APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 2 -8

viernes, 28 de diciembre de 2012
     149.    El año 1855, a la muerte de la Priora, quisieron que la Madre María Cándida las gobernase hasta nueva disposición de la autoridad eclesiástica, como consta de una carta de la misma Madre escrita el 10 de Septiembre de 1855 al citado D. Juan de Dios Vasco, en que le dice: "Hace días le hubiera escrito, pero no me ha sido posible, pues además de mis muchas ocupaciones, ha muerto la Priora de esta santa casa, y me han cargado, por más que lo he rehusado, con la carga hasta que su Eminencia ordene otra cosa. Todo sea por Dios."

     150.    Había predicho el Señor a la Madre María Cándida que en Toledo padecería más que en Alcalá, y así se verificó, tanto por los padecimientos extraordinarios que el Señor la enviaba, como por los que permitía la causaran las criaturas; pero ella con la gracia del Señor estaba dispuesta a soportarlo todo con ánimo esforzado y lejos de arredrarse deseaba el padecer. En un libro de Meditaciones sacadas de las obras de Fr. Luis de Granada con otras de Santa Catalina de Sena y del B. Enrique Suson, edición de Valencia del año 1817, dejó escrito: "Soy de Sor María Cándida Córdova. Viva Jesús, viva Jesús, viva Jesús, viva su cruz, viva el padecer y el más padecer. Gracias a Dios. Este libro me lo regaló Eustaquio Duro, siendo fámulo del Seminario conciliar de Toledo, el día 9 de Septiembre del año 1854."

     151.    En carta de 10 de Mayo de 1854, escribiendo a su apoderado en Valdepeñas D. Juan de Dios Vasco, presbítero, le decía: "-Yo sigo delicada y me encuentro muy bien con mis padecimientos, por tener alguna cosa que poder ofrecer a mi Esposo Jesucristo. Bendito sea por todo". En el mes de Septiembre de 1857 escribía a D. Manuel Raposo: "Estoy tan enferma de gravedad que me dan congojas que me duran días, que no valgo nada." En otra carta le decía: "Estoy tan delicada que no valgo nada, si no me ayudan... Bendito sea Nuestro Señor que tanto me regala. Toda soy un dolor: me causan grandes congojas, y los médicos no atinan por más que lo procuran; cuanto me mandan es para ponerme peor. Nuestro Señor sabe mejor que todos lo que me conviene, y lejos de aliviarme me pone más agravada; alabémosle. No quiero ni deseo más que su voluntad santísima se cumpla siempre en mí y en todas mis cosas." El 15 de Noviembre de 1859 le escribía: "Tengo gran cosecha que aplicarlas a las almas. Además de mis dolores, que son muchos y muy agudos, se me han hecho llagas en las espaldas y costados; éstas son las que más me atormentan."

     152.    Los enemigos infernales también la martirizaban por lo que trabajaba en la conversión y salvación de las almas. "Por causa de esto -escribía el 1º de Enero de 1860 a D. Manuel Raposo- , me dan unas noches tan malas los del rabo (los demonios). Porque se me parte el corazón cuando veo que se llevan una. Ayer estaba para comulgar y me dieron un latigazo en un brazo que se me levantó ampolla, y como no valgo nada me desmayé; y hoy me lo ha curado mi Hermosura. Bendito sea. Amén." Con fecha 10 de Enero de 1860, decía al mismo D. Manuel Raposo: "El lunes nueve, cuando estaba en el comulgatorio diciendo la confesión, los tiñosos (los demonios) me entraban por la corva derecha clavos que me traspasaban al otro lado y me cogieron los tendones de todo el lado. Fué tan agudísimo el dolor que recibí cuando me sacaron los clavos por estar pegados en la sangre y haber pasado más de una hora hasta que subimos a la celda. Las chicas lloraban viéndome echar un mar de sangre y tener que sacarme los clavos. La Jesús temblaba al sacármelos y yo la dije: ¡Hola! con que tanto tiemblas y sientes el sacármelos. ¡Qué fuera si los tuvieras clavados! Son como cerdas muy gordas. La inflamación va subiendo cada día más."

     153.    Dios nuestro Señor, por otra parte, la enviaba grandes padecimientos exteriores e interiores. Respecto de éstos padecía mucho viendo en espíritu tantos pecados como se cometían, de lo que el Señor se la quejaba y ella no lo podía remediar: padecía más por los pecados de los sacerdotes, principalmente en cuanto a la celebración de la santa Misa;  y a D. Manuel Raposo, exhortándole muchas veces a que rogase a Dios por sus ministros, decía: "-¡Ay, hermano, cuanto tenemos que pedir a Dios para que se aplaque y tenga misericordia de nosotros, porque es muy ofendido de los suyos y está muy irritado con ellos! Porque veo cosas y el Señor me manifiesta que me estremezco al pensarlas. ¡Qué paciencia tan grande es la de Dios que tanto sufre!".
Crucifijo de Madre Cándida
     Y en otra ocasión, con fecha 24 de Septiembre de 1860, escribía al mismo D. Manuel Raposo: "Sigo padeciendo mucho, pero no lo que merezco. Nuestro Señor me trata con mucha misericordia: bendito sea por todo. Si mi buen hermano me viera algunos ratos padecer, no los dolores del cuerpo que son agudísimos, en particular los de las espaldas que las tengo hechas una llaga, sino las aflicciones del espíritu, parece que me muero; y son tan profundos y tan amargos, que sólo el que me los da sabe cuánto es mi padecer, y si no me sostuviera de un modo especial no podría vivir. ¡Qué malo es el pecado! Me lleno de temor y de miedo, sin embargo, que jamás conoceremos su maldad. Jesús mío, ¡cuánto sufres por nosotros! No puedo pensarlo."  

     154.    También los padecimientos exteriores con que el Señor la daba ocasión de merecer eran extraordinarios. "Aunque estoy en grito con los dolores -escribía en 30 de Septiembre a doña Juana Vizcaíno-, no quiero pasar hoy sin ponerte dos cositas... Si me vieras cómo estoy, llorarías: bendigamos al que me pone así." "Se me han extendido los dolores al pecho- la decía el 3 de Octubre-, y me quitan la respiración, me quedo mortal. Tengo tantos modos de padecer que algún día lo sabrás, no son para escritos." "Estoy en un grito -añadía el día 14- con los dolores de los costados y el pecho.... Bien puedes, amada mía, conocer que sólo el gran amor que te tengo me hace escribirte, estando rodeada de almohadas, llorando, sin poderlo remediar, de dolores.  Viva Jesús, que tanto me regala."  "Son  tantos  los dolores, Juana mía -volvía a decirla el 16-, que no tengo parte en mi cuerpo que no padezca: es un continuo milagro viva con tanto padecer. Los dolores del pecho son agudísimos y  los de los costados no me dejan estornudar; los ahogos me dan con mucha frecuencia... Sea bendito y alabado mi Jesús de mi alma que me los da."  El 18 de Noviembre la decía: "Pero, ¡cuánto me regala Nuestro Señor! pichona mía. Tengo los ojos que da miedo verme; parecen sangre lo blanco, con unos dolores agudísimos. Todo sea por Dios." Y el 20 añadía que sentía tal escozor en los ojos que parecía que tenía gusanos en ellos, que no podía rezar más que lo que sabía de memoria, y que también el pecho se la había levantado y sentía en él tales dolores que parecía que se lo abrían. "Voy con la boca por el suelo -la decía el 28 de Noviembre-, por no dejarme enderezar los dolores agudísimos que tengo desde la cintura. He tenido que echar mano de dos muletas y me cuesta mucho dolor cada pasito que doy. Bendito sea el que así me regala."

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APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 2 - 7

jueves, 20 de diciembre de 2012
   138. También tenía la Madre María Cándida como religiosa, para después que se trasladase con sus hijas a Valdepeñas, a doña Juana Vizcaíno, aunque por fin, muerta la Madre María Cándida y diferida por muchos años la traslación de la Comunidad a Valdepeñas, no llegó a serlo.

     139.    Tenía asimismo recibida la Madre María Cándida para religiosa de su convento de Valdepeñas a doña María Juana Díaz y Lima, alma muy favorecida de Dios y muy querida de la Madre María Cándida. Estando un día en oración por la mañana temprano esta doña María Juana pidiendo a Dios la hiciese conocer en qué estado quería que le sirviese, se le presentó el Niño Jesús algo confuso debajo de un dosel y la dijo: "Ve a la Madre Cándida", y ésta había tenido revalación de que el Señor quería que dicha doña María Juana fuese una de las hijas de su fundación. 
   
    140.  El 30 de Septiembre de 1860 tenía la Madre María Cándida, además de la compañera Dolores de Jesús, dos jóvenes admitidas para religiosas de coro, a saber: Sor Luisa de San Rafael y Sor Victoria, y una niña educanda, llamada Dolores, que la Madre María Cándida instruía y educaba con todo esmero, más alguna otra joven para hermana de velo blanco; pero ninguna de ellas llegó a profesar en vida de la Madre María Cándida, porque ésta no tenía facultad para dar profesiones en Toledo.

      141.    Sor Luisa de San Rafael, muerta la Madre María Cándida, prefesó en el convento de Agustinas Concepcionistas de Toledo el año 1864 y era Priora en el año 1876. Entonces en 22 de Marzo del mismo año 1876, obtuvo licencia para pasar al convento de Valdepeñas y fue la primera Superiora de aquel convento, fundado por su cara Madre Sor María Cándida de San Agustín, de la cual ni después de muerta ésta quiso separarse. Al ser recibida entre las Agustinas Concepcionistas, vulgo Gaitanas, de Toledo, tomó el nombre de Sor Luisa del Santísimo Sacramento.
Recipientes de cerámica pertenecientes a religiosas contemporaneas  de Madre Cándida

     142.    Ni faltaron milagros para la admisión o exclusión de alguna que pretendió ser religiosa en la fundación de la Madre María Cándida.
     El día de Santiago de 1860 estaba la Madre paseando por el patio del convento con una pretendienta, llamada María, que la llevaba agarrada del brazo. En esto se presentó la fundadora de la casa con hábito negro y corona de rosas, y empujó a la María y la separó de la Madre, recibiendo la pretendienta un susto muy grande, aunque ella nada vió. Decía también la misma pretendienta que cuando abrían la puerta reglar y estaba ella allí se sentía empujada de los hombros hacia fuera sin ver a nadie. Esta pretendienta se puso enferma, y tuvo que salir, después de ser causa de grandes penas para la Madre María Cándida con motivo de la enfermedad y dificultades para la salida. Al fin, ésta se verificó, recogiendo a la pretendienta su madre en presencia de D. Manuel  Raposo, como la Madre lo había pedido al Señor, en lugar del confesor ausente.
    
     143.    Preocupábase también la Madre María Cándida de reunir, sobre lo poco que tenía ya en Toledo, el mobiliario necesario para su convento de Valdepeñas.
     Estando todavía en Alcalá, decía a la Madre Carlota en la carta citada de 18 de Marzo de 1853: "Ya sabe usted, hermana mía, que voy a poner casa y necesito muchas cositas de ustedes. Diga usted a nuestra amada Madre que, sin andarme con réplicas, tiene que regalarme cuatro corporales ricos, dos vestiduras de copones y dos manteles de altar, que tengan seis varas de largo; esto se lo pido yo, sin perjuicio de lo que ustedes me quieran dar; aunque tengan que hacer algún esfuerzo, es para Nuestro Señor y lo sabe pagar con usuras. Cuanto me den ustedes, hermanas, me tomo; manos a la obra: no tengo vinajeras, ni jarro, ni incensario, ni misales, ni donde los ponen , que no sé cómo se llaman. Dios Nuestro Señor moverá los corazones."
     El 26 de Marzo de 1858 escribía a doña Juana Vizcaíno: "Voy a hablarte con claridad de madre. No tenemos trastos de cocina, y necesitamos de cuanto tú puedas tener; quiero darte lo que valga, y no quita esto para que tú me des lo que quieras. También necesito sillas, sofaes, o confidentes..." No se sabe qué otras cosas más pediría la Madre María Cándida, porque esta carta ha llegado a nosotros incompleta.
Cubertería perteneciente a la fundación

     144.    Sobre la vergüenza que le daba a la Madre María Cándida el pedir, tuvo que padecer no poco con las negativas de algunas personas, a las cuales se había dirigido pidiendo favor y ayuda para su obra.

     145.    Escribió desde Toledo  a Aranjuez a Sor Patrocinio para que hablase al Rey en favor de su fundación y para que la diese alguna cosa para ayuda de la obra, y la Madre vió cómo Sor Patrocinio dijo al Rey todo lo contrario y que antes había y eran otras necesidades que aquella.

    146.    Respecto de otra negativa escribía así la Madre María Cándida en 15 de Septiembre de 1860 a doña Juana Vizcaíno: "Mucha vergüenza me ha dado lo que me cuentas de la Madre Superiora de las Salesas... De lo que te dije me había respondido cuando la pedí un frontal para el altar del Santísimo Niño, el mismo día que recibió mi carta me contestó negándomelo, diciéndome me  daban mucho. Todo sea por Dios; ya no las pediré más.

     147.    Las religiosas del convento de Toledo, que con tan buena voluntad recibieron en su casa a la Madre María Cándida, seguían teniéndola en gran aprecio, como se deduce de algunos actos que se conocen.

    148.    El año 1854 la prestaron una suma de dinero, como consta de la carta que el 9 de Junio de 1854 escribe la Madre a d. Juan de Dios Vasco, presbítero, apoderado suyo en Valdepeñas, en que le dice: "Hace bastantes días escribí a usted suplicándole mandara el dinero que tuviese disponible, encargándole vendiera las diez arrobas de aceite, y no me lo ha mandado ni me ha escrito. Lo siento, porque debo a esta Comunidad quinientos reales y di palabra a la Prelada se los pagaría antes de quince días y se ha pasado más de un mes; aunque no me dicen nada, me da vergüenza".
     
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APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 2 - 6

jueves, 6 de diciembre de 2012
     131.    Mucho trabajó la Madre Cándida por que se zanjase cuanto antes este incidente. "Te hago saber -escribía a doña Juana Vizcaíno el 9 de Octubre de 1860-, que el Consejo de las Ordenes se cree con derecho a llevarnos a Valdepeñas, y así lo han hecho; formarán el expediente. Dios nuestro Señor les premie el gran interés que se han tomado por nosotras: veremos cuando lo manden al Ministerio cuándo lo despachan. Ahora es cuando más necesitamos los empeños para el ministro: acaso don Bernardino no haya entregado la carta del diputado y espere hacerlo ahora. Pidamos a Dios le mueva el corazón." "Todavía no han despachado en el Ministerio -la decía el 17-, lo que han pedido en el Consejo de las Ordenes."

     132.    Siguiendo con interés este expediente se informaba la Madre María Cándida de su curso y, conocida la defensa del señor Arzobispo, decía a doña Juana el 3 de Diciembre: "Veremos lo que contestan la Ordenes; es una pena, culpan al Arzobispo"; y conocida la contestación de las Ordenes, el 10 de Diciembre la escribía: "Veremos lo que responde el Arzobispo a las Ordenes: éstas le piden manifieste los documentos que tenga; no tendrá más remedio que hacerlo, y si no contestaba al tiempo que le señalen, pierda el derecho y no pueda ya reclamar."

     133.    Para acelerar la conclusión de este expediente en lo que a su fundación interesaba, había presentado una instancia la Madre María Cándida y se valía de su apoderado D. Bernardino Tormejón y del diputado a Cortes D. Pedro Vicente Caballero, que residía en Valdepeñas, para obtener cuanto antes la deseada licencia de trasladarse a su convento. "Le entregaron la carta del diputado a Negrete -decía la Madre María Cándida a doña Juana Vizcaíno en 31 de Diciembre de 1860-, hoy creo hace ocho días, y no he vuelto a saber nada... En Dios sólo confío... Hágase y cúmplase la voluntad de nuestro Padre celestial." "No he sabido nada de la respuesta que haya dado Negrete -añadía el 4 de Enero de 1861-, ni creo que D. Bernardino me lo ocultara por mala que fuera. El Diputado me ha escrito muy fino poniendo a mi disposición cuanto tiene; le he contestado dándole gracias. Me ofrece venir a primeros de este mes sólo por servirme y conseguir la Real orden." "Ayer por la tarde volvía a escribir el 8 de Enero- recibí el correo de la Mancha con tres días de atraso y recibí carta de la esposa del Diputado. Me decía había salido su esposo en aquel momento para la corte, resuelto a no descansar un momento hasta conseguir trasladarnos a Valdepeñas; que estaba suspirando por abrazarme con otras muchas cosas cariñosas que manifiestan bien el gran interés que tienen en llevarnos."

     134.    Esta competencia, con los incidentes que la acompañaron y siguieron, fué para la Madre María Cándida causa de muchos padecimientos, gastos y disgustos, entre los cuales se cuenta el de no haber podido conseguir en vida trasladarse a su querido convento de Valdepeñas.

     135.    A la vez que la Madre María Cándida se ocupaba en lo material de la fundación del convento de Valdepeñas, se preocupaba de la formación de las que como religiosas habían de habitarle, tomando para esto como sólida base la vida común perfecta según la Regla de San Agustín que profesaba.
     A doña Juana Vizcaíno, viuda de D. Manuel Torres, que la Madre María Cándida quería que fuese religiosa de su fundación, contestaba el 8 de Junio de 1858 diciendo: "Nuestra vida es común, de modo que una almendra que sea es para todas, sin tener más cuidado que desempeñar cada una donde la obediencia las pone. La Prelada las da cuanto necesitan sin que tengan las religiosas necesidad de pedírselo. No hay entre todas más que una voluntad y un querer.¡Cuántas veces me dirás tú, hija mía: Madre, no me podía yo pensar tanta paz, tanto consuelo y tanta alegría! ¡Bendito sea Dios Nuestro Señor que me ha traído a su casa! Ayúdeme usted a darle gracias, Madre mía." En la misma carta la expone también la Madre la clase de alimentos y horas en que los tomaban la Religiosas, y a petición de la misma le  incluía una "Lista de la ropa que han de traer las que entran en nuestro convento", que juntamente con la carta se conserva.
Medias y colcha de la cama de  M. Cándida

     136.    Con la licencia de la Priora y Comunidad del convento en que habitaba, empezó la Madre María Cándida a recibir algunas novicias para su convento de Valdepeñas, aunque la autorización del Prelado aparece siempre concedida para el convento de Toledo de Agustinas Concepcionistas, vulgo Gaitanas.
       El 10 de Septiembre de 1855 escribía a don Juan de Dios Vasco, presbítero: "Desde que usted me habló de esa señorita, la tengo mucho cariño y deseo trasladarme para tenerla a mi lado. Tengo una novicia que es un ángel, se me cae la baba con ella." Era ésta Sor Luisa de San Rafael, que después de muerta la Madre María Cándida, fué Superiora en el convento de Valdepeñas.

     137.    En 29 de Agosto de 1856 escribía a doña Micaela Gallego: "Sepa usted, hija mía, la quiero desde que nuestro buen paisano (Don Juan de Dios Vasco) me habló de usted... La quiero como si ya la tuviera a mi lado. En todo el mes próximo voy a dar el santo hábito a dos que son de pueblos inmediatos a esta ciudad. Tengo novicias muy buenas. Pida usted, hija mía, a Dios Nuestro Señor nos traslademos pronto a nuestro convento de Valdepeñas para tener el gusto de abrazarla a usted. Reciba usted cariñosas expresiones de mis religiosas."
Mantel preteneciente a  M. Cándida


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