APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 2, 3

martes, 30 de octubre de 2012
     106.    La recibieron muy bien las religiosas, escribiendo después ella, el 21 de Noviembre, a D. Manuel Raposo, residente en Madrid: "Viva Jesús. -Mi venerado Sr. Manuel, en el sagrado Corazón de nuestro adorado Jesús. Me fué doloroso no poder avisar a usted para que viniera a verme. Aquí me tiene usted en esta santa casa. Hacen tan grande aprecio de mi, que estoy llena de confusión conociendo no lo merezco: se desviven en obsequiarme. Sea nuestro Señor bendito por todo. Amén."

     107.    Había avisado el Señor anticipadamente a la Madre María Cándida que en Toledo la darían para hacer la fundación de Valdepeñas, pero también que tendría que padecer mucho por envidia que la habían de tener y por las grandes críticas que la harían toda clase de personas. Pasado bastante tiempo la dijo el Señor: "-Escribe a Doña Fulana que te de para la fundación, que la prometo larga vida y una feliz y dichosa muerte". La escribió la Madre, y ella contestó primero que no podía hacerlo; pero a instancia de Sor Dolores volvió a escribirla, y luego entregó a D. Cesáreo Humarán, confesor de la Madre María Cándida, una gruesa cantidad de dinero para principiar la obra, y siguió dando hasta que murió cristianamente.

     108.    Y no dejó el Señor de confirmar a esta señora con algún milagro en su buena voluntad de ayudar a la fundación de la Madre María Cándida. Una vez a su doncella dijo:  "-Lleva esos diez mil reales y entrégaselos a la Madre Cándida"; mas enterándose la doncella de lo que recibía, dijo: "-Señora, aquí hay diez y seis mil. No bien había bajado la escalera la doncella cuando la señora salió a llamarla y la dijo: "-Toma, hija, que estoy muy cierta que no he puesto yo más que los diez mil reales, y estos seis mil el Señor los ha aumentado; prueba que se los quiere dar a la Madre." Y a la verdad, hacían falta a la Madre para un pago urgente de veinte mil, y los cuatro mil que faltaban se los dió otra señora, también de un modo milagroso.

Casulla y alba donada a la Madre Cándida
 para su fundación
     109.    Pasado esto vino un caballero al convento preguntando por la Madre Cándida, quien salió a recibirle acompañada de Sor Dolores. Al verla dijo el caballero: "-Señora, vengo porque una voz me ha dicho muchas veces: ve a Toledo y da a la Madre Cándida lo que necesite para la fundación. Y yo vengo a que me diga usted lo que quiere." Quedó la Madre parada al oirle, porque no le conocía, pero le dijo:  "-Señor,  de todo hace falta", y él añadió: "-Pues vaya usted pidiendo."  Consultando la Madre a Sor Dolores pidió varios ornamentos, vasos sagrados, candeleros y algunas imágenes para el culto, a saber: las de San Agustín, Santa María Magdalena y Santa Mónica; pero el caballero dió además cinco mil duros, y después, por algún tiempo, dió cuarenta mil reales anuales. Era este caballero D. Francisco de las Herrerías, del cual se conservan varias cartas dirigidas a la Madre María Cándida en los años 1854-1856 y en varias veces, además de los objetos sagrados, llegó a dar hasta 187.000 reales, como consta de una "Nota de limosnas recibidas" para la fundación de dicho convento, firmada por D. Cesáreo Humarán en 2 de Enero de 1861.


Custodia e incensario donado  para la fundación
                                                        
    110.    Cuando estaba la Madre María Cándida en la fuerza de la obra del convento y había empleado  ya en ella sumas considerables, que la habían dado diversas personas, vino un sujeto de las Américas, único que quedaba de tres hermanos muy ricos, el cual deseaba hacer alguna fundación de religiosos o religiosas que las encomendasen a Dios. Llegado a España y andando por Madrid indagando algo conducente a la ejecución de su deseo, llegó a saber que en Toledo había una religiosa que estaba edificando un convento. Se informó, fué allá, y entrando en la iglesia del Convento de Agustinas, en que vivía la Madre María Cándida, estaba observando las imágenes, cuando la Madre, que desde el coro le veía, oyó que la decía el Señor: "-Sal y ve al locutorio, que ese viene a buscarte, que le envío yo." Puesto en comunicación con la Madre expuso el motivo de su viaje y dió grandes cantidades para las obras, y además para ternos, albas, cálices, incensarios y para todo cuanto la Madre le dijo. Vió también allí a la novicia Sor Luisa de San Rafael, que tenía velo blanco, y preguntó por qué aquella tenía el velo blanco   y las demás le tenían negro; y contestándole que porque era novicia, volvió a preguntar si tenía dote, y    diciéndole  que no, dió para su dote lo que le indicó la Madre. Por fin preguntó a ésta si necesitaba alguna cosa más, y ella contestó que no, dándole por todo gracias muy expresivas y quedando en encomendarle mucho a Dios y tenerle siempre presente en sus oraciones. Al despedirse dijo que se iba más gozoso y contento que si fuese él el que lo había recibido, que daba muchas gracias a Dios por haberle proporcionado ver cumplidos sus deseos, y que se retiraba llena el alma de un gozo y consuelo tan grande que no lo podía explicar. Cuando se volvió a su casa, tuvo un viaje feliz, y la Madre supo cómo había llegado con bien.

     111.    Más adelante llegó a deber la Madre al albañil o maestro de obras más de 30.000 reales por materiales y mano de obra; el maestro los pedía a la Madre y avisaba que el sábado siguiente los recogería. Se puso la Madre muy apurada, porque no los tenía ni quien se los diese, y manifestó este apuro a sus hijas. Entonces Sor Luisa de San Rafael dijo: "-Madre, voy a poner una bolsa a la Virgen del coro para ver si nos da para pagar, y estaré con cuidado para que no nos lo cojan las de casa." Y la Madre, viendo tanta sencillez y confianza, condescendió con que se la pusiera;  no hacía después Sor Luisa más que ir y venir a ver si la bolsa tenía dinero, y volvía triste porque no lo tenía. Al día siguiente, en el coro, después de la comunión, oyeron todas que echaban dinero. Sor Luisa pensaba que era en la bolsa  que había puesto a la Virgen; las religiosas de la casa miraban, y no sabían dónde caía, y la Madre, sintiendo que caía en su faltriquera, disimulaba como si nada oyera y pasaba mucha vergüenza. Apenas salieron del coro y se fueron  a desayunar, dijo Sor Luisa: "-Madre, ¿quiere usted que vaya a ver la bolsa?; porque he oído que han echado dinero mientras la misa; no nos los cojan." "-Sí, anda, ve" -contestó la Madre riéndose de su inocencia. Fué, y no halló nada. Tomando ya el chocolate, dijo la Madre María Cándida a sus hijas: "Hijas mías, el dinero que han echado, efectivamente, lo tengo yo en la faltriquera; pero no digáis nada a nadie." Lo sacó, y vieron que todo estaba en oro, en onzas, medias onzas y monedas de cuatro duros de Fernando VI y Carlos IV y una barrita cuadrada de unos cuatro dedos de larga. Cuando fué el médico le dijo la Madre:  "-A ver, Don F., ¿qué podrá valer esto?"- enseñándole la barrita. Viendo el médico el oro tan bueno y fino, dijo: "-Yo me la llevaré, y le traeré a usted lo que vale." Trajo 8.000 reales que valía y se quedó con ella. Contaron lo demás, y hallaron entre todo la cantidad precisa para pagar al albañil lo que la Madre le debía. El confesor que tenía entonces la Madre la pidió algunas monedas de éstas, dándole otras del mismo valor, y las guardó por reliquia, que era un oro muy superior y diferente del que circulaba.  

Virgen del coro del convento de las monjas Agustinas "Las Gaitanas" 

     112.    En otra ocasión estaba la Madre María Cándida muy triste, porque tenía que hacer un pago de 10.000 reales, que de un día para otro le vendrían a pedir, y no los tenía. Por la tarde del día que en que se había de hacer el pago fué un señor de un lugar distante de Toledo, más de cien leguas, a visitar a la Madre, y al verla preguntó: "-Madre, ¿que tiene usted, que está triste?" Y conocida la causa, dijo: "-No se apure usted, que aquí estoy yo." La dió lo que llevaba consigo, dos mil cuatrocientos reales, y a los pocos días mandó otros diez mil.

APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 2, 2

martes, 23 de octubre de 2012
     97.    Entretanto, la Madre María Cándida, con fondos de las limosnas recibidas, hizo que don Juan Alfonso de Castro comprase a doña María del Pilar Escobar y a su hijo D. Antonio Montalvo, todo el terreno y escombros del antiguo convento de Trinitarios Descalzos, excepto la iglesia, con sus dependencias, que ya eran propiedad del pueblo, en la cantidad de 32.000 reales, en parte pagaderos a plazos, otorgándose la escritura de venta en 28 de Febrero de 1853, a favor de dicho Sr. D. Juan Alfonso de Castro, que cedió el usufructo a la fundadora y sus sucesoras, sin expresar que la compra se hacía con dinero de la misma fundación. El Ayuntamiento, por su parte, estaba dispuesto a ceder a la fundadora y a sus sucesoras la propiedad de la iglesia, que en Diciembre de 1846 había adquirido del licenciado don Alfonso Sánchez Montalvo, por la cantidad de 10.600 reales.

     98.    Sabedora también la Madre María Cándida del dictamen del Fiscal de la Real Cámara Eclesiástica, D. Juan Martín Carramolino, emitido el 25 de Abril de 1853, procuró interesar los buenos oficios del eminentísimo Pro-Nuncio de Su Santidad en España, con atenta carta que le escribió en 9 de Mayo para que, no obstante ese dictamen, se diese por el señor ministro de Gracia y Justicia la Real orden deseada autorizando la fundación.

     99.    El mismo año 1853, en 6 de Agosto, solicitó la Madre María Cándida del mismo eminentísimo Cardenal Brunelli, Pro-Nuncio de Su Santidad en España, facultad apostólica para retener con tranquila conciencia, llegado el caso, la posesión de la iglesia y solar del que fué convento de los Trinitarios Descalzos de la villa de Valdepeñas, con el fin de fundar allí un monasterio de religiosas bajo la regla de San Agustín, que además de sostener en él culto divino, se dedicasen a la enseñanza y educación cristiana de las niñas.

     100.    Hacía ya nueve años que la Madre María Cándida de San Agustín andaba delicada, pero se hallaba tan bien con sus padecimientos, que no quería salud; sin embargo, el mismo año 1853, con licencia de la Santa Sede, previo informe favorable del eminentísimo señor Cardenal Arzobispo de Toledo, fué trasladada por motivos de salud, en unión de su compañera Sor Dolores de Jesús, al convento de Agustinas de Nuestra Señora de la Concepción, llamadas comunmente Gaitanas, de la ciudad de Toledo, las cuales, en 24 de Septiembre de 1853, habían dado unánime consentimiento a la solicitud de la Madre María Cándida.

     101.    Se verificó dicha traslación el 28 de Octubre del mismo año,  como consta del citado "Libro de las Señoras Religiosas que fallecen" del Convento de Agustinas Magdalenas de Alcalá. En este libro, en vez de las partidas de defunción, se dice de Sor Dolores de Jesús: "Esta se trasladó al Combento de Gaytanas de Toledo en virtud de un Breve Apostólico el día 28 de Octubre de 1853", y de la Madre María Cándida: "Esta también se trasladó al Combento de Gaitanas de Toledo en virtud del Breve Apostólico el 28 de Octubre de 1853". En el "Libro de Entradas y Profesiones de Señoras Religiosas" del mismo convento, al pie de las profesiones de dichas religiosas se repite la misma noticia, y en la de la Madre María Cándida expresamente se dice: "Salieron de aquí día 28 de Octubre de 1853".

     102.    Mucho tuvo que padecer la Madre María Cándida con motivo de esta traslación. Todos los amigos, sacerdotes y seglares, que antes la favorecían y se mostraron muy afectos, se la volvieron contrarios, y lo mismo la sucedió con las religiosas de su convento. La misma noche, antes de la salida, como ya había mandado el equipaje, tuvo que dormir sentada en cualquier parte y arropada, ya bien entrado el otoño, solamente con la ropa que tenía puesta.

     103.    De Alcalá llegó a un parador que estaba fuera de Madrid a la Puerta de Alcalá. donde fueron a verla las personas que lo supieron; dijeron después estas que de la pena y disgusto que había experimentado la Madre Sor María Cándida al salir del convento, del cansancio del camino, porque había estado enferma y se hallaba muy débil, y de la molestia de la mucha gente que fué a verla, estaba tan decaída que apenas podía hablar.

     104.    Luego pasó a Getafe, y de allí a Illescas, a un convento de religiosas, donde, habiéndose sabido que iba, la esperaba mucha gente en la calle. Apenas la vieron empezaron a decir: "-¡La Santa, la Santa!", y a suplicarle que rogara a Dios por ellos; y ella decía: "-¿por qué dicen eso y viene tanta gente? ¿Adónde está la Santa?" Entraron en el convento ella y su compañera Sor Dolores de Jesús y se encontraron con una Comunidad de religiosas, en que reinaba el espíritu de pobreza, observancia y caridad de Cristo. A pesar de la gran pobreza y escasez de recursos y de lo ruinoso que tenían el convento, obsequiaron mucho a la Madre María Cándida y la querían dar cuanto tenían para ayudarla a la fundación de su convento. Estuvo allí la Madre María Cándida muy contenta, y después no lo podía recordar sin mucho consuelo de su alma y alabanza de la perfección y caridad que había encontrado.



Puerta de la iglesia del Convento de Nuestra Señora de la  Concepción
  
Interior de la iglesia del Convento de Nuestra Señora de la Concepción. 
      105.    Fué después a Toledo al Convento de Agustinas Concepcionistas, vulgo Gaitanas, donde la esperaba también mucha gente en la iglesia y portería para abrazarla; pero ella se apeó del coche, entró derecha al presbiterio,  y cuando la gente quiso recordar, se entró en la clausura por una puerta que había detrás del altar mayor.

APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 2, 1

martes, 16 de octubre de 2012
                                                   II

VIDA RELIGIOSA DE LA SIERVA DE DIOS SOR MARÍA CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN EN TOLEDO.- FUNDACIÓN DEL CONVENTO DE AGUSTINAS DE VALDEPEÑAS

     87.    Había dicho siendo muy niña la Madre María Cándida que fundaría un convento de religiosas en Valdepeñas, y siendo religiosa dijo a Sor Dolores, muchos años antes de comenzar la fundación, que el Señor la había manifestado que habían de hacerla las dos, siendo dicha Sor Dolores su compañera en todo, y que este favor era el mayor que el Señor había hecho en toda su vida a Sor Dolores.

      88.    Acercándose el tiempo de la fundación volvió a recordar a Sor Dolores lo que el Señor quería acerca de este asunto, añadiendo: "Y quiere que tú me acompañes y seas mi Cirineo: ¿podrás beber el cáliz que yo beba?" Sor Dolores contestó que estaba dispuesta a todo lo que el Señor exigiese y que hasta la muerte y más allá no se separaría de ella.

     89.    Mandando después el Señor a la Madre María Cándida que procediese a hacer dicha fundación, todos sus apuros eran cómo la habían de hacer ella y su compañera; ésta, animándola, la decía: "El Señor te lo manda, pues Él te lo dará."

     90.    Siendo Priora en Alcalá, presentó la Madre María Cándida un escrito al Ayuntamiento de Valdepeñas pidiendo autorización para fundar allí un convento de religiosas Agustinas, autorización que le fué fácilmente concedida, porque el pueblo, que ya había adquirido la iglesia del antiguo convento de Trinitarios Descalzos, deseaba que, aprovechando el solar y escombros de dicho convento, se fundase allí un monasterio de religiosas dedicadas a la enseñanza de las niñas.

En primer plano, iglesia de la Asunción y al fondo, fachada del Ayuntamiento.  

     91.    Obtenida esta licencia, empezó la Madre María Cándida a recoger limosnas con destino a esta fundación; y eran tantas las que recibía, que dentro y fuera de su convento de Alcalá se levantaron contra ella grandes envidias, hasta el extremo de ser acusada por esto ante el Vicario General de Alcalá.

     92.    Fué éste al convento, y llamando a la Madre, la reprendió severamente en alta voz, con palabras muy ásperas y pesadas; acercóse Sor Dolores, compañera de la Madre, al locutorio, temerosa de que la sucediese algo a causa de tan dura reprensión, y fué también ella fuertemente reprendida y echada a gritos del locutorio. La Madre estuvo todo el tiempo con la vista en el suelo, sin contestar palabra y con gran tranquilidad;  y el Vicario General, que tan mal la había tratado, al ver tanta paciencia, cambiando de tono, la dijo: "-Estará usted inocente, mas no obstante, para usted será el bien. Yo, por mi parte, la faculto a usted y la doy mi licencia para que reciba las limosnas y las gaste para lo que son." Esto lo dijo en voz alta, de modo que lo oyeron las personas que estaban fuera, incluso la religiosa que había dado causa a la acusación. Cuando salió la Madre del locutorio le dijo la Madre Dolores de Jesús: "-Bienaventurada eres, porque padeces persecución por la justicia", y a los pocos días el mismo Vicario General escribió a la Madre diciendo: "-Hija mía, obre usted con mucha prudencia, porque me sofocan por dentro y por fuera."

     93.    San Felipe Neri la dijo también en Alcalá: "-Mira, en todas las vidas que van escritas hasta ahora, ninguna ha padecido tanto como tú por envidia de las criaturas."

     94.    El año 1852, con fecha 16 de Agosto, el Ayuntamiento de Valdepeñas, por conducto del eminentísimo señor Cardenal Arzobispo de Toledo, presentó una exposición a la Reina, solicitando permiso para fundar en la villa un convento de religiosas Agustinas, con destino a la educación y enseñanza de niñas, bajo la dirección de la Madre Sor María Cándida de San Agustín. A ésta ya le había autorizado el eminentísimo señor Cardenal Arzobispo de Toledo para aceptar esta fundación. La Real Cámara, el 18 del mismo mes de Agosto, pidió informe al Gobernador civil de Ciudad Real, que le dió favorable el 16 de Septiembre, y el 3 de Octubre fué consultada la Curia eclesiástica de Toledo acerca de los medios con que contaba la fundación. La Curia eclesiástica, previo informe del Ayuntamiento, que con el vecindario se comprometía a costear los gastos del culto, capellán, sacristán, enfermería y primeros gastos del edificio, evacuó favorablemente la consulta el 27 de Febrero de 1853. La Madre María Cándida, en carta de 18 de Marzo de 1853, decía a la Madre Carlota, religiosa de las Salesas Reales de Madrid: "Mi fundación está para despacharse y espero diga usted a su Señor hermano se interese cuanto pueda por su buen éxito."

     95.    La Real Cámara pidió luego dictamen al Ministerio fiscal el 23 de Marzo de 1853 y éste opinó el 25 de Abril que faltaban las condiciones de perpetuidad y de renta, que se debía pedir licencia a Su Majestad para recaudar fondos, que se debía  adquirir el local, edificar el convento y comprar la renta de 12 a 16.000 reales, y que después debían acreditarse las buenas condiciones del edificio, acompañarse los estatutos por los cuales se había de regir la Comunidad y expresarse el número de religiosas que habían de componerla con el aproximado de niñas internas y externas que podrían recibir instrucción.
     De conformidad con este dictamen, se dió la Real orden de 24 de Mayo de 1853, por el ministro de Gracia y Justicia, y fué comunicada por el eminentísimo señor Cardenal Arzobispo de Toledo el 6 de Junio al Ayuntamiento de Valdepeñas para que la cumpliese, si deseaba obtener la fundación.

     96.    Por medio del mismo señor Cardenal Arzobispo representó al Gobierno el Ayuntamiento los invonvenientes de las condiciones impuestas y la inseguridad del permiso, aunque todas se cumpliesen, y garantizó lo necesario con tal que se diesen la Real orden asegurando la fundación. El Gobierno contestó con Real orden de 16 de Diciembre de 1853, comunicada al Ayuntamiento por medio del Cardenal, modificando alguna de las condiciones, pero dejando en vigor la reedificación del convento y constitución de la renta de 12.000 reales para gastos del culto, capellán y enfermería.

        

Valdepeñas,vista general


APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 1, 13

sábado, 13 de octubre de 2012
    82.    Tuvo la Madre Sor María Cándida durante su Priorato como Subpriora a la Madre María Juana del Espíriti Santo, hermana de Sor Dolores de Jesús, como Secretaria a Sor María Dolores del Corazón de Jesús, como Consiliarias, y también como Torneras, a las Madres Dolores de Jesús y Dolores de San Miguel. La Madre Dolores de Jesús era también Hortelana, es decir, encargada de la dirección del cultivo de la huerta.

     83.    Fué de gran provecho para la comunidad de Alcalá en lo temporal el gobierno de la Madre María Cándida, porque, estando en gran escasez de recursos y con deudas, milagrosamente, como  decían todos los que lo sabían y veían, la mantuvo y sacó de deudas, dejándola al salir para Toledo en buen estado, como consta de las cuentas del trienio de su Priorato, en las cuales aparece un saldo de más de 25.000 reales.

     84.    Para el mantenimiento de la Comunidad no faltaron milagros. Un día una de las Hermanas dijo a la Madre María Cándida que aquel día no tenían qué comer. La Madre le ordenó que bajase a la huerta y cogiese algunas hierbas; pero la Hermana, sonriendo, no se movía; insistió la Madre, y la Hermana trajo las hierbas y las puso en un plato. Reunidas las Religiosas, que tomaban aquello a broma, dió la Madre a cada una su ración, echó la bendición y las invitó a que comiesen. Obedecieron ellas, y nada más probar aquel manjar, comprendieron el milagro, confesando después que nunca habían comido plato más exquisito.

     85.    Otro día en que también fueron a decirla que no había para poner puchero, dijo a la Hermana: "-Bueno; baje al torno y espere, que por el camino viene ya una ollita." Bajó la Hermana, y, en efecto, al poco tiempo llamó al torno una mujer, que llevaba a la Madre una ollita con manteca, tocino, chorizos y varias otras cosas con que pudieron preparar la comida.


Retrato auténtico de la Sierva de Dios Sor María Cándida de San Agustín
      86.    Y no menos provechoso para la Comunidad fué en lo espiritual el gobierno de la Madre María Cándida de San Agustín; pues trabajó con empeño y con fruto por la observancia regular y bien espiritual de las Religiosas, aunque no en todas encontró constante correspondencia, llegando a decirla en cierta ocasión el Señor: "-Una sola te quedará; las demás serán tu tormento; pero en Toledo padecerás más." La que se mantuvo siempre fiel a la Madre María Cándida, y fué su compañera en toda su vida de religiosa, fué la Madre Sor Dolores de Jesús, natural, como ella, de la villa de Valdepeñas.


APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 1, 12

martes, 9 de octubre de 2012
     76.    Son innumerables los casos de almas que se le presentaban pidiéndole socorro. El alma del padre de Sor Dolores de Jesús visitaba a menudo a la Madre  María Cándida y le decía: "- Tengo un derecho a que me saques pronto del purgatorio, porque fuí el que hice más fuerza para que entrases religiosa." Y después de estar en la gloria la visitaba todos los años el día de San Andrés Apóstol, día de su fiesta, porque se llamaba Andrés. Eran sin número las almas que por intercesión de la Madre María Cándida subían al cielo, viniendo antes a despedirse de ella y a darle las gracias por lo mucho que las había socorrido con sus oraciones y penitencias.

     77.    No faltaron a la Madre María Cándida contrariedades que soportar por parte de las criaturas, que a veces la mortificaron de un modo extraordinario. Un oficial de tropa conocía y trataba una de las religiosas del convento de Alcalá, con la cual hablaba aproximándose a la reja después que las otras salían del coro; advirtiendo esto la Madre María Cándida, que en el trienio empezado el 11 de Mayo de 1846 era Vicaria de coro y enfermera, se quedaba en el coro hasta que el uno o el otro se marchaba, y desagradaba esto tanto al oficial, que indujo a la religiosa a que matase a la Madre María Cándida. Y, efectivamente, dicha religiosa primero la envenenó, ofreciéndole en una taza de flor de malva que le llevó estando la Madre María Cándida constipada; después trató de degollarla con un cuchillo, y por fin, la tiró por la escalera para que se matase; pero de todos estos peligros la sacó prodigiosamente el Señor con bien, en premio sin duda de la caridad por ella usada para librar a aquella religiosa de las asechanzas de aquel hombre, que pretendía perderla sacándola del convento. 

     78.    Fué singular compañera de la Madre María Cándida de San Agustín Sor Dolores de Jesús, que por encargo del Señor, como testifica la misma Madre Dolores, la cuidaba y acompañaba en los trabajos: "Estando en el coro con la Madre -escribe Sor Dolores, hablando de la compañía con que San Felipe Neri favorecía a la Madre María Cándida-, sentí una moción especial, y preguntándola qué sería, me dijo: "-Te ha dicho el Abuelo (que así llamaba al Santo) que cuides mucho de quien ha de ser tu guía, que soy yo, y te ha puesto la mano en el hombro." Y desde entonces, aunque nunca me había separado de ella, era tanto lo que nos queríamos, que éramos una misma voluntad, un mismo querer y una misma cosa las dos." Y en otro lugar, la misma Madre Dolores refiere los siguiente: "Dijo el Señor a la Madre, entre otras muchas cosas, que a mí me amaba mucho, mucho, mucho, y que ya me había perdonado mis pecados, favor no merecido que me hizo el Señor por su gran misericordia, y que yo era su guardajoyas, porque le guardaba su Cándida, y que yo sería el contrapeso de la cruz de la Madre." Cierto día dijo la Madre María Cándida a su compañera Sor Dolores de Jesús: "-Tenemos que padecer una grande persecución de las criaturas; dime si la podrás sufrir." A lo que contestó Sor Dolores: "-Yo sola, no; pero con Dios, sí." Llegado el tiempo de la persecución, fué tan terrible, que necesitaron grandísima gracia del Señor para poderla resistir; pero, después de mucho sufrir, lo que era trama del diablo se deshizo y quedaron victoriosas y pacíficas.

     79.    Pasada dicha persecución, llegó a ser la Madre María Cándida Prelada del convento de Alcalá de Henares, cosa que años antes había anunciado a su compañera Sor Dolores. La elección, que fué el año 1850 en 20 de Octubre, se hizo bajo la presidencia del eminentísimo señor Cardenal Arzobispo de Toledo, D. Juan José Bonel y Orbe, con un completo gozo por lo mucho que todas la querían, y fué acompañada de los sucesos milagrosos siguientes.

     80.    Vió Sor Dolores ese día subir a la celda de la Madre María Cándida una religiosa vestida lo mismo que ésta, con el anterrostro echado hasta abajo, como la Madre María Cándida iba cuando salía de comulgar; sin hablarle, le hizo paso en la escalera y la sintió abrir la puerta de la celda y entrar; mas, encontrándose luego Sor Dolores con ella, le preguntó: "-¿Has entrado en tu celda?" Y ella contestó: "-No." Porfiaba Sor Dolores que la había visto subir la escalera, y ella dijo: "- No es a mí a quien has visto subir, que ha sido la Santísima Virgen, que iba a bendecir mi celda." Quedó Sor Dolores como fuera de sí al saber que la Virgen había pasado a su lado.

     81.    Elegida Priora, fué la Madre María Cándida a la sepultura de la Hermana Mercedes, a quien había querido mucho, a decirle que la habían elegido Priora, y Sor Mercedes le contestó que el mérito no estaba en ser elegida Priora, sino en saberlo ser. Después de lo cual la Madre María Cándida, dijo a la Comunidad, reunida en el refectorio, que trataría a todas las religiosas como verdadera madre, cuidando de que nada les faltase en lo temporal, pero que en lo espiritual las ejercitaría y ayudaría bastante para quebrantar la propia voluntad.


Libros, manuscrito y útiles de escritua de la Madre Cándida de San Agustín