UNA INTERVENCIÓN PROVIDENCIAL Y OPORTUNA

sábado, 10 de noviembre de 2012


        Voy a hacer un paréntesis en la publicación de los "Apuntes biográficos sobre Madre Cándida de San Agustín" para hacer público un hecho muy reciente que viene a corroborar la solicitud que siempre tuvo Madre María Cándida, con quienes invocan su ayuda e intercesión.

        La joven C.R.T., de 26 años, muy devota de Madre Cándida de San Agustín, que se encuentra realizando una misión en un país de centro América, había estado colaborando durante varios  días con el párroco de un pueblecito perdido entre montañas. El día 24 del pasado mes, (octubre del 2012),  acabada la misión, emprendió el viaje de regreso a su centro de origen, que se encuentra a tres horas de camino en coche, para ello se dirigió a la plaza del pueblo, donde supuestamente tenía que pasar el único medio de transporte con el que cuentan aquellas gentes. Después de largas horas de espera, el autobús no paró. Esto la obligó a hacer uso de otra forma muy habitual por aquellos lugares: el auto-stop. Subida en el coche, pronto se dio cuenta de la trampa en la que había caído. El conductor enseguida dio muestras de su pretensión, y llegado a una zona boscosa y solitaria, desvió su coche por una carretera secundaria y de escasísima circulación. La joven le rogaba que volviera a la ruta que debería llevarla a su destino, que no cometiera aquella maldad, que no echara a perder su vida cometiendo esa acción que Dios reprueba.  Ella, llena de consternación y angustia, rogaba insistentemente a Madre Cándida de San Agustín, la librara de aquel trance.  De repente, el coche se estropeó haciendo imposible seguir la marcha, y fue entonces cuando ella más se temía que aquel hombre la usara y después acabase con su vida en aquel lugar solitario y sin defensa de nadie. Pero más insistentemente le rogaba a la Madre Cándida, que no la abandonase en aquellos momentos, mientras se agarraba fuertemente a la medalla que de ella llevaba sobre su pecho. Y mientras el hombre desesperado, trataba  de arrancar su auto, un coche, apareció de repente, por la carretera sumamente solitaria; la joven, movida como por un resorte, corrió desesperada y llena de angustia  preguntó: ¿va  para X?, - sí, joven, ¡súbase!. Rápidamente subió al coche aunque con el temor de que  este segundo, estuviera en complot con el primero. Poco a poco fue tranquilizándose al comprobar que era hombre de bien, que la  Madre Cándida le enviaba para sacarla de aquel trance, que era profesor, y miembro de Cursillos de Cristiandad, y que la animó a dar gracias a Dios por tener la suerte de conocer y pertenecer a  la Iglesia. La joven, no salía de su asombro y llena de amor y agradecimiento, alababa a Dios por su constante protección. Llegada a la estación en la que debía tomar otro autobús que la conduciría a su punto de destino, todo el viaje lo hizo llorando de agradecimiento por haberla sacado de aquel trance.
      Cuando esto escribo, aún no se ha recuperado de aquellos malos momentos, solo recordarlo la llena de angustia y dolor,  pero más y más convencida de que la poderosa intercesión de la Madre Cándida de San Agustín, la libró de sufrir tal ignominia.
       Y como nada sucede por casualidad, nos llena de satisfacción poder comprobar que esto ocurría el mismo día 24 de octubre, cuando se cumplían 136 años de la llegada de los restos mortales de Madre Cándida de San Agustín, a su amado convento de Valdepeñas por ella fundado.  

     Ella misma, llena de agradecimiento y amor hacia Madre Cándida de San Agustín, da testimonio de este hecho, para que quede constancia de su poderosa intercesión y animar así, a la extensión de su devoción.

    Por respeto a su intimidad y privacidad, me reservo el dar datos de su identificación personal. 

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APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 2 - 5

viernes, 9 de noviembre de 2012
     124.    Deseosa la Madre María Cándida de trasladarse cuanto antes a su convento de Valdepeñas, acudió de nuevo al Gobierno de Su Majestad la Reina con una solicitud, fechada el 29 de Marzo de 1859, pidiendo la licencia para la traslación y la reducción de la renta a la cuarta parte de los 8.620 reales que se le habían pedido, obligándose para más adelante a dar la diferencia; pero por toda contestación se la dijo que se cumpliese lo dispuesto en las Reales órdenes de 24 de Mayo de 1853 y 22 de Junio de 1857.

     125.    Sumamente preocupada estaba la Madre María Cándida con la idea de adquirir el papel del Estado que produjese dicha renta de 8.620 reales, el 28 de Marzo de 1858, evacuando una consulta, escribía a doña Juan Vizcaíno: "-Di a la señra viuda, la que te ha dicho que me hables, que Dios Nuestro Señor la quiere para monja y para beata no; que venga y hablaremos lo que quiera; dila la encomiendo a Dios y tengo el mayor interés por su bien. ¡Ay, hija mía, ojala nos diera para tomar el papel, en lo que daría ese culto a Dios, que sería recompensado con interés!" Por fin, después de muchas oraciones, el día de San Agustín del año 1859 oyó en la comunión que el Señor la decía: "-A últimos de este mes te darán para que compres el papel para la fundación." La Madre se lo dijo a sus hijas, y estando esperando con ansia a ver quién se lo daba, por donde menos pensaban se les presentó un señor que se lo dió. Se quedaron todas admiradas, llenas de gozo y alegría, dando gracias al Señor y exclamando: "Pero, Madre, ¡cuánto bien nos ha venido por este señor! ¡Quién diría que por ahí nos había de venir el remedio!", y otras cosas semejantes. Dicho señor era D. Manuel Rapaso, como consta de una carta del mismo a la Madre María Cándida, que se conserva en el convento de Valdepeñas y tiene la fecha de 29 de Agosto de 1859.

     126.    Adquierido el papel del Estado, a que se refiere el artículo precedente, por D. Bernardino Tormejón, abogado del ilustre Colegio de Madrid y apoderado de la Madre María Cándida, presentó éste un escrito al Gobierno de Su Majestad, en 9 de Octubre de 1859, diciendo que ya tenía 496.000 reales en títulos de la deuda, llamada diferida, para mayor renta de la que a la Madre María Cándida se había pedido para la fundación, y se le contestó que hiciese el depósito de dichos títulos en el Ministerio de Hacienda, para que éste dispusiera los pagos a favor de la Priora de la Comunidad; pero ese depósito no llegó a realizarse, como aparece de las cartas del mismo D. Bernardino a la Madre María Cándida y a la sucesora de ésta la Madre Dolores de Jesús.

     127.    Grandes contrariedades tuvo que vencer la Madre María Cándida en esta fundación. "Le aseguro a usted, hija mía -había escrito el 6 de Octubre de 1858 a la Madre Carlota-, ha sido tan combatida , y aun de personas que parece imposible, pero lo estoy palpando; en lo que se conoce la gran guerra que les han de hacer (a los demonios) las que habiten mi convento de Valdepeñas cuando todos son obstáculos. Pidamos, amada mía, sin cesar, a Nuestro Señor me abra puertas. Todo lo hace el dinero para estas gentes.Ve usted cómo el Sr. Gutiérrez no ha hecho nada, y si él hubiera querido ya estaríamos en Valdepeñas."

     128.    Los mismos enemigos infernales la hicieron guerra directa. La noche del 21 al 22 de 
Septiembre de 1859 hicieron padecer mucho a la Madre y la dieron el siguiente encargo para una persona que la ayudaba en la obra de la fundación: "Di a ese pícaro F. que de ninguna manera diga nada a esa persona que te da ni menos lo que Dios te ha ordenado, porque lo que  ha hecho con lo que te ha dado ha sido para hacernos gran guerra. Vas a encerrar almas que van a ocupar las sillas que perdimos por nuestra soberbia. Mira que le vamos a armar un lazo al pícaro traidor de F. que no se escapará; así que se calle y no la manifieste nada a esa persona lo que Dios la ha ordenado. Eso la vale gozar lo que nosotros perdimos. Mándaselo, mándaselo, que no la manifieste la voluntad de Dios; caro le va a costar, si la habla; dile también, que es nuestro enemigo, y nos la ha de pagar." Estas amenazas diabólicas iban dirigidas contra D. Manuel Raposo, aunque éste, por modestia, ocultó su nombre en sus Apuntes sobre la vida de la Madre María Cándida de San Agustín, y la persona que daba dinero a la Madre Cándida era la Marquesa de Noguera, doña María Pilar Osorio. 
Reclinatorio de Madre María Cándida que se conserva en el convento de las Gaitanas.
     129.    De Septiembre a Noviembre de 1859 estuvo D. Cesáreo Humarán en Valdepeñas para continuar las obras del convento. Se terminaron el coro alto con sus rejas, el bajo con la suya y ventanilla del comulgatorio, la sacristía con su cajonera, el torno, el confesionario, la puerta reglar y los locutorios con torno par la demandadera; se acabaron de poner las puertas y cerraduras, rejas y ventanas y se dió fin al blanqueo y embaldosado, volviéndose D. Cesáreo a Toledo a fines de Noviembre. Prosiguieron las obras el año 1860 desde Septiembre hasta últimos de Noviembre bajo la dirección del mismo D. Cesáreo, que residió durante ese tiempo en Valdepeñas, y quedó el convento dispuesto en lo necesario para recibir la visita gubernativa e inmediatamente las religiosas.


     130.    Parecía que con esto estaban ya vencidas todas las dificultades que se oponían a la traslación de la Madre María Cándida de San Agustín con sus religiosas al convento fundado en Valdepeñas; pero había resucitado otra con el pleito sobre competencia de jurisdicción entablada el año 1855 por las Ordenes Militares contra el señor Arzobispo de Toledo, por hallarse Valdepeñas en territorio de la orden de Calatrava. Con fecha 7 de Marzo de 1860, el Decano del Tribunal de las Ordenes recurrió al señor Arzobispo reclamándole la jurisdicción sobre Valdepeñas, y, por consiguiente, el derecho a intervenir en la traslación de la Madre María Cándida y sus religiosas al nuevo convento fundado en dicha villa, que decía competir al Gran Maestre y Tribunal de su representación. El eminentísimo señor Cardenal Arzobispo contestó en 16 de Abril negando que las Ordenes Militares tuviesen tal jurisdicción sobre Valdepeñas y manifestándose dispuesto a sostener su jurisdicción ordinaria como la habían ejercido sus antecesores.

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APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 2 - 4

     113.    Todos la daban algo, de toda clase de personas; había pobres que la daban hasta cuatro cuartos, que ella recibía con grandes muestras de gratitud; pero cuando alguna persona, llevada de buen deseo, daba más de lo que podía, sabía, después de agradecer la buena voluntad, devolvérselo hasta milagrosamente. Tal sucedió con una señora Isabel, mujer de un señor Sampayo de Villa del Prado, que dió de limosna a la Madre tres pesetas y después las encontró en su casa debajo de una taza en el vasar.
     Y así hizo el convento de Valdepeñas, como el Señor se lo mandó.

     114.    Se habían empezado las obras de la fundación de Valdepeñas el año 1853 y en 10 de Enero de 1854 mandó el eminentísimo señor Cardenal Arzobispo a la Madre María Cándida que hiciese esta fundación y empezase las obras: continuaron éstas en 1854, como habían empezado en 1853, bajo la dirección de D. Juan Alfonso de Castro, que hacía los pagos sin expresar que los fondos los recibía de la Madre María Cándida de San Agustín; pero la falta de pago a los operarios y las quejas de éstos fueron causa de que la Madre mandase para dirigir las obras a su confesor D. Cesáreo Humarán, quien llegó a Valdepeñas en Febrero de 1855, pagó los atrasos, tranquilizó los ánimos y dió nuevo impulso a las obras.

     115.    En 10 de Febrero de 1855 había obtenido la Madre del Superintendente de los Conventos de Religiosas del Arzobispado de Toledo, licencia para la adquisición del local y obras realizadas mediante la venta de los bienes que la habían correspondido de la testamentaría de su padre, y el 20 del mismo mes la hizo cesión de dichas obras y local el citado señor D. Juan Alfonso de Castro.

     116.    En 21 de Mayo de 1853 habían solicitado cinco concejales del Ayuntamiento de Valdepeñas la suspensión del expediente de fundación, que no pudieron conseguir, y el Ayuntamiento, en dos ocasiones distintas, pidió el año 1855 la traslación de la Madre María Cándida de San Agustín, con sus religiosas, a Valdepeñas, que no les fué concedida por no cumplirse la Real orden de 24 de Mayo de 1853.

     117.    El mismo año 1855, por Real orden de 21 de Mayo, se mandaron suspender las obras de la fundación hasta ver con qué fondos y autorización se hacían, comisionando el Consejo de las Ordenes al párroco D. Vicente Mejía para formar el expediente de cumplimiento de dicha Real orden. El 25 de Noviembre se dió otra Real orden prohibiendo la edificación para convento y, paralizadas las obras, D. Cesáreo Humarán se volvió a Toledo.

     118.    No se desalentó por eso la Madre María Cándida. En Febrero de 1856 fué de nuevo a Valdepeñas D. Cesáreo Humarán para continuar las obras. Pidió el mismo año la Madre la revocación de las Reales órdenes que las suspendían y la obtuvo el 13 de Diciembre. Pidió también el 15 del mismo mes de Diciembre de 1856 licencia, que ya había intentado conseguir de la Reina con memorial dirigido a ella con fecha 6 de Octubre, para trasladarse a su nuevo convento; pero se la contestó que se cumpliese la Real orden de 24 de Mayo de 1853.
    
     119.    Con motivo de esta respuesta, se examinaron los documentos, y se vió que la fundadora no era propietaria, sino sólo usufructuaria de lo comprado con los fondos de la fundación, siendo el propietario D. Juan Alfonso de Castro, de quien con no poco trabajo se consiguió que en escritura de 19 de Febrero de 1857 declarase que la compra del solar y la reedificación de convento se habían hecho con fondos pertenecientes a la fundación, suministrados por la Madre María Cándida de San Agustín. También el Ayuntamiento de Valdepeñas, con escritura de 16 de Abril de 1857, a cambio de una parte de terreno llamado la Lonja o Glorieta, cedió al nuevo convento la iglesia que había sido de los Padres Trinitarios Descalzos de Valdepeñas. La carta de pago y finiquito de la cantidad de 32.000 reales en que fueron vendidos el solar y escombros del antiguo convento de Trinitarios Descalzos se otorgó ante el escribano D. Juan Antonio García en 29 de Mayo de 1857. Y con estas diligencias quedó cumplida una de las principales condiciones que exigía la Real orden de 24 de Mayo de 1853 para autorizar la fundación.

Fachada norte y Glorieta 


     120.    Solicitó también la Madre María Cándida de su Majestad la Reina que la renta de 12.000 reales que exigía la Real orden de 16 de Diciembre de 1853 para la fundación, se redujese a 6.000 reales y consiguió en 22 de Julio de 1857 quedase reducida a 8.620 reales, que era la renta que tenían asignada los demás conventos; pero no tenía la Madre la correspondiente cantidad de papel del Estado que pudiera producirla y era necesario adquirir.

     121.    En 31 de Diciembre de 1857, confiada absolutamente en la divina providencia, pidió dispensa de la constitución de dicha renta y la Real orden para trasladarse a su convento de Valdepeñas, pero en 20 de Enero de 1858 se le negó la gracia solicitada.

     122.    Don Cesáreo Humarán, que había vuelto a Toledo en Septiembre de 1856, fué de nuevo a Valdepeñas en Febrero de 1857 y, además de conseguir dejar asegurada la propiedad del convento, dió nuevo impulso a las obras. Tuvo que ausentarse a principios de Agosto por haber sido nombrado Beneficiado; pero volvió en Marzo del año siguiente 1858, y en pocos meses, pues marchó a Toledo en Junio, consiguió de los artistas que terminasen en cuanto a lo más necesario las obras. Quedaban concluidas doce celdas, coros alto y bajo, sacristía, sala de labor, refectorio alto y cocina, torno, dos locutorios, varias oficinas y una fuerte cerca que aseguraba la clausura.


Convento de Agustinas tras la ocupación de los presos en la guerra de 1936.  Fachada sur.
     123.    En este mismo año 1858 solicitó la Madre María Cándida de la Santa Sede facultad apostólica para la erección canónica de su convento de Valdepeñas, y el Cardenal Prefecto de la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares, antes de proveer, pidió informe al Arzobispo de Toledo y al Nuncio de Su Santidad en España. Ambos le dieron favorable, el señor Arzobispo en 21 de Noviembre de 1858, previo el del Superintendente de los conventos de Religiosas de 26 de Septiembre de 1858, también favorable, y el señor Nuncio en 9 de Febrero de 1859, después de oir al mismo señor Arzobispo que le había contestado el día antes. Con estos antecedentes la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares concedió la facultad para la erección del convento con votos simples, encargando de su ejecución al citado señor Arzobispo de Toledo, el 8 de Abril de 1859; pero después, antes de la profesión de las primeras novicias en el convento de Valdepeñas, se consiguió con rescripto de 19 de Enero de 1877, ejecutado en 15 de Febrero del mismo año, que los votos fuesen solemnes.