi carta me contestó negándomelo, diciéndome me  daban mucho. Todo sea por Dios; ya no las pediré más.

     147.    Las religiosas del convento de Toledo, que con tan buena voluntad recibieron en su casa a la Madre María Cándida, seguían teniéndola en gran aprecio, como se deduce de algunos actos que se conocen.

    148.    El año 1854 la prestaron una suma de dinero, como consta de la carta que el 9 de Junio de 1854 escribe la Madre a d. Juan de Dios Vasco, presbítero, apoderado suyo en Valdepeñas, en que le dice: "Hace bastantes días escribí a usted suplicándole mandara el dinero que tuviese disponible, encargándole vendiera las diez arrobas de aceite, y no me lo ha mandado ni me ha escrito. Lo siento, porque debo a esta Comunidad quinientos reales y di palabra a la Prelada se los pagaría antes de quince días y se ha pasado más de un mes; aunque no me dicen nada, me da vergüenza".
     
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APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 2 - 6

jueves, 6 de diciembre de 2012
     131.    Mucho trabajó la Madre Cándida por que se zanjase cuanto antes este incidente. "Te hago saber -escribía a doña Juana Vizcaíno el 9 de Octubre de 1860-, que el Consejo de las Ordenes se cree con derecho a llevarnos a Valdepeñas, y así lo han hecho; formarán el expediente. Dios nuestro Señor les premie el gran interés que se han tomado por nosotras: veremos cuando lo manden al Ministerio cuándo lo despachan. Ahora es cuando más necesitamos los empeños para el ministro: acaso don Bernardino no haya entregado la carta del diputado y espere hacerlo ahora. Pidamos a Dios le mueva el corazón." "Todavía no han despachado en el Ministerio -la decía el 17-, lo que han pedido en el Consejo de las Ordenes."

     132.    Siguiendo con interés este expediente se informaba la Madre María Cándida de su curso y, conocida la defensa del señor Arzobispo, decía a doña Juana el 3 de Diciembre: "Veremos lo que contestan la Ordenes; es una pena, culpan al Arzobispo"; y conocida la contestación de las Ordenes, el 10 de Diciembre la escribía: "Veremos lo que responde el Arzobispo a las Ordenes: éstas le piden manifieste los documentos que tenga; no tendrá más remedio que hacerlo, y si no contestaba al tiempo que le señalen, pierda el derecho y no pueda ya reclamar."

     133.    Para acelerar la conclusión de este expediente en lo que a su fundación interesaba, había presentado una instancia la Madre María Cándida y se valía de su apoderado D. Bernardino Tormejón y del diputado a Cortes D. Pedro Vicente Caballero, que residía en Valdepeñas, para obtener cuanto antes la deseada licencia de trasladarse a su convento. "Le entregaron la carta del diputado a Negrete -decía la Madre María Cándida a doña Juana Vizcaíno en 31 de Diciembre de 1860-, hoy creo hace ocho días, y no he vuelto a saber nada... En Dios sólo confío... Hágase y cúmplase la voluntad de nuestro Padre celestial." "No he sabido nada de la respuesta que haya dado Negrete -añadía el 4 de Enero de 1861-, ni creo que D. Bernardino me lo ocultara por mala que fuera. El Diputado me ha escrito muy fino poniendo a mi disposición cuanto tiene; le he contestado dándole gracias. Me ofrece venir a primeros de este mes sólo por servirme y conseguir la Real orden." "Ayer por la tarde volvía a escribir el 8 de Enero- recibí el correo de la Mancha con tres días de atraso y recibí carta de la esposa del Diputado. Me decía había salido su esposo en aquel momento para la corte, resuelto a no descansar un momento hasta conseguir trasladarnos a Valdepeñas; que estaba suspirando por abrazarme con otras muchas cosas cariñosas que manifiestan bien el gran interés que tienen en llevarnos."

     134.    Esta competencia, con los incidentes que la acompañaron y siguieron, fué para la Madre María Cándida causa de muchos padecimientos, gastos y disgustos, entre los cuales se cuenta el de no haber podido conseguir en vida trasladarse a su querido convento de Valdepeñas.

     135.    A la vez que la Madre María Cándida se ocupaba en lo material de la fundación del convento de Valdepeñas, se preocupaba de la formación de las que como religiosas habían de habitarle, tomando para esto como sólida base la vida común perfecta según la Regla de San Agustín que profesaba.
     A doña Juana Vizcaíno, viuda de D. Manuel Torres, que la Madre María Cándida quería que fuese religiosa de su fundación, contestaba el 8 de Junio de 1858 diciendo: "Nuestra vida es común, de modo que una almendra que sea es para todas, sin tener más cuidado que desempeñar cada una donde la obediencia las pone. La Prelada las da cuanto necesitan sin que tengan las religiosas necesidad de pedírselo. No hay entre todas más que una voluntad y un querer.¡Cuántas veces me dirás tú, hija mía: Madre, no me podía yo pensar tanta paz, tanto consuelo y tanta alegría! ¡Bendito sea Dios Nuestro Señor que me ha traído a su casa! Ayúdeme usted a darle gracias, Madre mía." En la misma carta la expone también la Madre la clase de alimentos y horas en que los tomaban la Religiosas, y a petición de la misma le  incluía una "Lista de la ropa que han de traer las que entran en nuestro convento", que juntamente con la carta se conserva.
Medias y colcha de la cama de  M. Cándida

     136.    Con la licencia de la Priora y Comunidad del convento en que habitaba, empezó la Madre María Cándida a recibir algunas novicias para su convento de Valdepeñas, aunque la autorización del Prelado aparece siempre concedida para el convento de Toledo de Agustinas Concepcionistas, vulgo Gaitanas.
       El 10 de Septiembre de 1855 escribía a don Juan de Dios Vasco, presbítero: "Desde que usted me habló de esa señorita, la tengo mucho cariño y deseo trasladarme para tenerla a mi lado. Tengo una novicia que es un ángel, se me cae la baba con ella." Era ésta Sor Luisa de San Rafael, que después de muerta la Madre María Cándida, fué Superiora en el convento de Valdepeñas.

     137.    En 29 de Agosto de 1856 escribía a doña Micaela Gallego: "Sepa usted, hija mía, la quiero desde que nuestro buen paisano (Don Juan de Dios Vasco) me habló de usted... La quiero como si ya la tuviera a mi lado. En todo el mes próximo voy a dar el santo hábito a dos que son de pueblos inmediatos a esta ciudad. Tengo novicias muy buenas. Pida usted, hija mía, a Dios Nuestro Señor nos traslademos pronto a nuestro convento de Valdepeñas para tener el gusto de abrazarla a usted. Reciba usted cariñosas expresiones de mis religiosas."
Mantel preteneciente a  M. Cándida


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UNA INTERVENCIÓN PROVIDENCIAL Y OPORTUNA

sábado, 10 de noviembre de 2012


        Voy a hacer un paréntesis en la publicación de los "Apuntes biográficos sobre Madre Cándida de San Agustín" para hacer público un hecho muy reciente que viene a corroborar la solicitud que siempre tuvo Madre María Cándida, con quienes invocan su ayuda e intercesión.

        La joven C.R.T., de 26 años, muy devota de Madre Cándida de San Agustín, que se encuentra realizando una misión en un país de centro América, había estado colaborando durante varios  días con el párroco de un pueblecito perdido entre montañas. El día 24 del pasado mes, (octubre del 2012),  acabada la misión, emprendió el viaje de regreso a su centro de origen, que se encuentra a tres horas de camino en coche, para ello se dirigió a la plaza del pueblo, donde supuestamente tenía que pasar el único medio de transporte con el que cuentan aquellas gentes. Después de largas horas de espera, el autobús no paró. Esto la obligó a hacer uso de otra forma muy habitual por aquellos lugares: el auto-stop. Subida en el coche, pronto se dio cuenta de la trampa en la que había caído. El conductor enseguida dio muestras de su pretensión, y llegado a una zona boscosa y solitaria, desvió su coche por una carretera secundaria y de escasísima circulación. La joven le rogaba que volviera a la ruta que debería llevarla a su destino, que no cometiera aquella maldad, que no echara a perder su vida cometiendo esa acción que Dios reprueba.  Ella, llena de consternación y angustia, rogaba insistentemente a Madre Cándida de San Agustín, la librara de aquel trance.  De repente, el coche se estropeó haciendo imposible seguir la marcha, y fue entonces cuando ella más se temía que aquel hombre la usara y después acabase con su vida en aquel lugar solitario y sin defensa de nadie. Pero más insistentemente le rogaba a la Madre Cándida, que no la abandonase en aquellos momentos, mientras se agarraba fuertemente a la medalla que de ella llevaba sobre su pecho. Y mientras el hombre desesperado, trataba  de arrancar su auto, un coche, apareció de repente, por la carretera sumamente solitaria; la joven, movida como por un resorte, corrió desesperada y llena de angustia  preguntó: ¿va  para X?, - sí, joven, ¡súbase!. Rápidamente subió al coche aunque con el temor de que  este segundo, estuviera en complot con el primero. Poco a poco fue tranquilizándose al comprobar que era hombre de bien, que la  Madre Cándida le enviaba para sacarla de aquel trance, que era profesor, y miembro de Cursillos de Cristiandad, y que la animó a dar gracias a Dios por tener la suerte de conocer y pertenecer a  la Iglesia. La joven, no salía de su asombro y llena de amor y agradecimiento, alababa a Dios por su constante protección. Llegada a la estación en la que debía tomar otro autobús que la conduciría a su punto de destino, todo el viaje lo hizo llorando de agradecimiento por haberla sacado de aquel trance.
      Cuando esto escribo, aún no se ha recuperado de aquellos malos momentos, solo recordarlo la llena de angustia y dolor,  pero más y más convencida de que la poderosa intercesión de la Madre Cándida de San Agustín, la libró de sufrir tal ignominia.
       Y como nada sucede por casualidad, nos llena de satisfacción poder comprobar que esto ocurría el mismo día 24 de octubre, cuando se cumplían 136 años de la llegada de los restos mortales de Madre Cándida de San Agustín, a su amado convento de Valdepeñas por ella fundado.  

     Ella misma, llena de agradecimiento y amor hacia Madre Cándida de San Agustín, da testimonio de este hecho, para que quede constancia de su poderosa intercesión y animar así, a la extensión de su devoción.

    Por respeto a su intimidad y privacidad, me reservo el dar datos de su identificación personal. 

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APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 2 - 5

viernes, 9 de noviembre de 2012
     124.    Deseosa la Madre María Cándida de trasladarse cuanto antes a su convento de Valdepeñas, acudió de nuevo al Gobierno de Su Majestad la Reina con una solicitud, fechada el 29 de Marzo de 1859, pidiendo la licencia para la traslación y la reducción de la renta a la cuarta parte de los 8.620 reales que se le habían pedido, obligándose para más adelante a dar la diferencia; pero por toda contestación se la dijo que se cumpliese lo dispuesto en las Reales órdenes de 24 de Mayo de 1853 y 22 de Junio de 1857.

     125.    Sumamente preocupada estaba la Madre María Cándida con la idea de adquirir el papel del Estado que produjese dicha renta de 8.620 reales, el 28 de Marzo de 1858, evacuando una consulta, escribía a doña Juan Vizcaíno: "-Di a la señra viuda, la que te ha dicho que me hables, que Dios Nuestro Señor la quiere para monja y para beata no; que venga y hablaremos lo que quiera; dila la encomiendo a Dios y tengo el mayor interés por su bien. ¡Ay, hija mía, ojala nos diera para tomar el papel, en lo que daría ese culto a Dios, que sería recompensado con interés!" Por fin, después de muchas oraciones, el día de San Agustín del año 1859 oyó en la comunión que el Señor la decía: "-A últimos de este mes te darán para que compres el papel para la fundación." La Madre se lo dijo a sus hijas, y estando esperando con ansia a ver quién se lo daba, por donde menos pensaban se les presentó un señor que se lo dió. Se quedaron todas admiradas, llenas de gozo y alegría, dando gracias al Señor y exclamando: "Pero, Madre, ¡cuánto bien nos ha venido por este señor! ¡Quién diría que por ahí nos había de venir el remedio!", y otras cosas semejantes. Dicho señor era D. Manuel Rapaso, como consta de una carta del mismo a la Madre María Cándida, que se conserva en el convento de Valdepeñas y tiene la fecha de 29 de Agosto de 1859.

     126.    Adquierido el papel del Estado, a que se refiere el artículo precedente, por D. Bernardino Tormejón, abogado del ilustre Colegio de Madrid y apoderado de la Madre María Cándida, presentó éste un escrito al Gobierno de Su Majestad, en 9 de Octubre de 1859, diciendo que ya tenía 496.000 reales en títulos de la deuda, llamada diferida, para mayor renta de la que a la Madre María Cándida se había pedido para la fundación, y se le contestó que hiciese el depósito de dichos títulos en el Ministerio de Hacienda, para que éste dispusiera los pagos a favor de la Priora de la Comunidad; pero ese depósito no llegó a realizarse, como aparece de las cartas del mismo D. Bernardino a la Madre María Cándida y a la sucesora de ésta la Madre Dolores de Jesús.

     127.    Grandes contrariedades tuvo que vencer la Madre María Cándida en esta fundación. "Le aseguro a usted, hija mía -había escrito el 6 de Octubre de 1858 a la Madre Carlota-, ha sido tan combatida , y aun de personas que parece imposible, pero lo estoy palpando; en lo que se conoce la gran guerra que les han de hacer (a los demonios) las que habiten mi convento de Valdepeñas cuando todos son obstáculos. Pidamos, amada mía, sin cesar, a Nuestro Señor me abra puertas. Todo lo hace el dinero para estas gentes.Ve usted cómo el Sr. Gutiérrez no ha hecho nada, y si él hubiera querido ya estaríamos en Valdepeñas."

     128.    Los mismos enemigos infernales la hicieron guerra directa. La noche del 21 al 22 de 
Septiembre de 1859 hicieron padecer mucho a la Madre y la dieron el siguiente encargo para una persona que la ayudaba en la obra de la fundación: "Di a ese pícaro F. que de ninguna manera diga nada a esa persona que te da ni menos lo que Dios te ha ordenado, porque lo que  ha hecho con lo que te ha dado ha sido para hacernos gran guerra. Vas a encerrar almas que van a ocupar las sillas que perdimos por nuestra soberbia. Mira que le vamos a armar un lazo al pícaro traidor de F. que no se escapará; así que se calle y no la manifieste nada a esa persona lo que Dios la ha ordenado. Eso la vale gozar lo que nosotros perdimos. Mándaselo, mándaselo, que no la manifieste la voluntad de Dios; caro le va a costar, si la habla; dile también, que es nuestro enemigo, y nos la ha de pagar." Estas amenazas diabólicas iban dirigidas contra D. Manuel Raposo, aunque éste, por modestia, ocultó su nombre en sus Apuntes sobre la vida de la Madre María Cándida de San Agustín, y la persona que daba dinero a la Madre Cándida era la Marquesa de Noguera, doña María Pilar Osorio. 
Reclinatorio de Madre María Cándida que se conserva en el convento de las Gaitanas.
     129.    De Septiembre a Noviembre de 1859 estuvo D. Cesáreo Humarán en Valdepeñas para continuar las obras del convento. Se terminaron el coro alto con sus rejas, el bajo con la suya y ventanilla del comulgatorio, la sacristía con su cajonera, el torno, el confesionario, la puerta reglar y los locutorios con torno par la demandadera; se acabaron de poner las puertas y cerraduras, rejas y ventanas y se dió fin al blanqueo y embaldosado, volviéndose D. Cesáreo a Toledo a fines de Noviembre. Prosiguieron las obras el año 1860 desde Septiembre hasta últimos de Noviembre bajo la dirección del mismo D. Cesáreo, que residió durante ese tiempo en Valdepeñas, y quedó el convento dispuesto en lo necesario para recibir la visita gubernativa e inmediatamente las religiosas.


     130.    Parecía que con esto estaban ya vencidas todas las dificultades que se oponían a la traslación de la Madre María Cándida de San Agustín con sus religiosas al convento fundado en Valdepeñas; pero había resucitado otra con el pleito sobre competencia de jurisdicción entablada el año 1855 por las Ordenes Militares contra el señor Arzobispo de Toledo, por hallarse Valdepeñas en territorio de la orden de Calatrava. Con fecha 7 de Marzo de 1860, el Decano del Tribunal de las Ordenes recurrió al señor Arzobispo reclamándole la jurisdicción sobre Valdepeñas, y, por consiguiente, el derecho a intervenir en la traslación de la Madre María Cándida y sus religiosas al nuevo convento fundado en dicha villa, que decía competir al Gran Maestre y Tribunal de su representación. El eminentísimo señor Cardenal Arzobispo contestó en 16 de Abril negando que las Ordenes Militares tuviesen tal jurisdicción sobre Valdepeñas y manifestándose dispuesto a sostener su jurisdicción ordinaria como la habían ejercido sus antecesores.

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                                                               MM. Agustinas
                                               13300 Valdepeñas (Ciudad Real)
                                                                 - ESPAÑA -
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APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 2 - 4

     113.    Todos la daban algo, de toda clase de personas; había pobres que la daban hasta cuatro cuartos, que ella recibía con grandes muestras de gratitud; pero cuando alguna persona, llevada de buen deseo, daba más de lo que podía, sabía, después de agradecer la buena voluntad, devolvérselo hasta milagrosamente. Tal sucedió con una señora Isabel, mujer de un señor Sampayo de Villa del Prado, que dió de limosna a la Madre tres pesetas y después las encontró en su casa debajo de una taza en el vasar.
     Y así hizo el convento de Valdepeñas, como el Señor se lo mandó.

     114.    Se habían empezado las obras de la fundación de Valdepeñas el año 1853 y en 10 de Enero de 1854 mandó el eminentísimo señor Cardenal Arzobispo a la Madre María Cándida que hiciese esta fundación y empezase las obras: continuaron éstas en 1854, como habían empezado en 1853, bajo la dirección de D. Juan Alfonso de Castro, que hacía los pagos sin expresar que los fondos los recibía de la Madre María Cándida de San Agustín; pero la falta de pago a los operarios y las quejas de éstos fueron causa de que la Madre mandase para dirigir las obras a su confesor D. Cesáreo Humarán, quien llegó a Valdepeñas en Febrero de 1855, pagó los atrasos, tranquilizó los ánimos y dió nuevo impulso a las obras.

     115.    En 10 de Febrero de 1855 había obtenido la Madre del Superintendente de los Conventos de Religiosas del Arzobispado de Toledo, licencia para la adquisición del local y obras realizadas mediante la venta de los bienes que la habían correspondido de la testamentaría de su padre, y el 20 del mismo mes la hizo cesión de dichas obras y local el citado señor D. Juan Alfonso de Castro.

     116.    En 21 de Mayo de 1853 habían solicitado cinco concejales del Ayuntamiento de Valdepeñas la suspensión del expediente de fundación, que no pudieron conseguir, y el Ayuntamiento, en dos ocasiones distintas, pidió el año 1855 la traslación de la Madre María Cándida de San Agustín, con sus religiosas, a Valdepeñas, que no les fué concedida por no cumplirse la Real orden de 24 de Mayo de 1853.

     117.    El mismo año 1855, por Real orden de 21 de Mayo, se mandaron suspender las obras de la fundación hasta ver con qué fondos y autorización se hacían, comisionando el Consejo de las Ordenes al párroco D. Vicente Mejía para formar el expediente de cumplimiento de dicha Real orden. El 25 de Noviembre se dió otra Real orden prohibiendo la edificación para convento y, paralizadas las obras, D. Cesáreo Humarán se volvió a Toledo.

     118.    No se desalentó por eso la Madre María Cándida. En Febrero de 1856 fué de nuevo a Valdepeñas D. Cesáreo Humarán para continuar las obras. Pidió el mismo año la Madre la revocación de las Reales órdenes que las suspendían y la obtuvo el 13 de Diciembre. Pidió también el 15 del mismo mes de Diciembre de 1856 licencia, que ya había intentado conseguir de la Reina con memorial dirigido a ella con fecha 6 de Octubre, para trasladarse a su nuevo convento; pero se la contestó que se cumpliese la Real orden de 24 de Mayo de 1853.
    
     119.    Con motivo de esta respuesta, se examinaron los documentos, y se vió que la fundadora no era propietaria, sino sólo usufructuaria de lo comprado con los fondos de la fundación, siendo el propietario D. Juan Alfonso de Castro, de quien con no poco trabajo se consiguió que en escritura de 19 de Febrero de 1857 declarase que la compra del solar y la reedificación de convento se habían hecho con fondos pertenecientes a la fundación, suministrados por la Madre María Cándida de San Agustín. También el Ayuntamiento de Valdepeñas, con escritura de 16 de Abril de 1857, a cambio de una parte de terreno llamado la Lonja o Glorieta, cedió al nuevo convento la iglesia que había sido de los Padres Trinitarios Descalzos de Valdepeñas. La carta de pago y finiquito de la cantidad de 32.000 reales en que fueron vendidos el solar y escombros del antiguo convento de Trinitarios Descalzos se otorgó ante el escribano D. Juan Antonio García en 29 de Mayo de 1857. Y con estas diligencias quedó cumplida una de las principales condiciones que exigía la Real orden de 24 de Mayo de 1853 para autorizar la fundación.

Fachada norte y Glorieta 


     120.    Solicitó también la Madre María Cándida de su Majestad la Reina que la renta de 12.000 reales que exigía la Real orden de 16 de Diciembre de 1853 para la fundación, se redujese a 6.000 reales y consiguió en 22 de Julio de 1857 quedase reducida a 8.620 reales, que era la renta que tenían asignada los demás conventos; pero no tenía la Madre la correspondiente cantidad de papel del Estado que pudiera producirla y era necesario adquirir.

     121.    En 31 de Diciembre de 1857, confiada absolutamente en la divina providencia, pidió dispensa de la constitución de dicha renta y la Real orden para trasladarse a su convento de Valdepeñas, pero en 20 de Enero de 1858 se le negó la gracia solicitada.

     122.    Don Cesáreo Humarán, que había vuelto a Toledo en Septiembre de 1856, fué de nuevo a Valdepeñas en Febrero de 1857 y, además de conseguir dejar asegurada la propiedad del convento, dió nuevo impulso a las obras. Tuvo que ausentarse a principios de Agosto por haber sido nombrado Beneficiado; pero volvió en Marzo del año siguiente 1858, y en pocos meses, pues marchó a Toledo en Junio, consiguió de los artistas que terminasen en cuanto a lo más necesario las obras. Quedaban concluidas doce celdas, coros alto y bajo, sacristía, sala de labor, refectorio alto y cocina, torno, dos locutorios, varias oficinas y una fuerte cerca que aseguraba la clausura.


Convento de Agustinas tras la ocupación de los presos en la guerra de 1936.  Fachada sur.
     123.    En este mismo año 1858 solicitó la Madre María Cándida de la Santa Sede facultad apostólica para la erección canónica de su convento de Valdepeñas, y el Cardenal Prefecto de la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares, antes de proveer, pidió informe al Arzobispo de Toledo y al Nuncio de Su Santidad en España. Ambos le dieron favorable, el señor Arzobispo en 21 de Noviembre de 1858, previo el del Superintendente de los conventos de Religiosas de 26 de Septiembre de 1858, también favorable, y el señor Nuncio en 9 de Febrero de 1859, después de oir al mismo señor Arzobispo que le había contestado el día antes. Con estos antecedentes la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares concedió la facultad para la erección del convento con votos simples, encargando de su ejecución al citado señor Arzobispo de Toledo, el 8 de Abril de 1859; pero después, antes de la profesión de las primeras novicias en el convento de Valdepeñas, se consiguió con rescripto de 19 de Enero de 1877, ejecutado en 15 de Febrero del mismo año, que los votos fuesen solemnes.

APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 2, 3

martes, 30 de octubre de 2012
     106.    La recibieron muy bien las religiosas, escribiendo después ella, el 21 de Noviembre, a D. Manuel Raposo, residente en Madrid: "Viva Jesús. -Mi venerado Sr. Manuel, en el sagrado Corazón de nuestro adorado Jesús. Me fué doloroso no poder avisar a usted para que viniera a verme. Aquí me tiene usted en esta santa casa. Hacen tan grande aprecio de mi, que estoy llena de confusión conociendo no lo merezco: se desviven en obsequiarme. Sea nuestro Señor bendito por todo. Amén."

     107.    Había avisado el Señor anticipadamente a la Madre María Cándida que en Toledo la darían para hacer la fundación de Valdepeñas, pero también que tendría que padecer mucho por envidia que la habían de tener y por las grandes críticas que la harían toda clase de personas. Pasado bastante tiempo la dijo el Señor: "-Escribe a Doña Fulana que te de para la fundación, que la prometo larga vida y una feliz y dichosa muerte". La escribió la Madre, y ella contestó primero que no podía hacerlo; pero a instancia de Sor Dolores volvió a escribirla, y luego entregó a D. Cesáreo Humarán, confesor de la Madre María Cándida, una gruesa cantidad de dinero para principiar la obra, y siguió dando hasta que murió cristianamente.

     108.    Y no dejó el Señor de confirmar a esta señora con algún milagro en su buena voluntad de ayudar a la fundación de la Madre María Cándida. Una vez a su doncella dijo:  "-Lleva esos diez mil reales y entrégaselos a la Madre Cándida"; mas enterándose la doncella de lo que recibía, dijo: "-Señora, aquí hay diez y seis mil. No bien había bajado la escalera la doncella cuando la señora salió a llamarla y la dijo: "-Toma, hija, que estoy muy cierta que no he puesto yo más que los diez mil reales, y estos seis mil el Señor los ha aumentado; prueba que se los quiere dar a la Madre." Y a la verdad, hacían falta a la Madre para un pago urgente de veinte mil, y los cuatro mil que faltaban se los dió otra señora, también de un modo milagroso.

Casulla y alba donada a la Madre Cándida
 para su fundación
     109.    Pasado esto vino un caballero al convento preguntando por la Madre Cándida, quien salió a recibirle acompañada de Sor Dolores. Al verla dijo el caballero: "-Señora, vengo porque una voz me ha dicho muchas veces: ve a Toledo y da a la Madre Cándida lo que necesite para la fundación. Y yo vengo a que me diga usted lo que quiere." Quedó la Madre parada al oirle, porque no le conocía, pero le dijo:  "-Señor,  de todo hace falta", y él añadió: "-Pues vaya usted pidiendo."  Consultando la Madre a Sor Dolores pidió varios ornamentos, vasos sagrados, candeleros y algunas imágenes para el culto, a saber: las de San Agustín, Santa María Magdalena y Santa Mónica; pero el caballero dió además cinco mil duros, y después, por algún tiempo, dió cuarenta mil reales anuales. Era este caballero D. Francisco de las Herrerías, del cual se conservan varias cartas dirigidas a la Madre María Cándida en los años 1854-1856 y en varias veces, además de los objetos sagrados, llegó a dar hasta 187.000 reales, como consta de una "Nota de limosnas recibidas" para la fundación de dicho convento, firmada por D. Cesáreo Humarán en 2 de Enero de 1861.


Custodia e incensario donado  para la fundación
                                                        
    110.    Cuando estaba la Madre María Cándida en la fuerza de la obra del convento y había empleado  ya en ella sumas considerables, que la habían dado diversas personas, vino un sujeto de las Américas, único que quedaba de tres hermanos muy ricos, el cual deseaba hacer alguna fundación de religiosos o religiosas que las encomendasen a Dios. Llegado a España y andando por Madrid indagando algo conducente a la ejecución de su deseo, llegó a saber que en Toledo había una religiosa que estaba edificando un convento. Se informó, fué allá, y entrando en la iglesia del Convento de Agustinas, en que vivía la Madre María Cándida, estaba observando las imágenes, cuando la Madre, que desde el coro le veía, oyó que la decía el Señor: "-Sal y ve al locutorio, que ese viene a buscarte, que le envío yo." Puesto en comunicación con la Madre expuso el motivo de su viaje y dió grandes cantidades para las obras, y además para ternos, albas, cálices, incensarios y para todo cuanto la Madre le dijo. Vió también allí a la novicia Sor Luisa de San Rafael, que tenía velo blanco, y preguntó por qué aquella tenía el velo blanco   y las demás le tenían negro; y contestándole que porque era novicia, volvió a preguntar si tenía dote, y    diciéndole  que no, dió para su dote lo que le indicó la Madre. Por fin preguntó a ésta si necesitaba alguna cosa más, y ella contestó que no, dándole por todo gracias muy expresivas y quedando en encomendarle mucho a Dios y tenerle siempre presente en sus oraciones. Al despedirse dijo que se iba más gozoso y contento que si fuese él el que lo había recibido, que daba muchas gracias a Dios por haberle proporcionado ver cumplidos sus deseos, y que se retiraba llena el alma de un gozo y consuelo tan grande que no lo podía explicar. Cuando se volvió a su casa, tuvo un viaje feliz, y la Madre supo cómo había llegado con bien.

     111.    Más adelante llegó a deber la Madre al albañil o maestro de obras más de 30.000 reales por materiales y mano de obra; el maestro los pedía a la Madre y avisaba que el sábado siguiente los recogería. Se puso la Madre muy apurada, porque no los tenía ni quien se los diese, y manifestó este apuro a sus hijas. Entonces Sor Luisa de San Rafael dijo: "-Madre, voy a poner una bolsa a la Virgen del coro para ver si nos da para pagar, y estaré con cuidado para que no nos lo cojan las de casa." Y la Madre, viendo tanta sencillez y confianza, condescendió con que se la pusiera;  no hacía después Sor Luisa más que ir y venir a ver si la bolsa tenía dinero, y volvía triste porque no lo tenía. Al día siguiente, en el coro, después de la comunión, oyeron todas que echaban dinero. Sor Luisa pensaba que era en la bolsa  que había puesto a la Virgen; las religiosas de la casa miraban, y no sabían dónde caía, y la Madre, sintiendo que caía en su faltriquera, disimulaba como si nada oyera y pasaba mucha vergüenza. Apenas salieron del coro y se fueron  a desayunar, dijo Sor Luisa: "-Madre, ¿quiere usted que vaya a ver la bolsa?; porque he oído que han echado dinero mientras la misa; no nos los cojan." "-Sí, anda, ve" -contestó la Madre riéndose de su inocencia. Fué, y no halló nada. Tomando ya el chocolate, dijo la Madre María Cándida a sus hijas: "Hijas mías, el dinero que han echado, efectivamente, lo tengo yo en la faltriquera; pero no digáis nada a nadie." Lo sacó, y vieron que todo estaba en oro, en onzas, medias onzas y monedas de cuatro duros de Fernando VI y Carlos IV y una barrita cuadrada de unos cuatro dedos de larga. Cuando fué el médico le dijo la Madre:  "-A ver, Don F., ¿qué podrá valer esto?"- enseñándole la barrita. Viendo el médico el oro tan bueno y fino, dijo: "-Yo me la llevaré, y le traeré a usted lo que vale." Trajo 8.000 reales que valía y se quedó con ella. Contaron lo demás, y hallaron entre todo la cantidad precisa para pagar al albañil lo que la Madre le debía. El confesor que tenía entonces la Madre la pidió algunas monedas de éstas, dándole otras del mismo valor, y las guardó por reliquia, que era un oro muy superior y diferente del que circulaba.  

Virgen del coro del convento de las monjas Agustinas "Las Gaitanas" 

     112.    En otra ocasión estaba la Madre María Cándida muy triste, porque tenía que hacer un pago de 10.000 reales, que de un día para otro le vendrían a pedir, y no los tenía. Por la tarde del día que en que se había de hacer el pago fué un señor de un lugar distante de Toledo, más de cien leguas, a visitar a la Madre, y al verla preguntó: "-Madre, ¿que tiene usted, que está triste?" Y conocida la causa, dijo: "-No se apure usted, que aquí estoy yo." La dió lo que llevaba consigo, dos mil cuatrocientos reales, y a los pocos días mandó otros diez mil.

APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 2, 2

martes, 23 de octubre de 2012
     97.    Entretanto, la Madre María Cándida, con fondos de las limosnas recibidas, hizo que don Juan Alfonso de Castro comprase a doña María del Pilar Escobar y a su hijo D. Antonio Montalvo, todo el terreno y escombros del antiguo convento de Trinitarios Descalzos, excepto la iglesia, con sus dependencias, que ya eran propiedad del pueblo, en la cantidad de 32.000 reales, en parte pagaderos a plazos, otorgándose la escritura de venta en 28 de Febrero de 1853, a favor de dicho Sr. D. Juan Alfonso de Castro, que cedió el usufructo a la fundadora y sus sucesoras, sin expresar que la compra se hacía con dinero de la misma fundación. El Ayuntamiento, por su parte, estaba dispuesto a ceder a la fundadora y a sus sucesoras la propiedad de la iglesia, que en Diciembre de 1846 había adquirido del licenciado don Alfonso Sánchez Montalvo, por la cantidad de 10.600 reales.

     98.    Sabedora también la Madre María Cándida del dictamen del Fiscal de la Real Cámara Eclesiástica, D. Juan Martín Carramolino, emitido el 25 de Abril de 1853, procuró interesar los buenos oficios del eminentísimo Pro-Nuncio de Su Santidad en España, con atenta carta que le escribió en 9 de Mayo para que, no obstante ese dictamen, se diese por el señor ministro de Gracia y Justicia la Real orden deseada autorizando la fundación.

     99.    El mismo año 1853, en 6 de Agosto, solicitó la Madre María Cándida del mismo eminentísimo Cardenal Brunelli, Pro-Nuncio de Su Santidad en España, facultad apostólica para retener con tranquila conciencia, llegado el caso, la posesión de la iglesia y solar del que fué convento de los Trinitarios Descalzos de la villa de Valdepeñas, con el fin de fundar allí un monasterio de religiosas bajo la regla de San Agustín, que además de sostener en él culto divino, se dedicasen a la enseñanza y educación cristiana de las niñas.

     100.    Hacía ya nueve años que la Madre María Cándida de San Agustín andaba delicada, pero se hallaba tan bien con sus padecimientos, que no quería salud; sin embargo, el mismo año 1853, con licencia de la Santa Sede, previo informe favorable del eminentísimo señor Cardenal Arzobispo de Toledo, fué trasladada por motivos de salud, en unión de su compañera Sor Dolores de Jesús, al convento de Agustinas de Nuestra Señora de la Concepción, llamadas comunmente Gaitanas, de la ciudad de Toledo, las cuales, en 24 de Septiembre de 1853, habían dado unánime consentimiento a la solicitud de la Madre María Cándida.

     101.    Se verificó dicha traslación el 28 de Octubre del mismo año,  como consta del citado "Libro de las Señoras Religiosas que fallecen" del Convento de Agustinas Magdalenas de Alcalá. En este libro, en vez de las partidas de defunción, se dice de Sor Dolores de Jesús: "Esta se trasladó al Combento de Gaytanas de Toledo en virtud de un Breve Apostólico el día 28 de Octubre de 1853", y de la Madre María Cándida: "Esta también se trasladó al Combento de Gaitanas de Toledo en virtud del Breve Apostólico el 28 de Octubre de 1853". En el "Libro de Entradas y Profesiones de Señoras Religiosas" del mismo convento, al pie de las profesiones de dichas religiosas se repite la misma noticia, y en la de la Madre María Cándida expresamente se dice: "Salieron de aquí día 28 de Octubre de 1853".

     102.    Mucho tuvo que padecer la Madre María Cándida con motivo de esta traslación. Todos los amigos, sacerdotes y seglares, que antes la favorecían y se mostraron muy afectos, se la volvieron contrarios, y lo mismo la sucedió con las religiosas de su convento. La misma noche, antes de la salida, como ya había mandado el equipaje, tuvo que dormir sentada en cualquier parte y arropada, ya bien entrado el otoño, solamente con la ropa que tenía puesta.

     103.    De Alcalá llegó a un parador que estaba fuera de Madrid a la Puerta de Alcalá. donde fueron a verla las personas que lo supieron; dijeron después estas que de la pena y disgusto que había experimentado la Madre Sor María Cándida al salir del convento, del cansancio del camino, porque había estado enferma y se hallaba muy débil, y de la molestia de la mucha gente que fué a verla, estaba tan decaída que apenas podía hablar.

     104.    Luego pasó a Getafe, y de allí a Illescas, a un convento de religiosas, donde, habiéndose sabido que iba, la esperaba mucha gente en la calle. Apenas la vieron empezaron a decir: "-¡La Santa, la Santa!", y a suplicarle que rogara a Dios por ellos; y ella decía: "-¿por qué dicen eso y viene tanta gente? ¿Adónde está la Santa?" Entraron en el convento ella y su compañera Sor Dolores de Jesús y se encontraron con una Comunidad de religiosas, en que reinaba el espíritu de pobreza, observancia y caridad de Cristo. A pesar de la gran pobreza y escasez de recursos y de lo ruinoso que tenían el convento, obsequiaron mucho a la Madre María Cándida y la querían dar cuanto tenían para ayudarla a la fundación de su convento. Estuvo allí la Madre María Cándida muy contenta, y después no lo podía recordar sin mucho consuelo de su alma y alabanza de la perfección y caridad que había encontrado.



Puerta de la iglesia del Convento de Nuestra Señora de la  Concepción
  
Interior de la iglesia del Convento de Nuestra Señora de la Concepción. 
      105.    Fué después a Toledo al Convento de Agustinas Concepcionistas, vulgo Gaitanas, donde la esperaba también mucha gente en la iglesia y portería para abrazarla; pero ella se apeó del coche, entró derecha al presbiterio,  y cuando la gente quiso recordar, se entró en la clausura por una puerta que había detrás del altar mayor.

APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 2, 1

martes, 16 de octubre de 2012
                                                   II

VIDA RELIGIOSA DE LA SIERVA DE DIOS SOR MARÍA CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN EN TOLEDO.- FUNDACIÓN DEL CONVENTO DE AGUSTINAS DE VALDEPEÑAS

     87.    Había dicho siendo muy niña la Madre María Cándida que fundaría un convento de religiosas en Valdepeñas, y siendo religiosa dijo a Sor Dolores, muchos años antes de comenzar la fundación, que el Señor la había manifestado que habían de hacerla las dos, siendo dicha Sor Dolores su compañera en todo, y que este favor era el mayor que el Señor había hecho en toda su vida a Sor Dolores.

      88.    Acercándose el tiempo de la fundación volvió a recordar a Sor Dolores lo que el Señor quería acerca de este asunto, añadiendo: "Y quiere que tú me acompañes y seas mi Cirineo: ¿podrás beber el cáliz que yo beba?" Sor Dolores contestó que estaba dispuesta a todo lo que el Señor exigiese y que hasta la muerte y más allá no se separaría de ella.

     89.    Mandando después el Señor a la Madre María Cándida que procediese a hacer dicha fundación, todos sus apuros eran cómo la habían de hacer ella y su compañera; ésta, animándola, la decía: "El Señor te lo manda, pues Él te lo dará."

     90.    Siendo Priora en Alcalá, presentó la Madre María Cándida un escrito al Ayuntamiento de Valdepeñas pidiendo autorización para fundar allí un convento de religiosas Agustinas, autorización que le fué fácilmente concedida, porque el pueblo, que ya había adquirido la iglesia del antiguo convento de Trinitarios Descalzos, deseaba que, aprovechando el solar y escombros de dicho convento, se fundase allí un monasterio de religiosas dedicadas a la enseñanza de las niñas.

En primer plano, iglesia de la Asunción y al fondo, fachada del Ayuntamiento.  

     91.    Obtenida esta licencia, empezó la Madre María Cándida a recoger limosnas con destino a esta fundación; y eran tantas las que recibía, que dentro y fuera de su convento de Alcalá se levantaron contra ella grandes envidias, hasta el extremo de ser acusada por esto ante el Vicario General de Alcalá.

     92.    Fué éste al convento, y llamando a la Madre, la reprendió severamente en alta voz, con palabras muy ásperas y pesadas; acercóse Sor Dolores, compañera de la Madre, al locutorio, temerosa de que la sucediese algo a causa de tan dura reprensión, y fué también ella fuertemente reprendida y echada a gritos del locutorio. La Madre estuvo todo el tiempo con la vista en el suelo, sin contestar palabra y con gran tranquilidad;  y el Vicario General, que tan mal la había tratado, al ver tanta paciencia, cambiando de tono, la dijo: "-Estará usted inocente, mas no obstante, para usted será el bien. Yo, por mi parte, la faculto a usted y la doy mi licencia para que reciba las limosnas y las gaste para lo que son." Esto lo dijo en voz alta, de modo que lo oyeron las personas que estaban fuera, incluso la religiosa que había dado causa a la acusación. Cuando salió la Madre del locutorio le dijo la Madre Dolores de Jesús: "-Bienaventurada eres, porque padeces persecución por la justicia", y a los pocos días el mismo Vicario General escribió a la Madre diciendo: "-Hija mía, obre usted con mucha prudencia, porque me sofocan por dentro y por fuera."

     93.    San Felipe Neri la dijo también en Alcalá: "-Mira, en todas las vidas que van escritas hasta ahora, ninguna ha padecido tanto como tú por envidia de las criaturas."

     94.    El año 1852, con fecha 16 de Agosto, el Ayuntamiento de Valdepeñas, por conducto del eminentísimo señor Cardenal Arzobispo de Toledo, presentó una exposición a la Reina, solicitando permiso para fundar en la villa un convento de religiosas Agustinas, con destino a la educación y enseñanza de niñas, bajo la dirección de la Madre Sor María Cándida de San Agustín. A ésta ya le había autorizado el eminentísimo señor Cardenal Arzobispo de Toledo para aceptar esta fundación. La Real Cámara, el 18 del mismo mes de Agosto, pidió informe al Gobernador civil de Ciudad Real, que le dió favorable el 16 de Septiembre, y el 3 de Octubre fué consultada la Curia eclesiástica de Toledo acerca de los medios con que contaba la fundación. La Curia eclesiástica, previo informe del Ayuntamiento, que con el vecindario se comprometía a costear los gastos del culto, capellán, sacristán, enfermería y primeros gastos del edificio, evacuó favorablemente la consulta el 27 de Febrero de 1853. La Madre María Cándida, en carta de 18 de Marzo de 1853, decía a la Madre Carlota, religiosa de las Salesas Reales de Madrid: "Mi fundación está para despacharse y espero diga usted a su Señor hermano se interese cuanto pueda por su buen éxito."

     95.    La Real Cámara pidió luego dictamen al Ministerio fiscal el 23 de Marzo de 1853 y éste opinó el 25 de Abril que faltaban las condiciones de perpetuidad y de renta, que se debía pedir licencia a Su Majestad para recaudar fondos, que se debía  adquirir el local, edificar el convento y comprar la renta de 12 a 16.000 reales, y que después debían acreditarse las buenas condiciones del edificio, acompañarse los estatutos por los cuales se había de regir la Comunidad y expresarse el número de religiosas que habían de componerla con el aproximado de niñas internas y externas que podrían recibir instrucción.
     De conformidad con este dictamen, se dió la Real orden de 24 de Mayo de 1853, por el ministro de Gracia y Justicia, y fué comunicada por el eminentísimo señor Cardenal Arzobispo de Toledo el 6 de Junio al Ayuntamiento de Valdepeñas para que la cumpliese, si deseaba obtener la fundación.

     96.    Por medio del mismo señor Cardenal Arzobispo representó al Gobierno el Ayuntamiento los invonvenientes de las condiciones impuestas y la inseguridad del permiso, aunque todas se cumpliesen, y garantizó lo necesario con tal que se diesen la Real orden asegurando la fundación. El Gobierno contestó con Real orden de 16 de Diciembre de 1853, comunicada al Ayuntamiento por medio del Cardenal, modificando alguna de las condiciones, pero dejando en vigor la reedificación del convento y constitución de la renta de 12.000 reales para gastos del culto, capellán y enfermería.

        

Valdepeñas,vista general