APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE LA MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 7, 3

miércoles, 13 de noviembre de 2013

     497.    A  Juan Bautista Clemente y Muñoz se le dislocó un pié, y se le torció de tal manera, que todos los remedios para curarle, a pesar de haber estado con ese objeto cuatro meses en Madrid, en el Hospital de la Princesa, resultaron inútiles.  Cinco años llevaba en este lamentable estado, cuando a su madre la ocurrió la idea de pedir su curación al Niño del Consuelo y a la Madre María Cándida con promesa de ir nueve días de rodillas desde la puerta de la iglesia de Agustinas de Valdepeñas hasta el sepulcro de dicha Madre rezando el rosario. En uno de estos nueve días, sintió esta buena mujer la inspiración de poner paños de agua fría al pie de su hijo y de que por los méritos del Niño Jesús del Consuelo e intercesión de la Madre María Cándida , sanaría; sacó pues, un cubo de agua del pozo y aplicó al pie del hijo paños de agua fría, dedicándose mientras se secaban a sus ocupaciones domésticas. Entretanto, el hijo metió el pie en el cubo de agua fría, y al instante empezó a gritar: "-Madre, madre, que estoy bueno y puedo andar", y la abuela del enfermo, avisando a su hija, decía: "-Hija mía, ven, que el Niño Jesús del Consuelo y la Madre Cándida han hecho el milagro". Efectivamente, la madre del enfermo comprobó con indecible alegría que su hijo estaba perfectamente curado. Desde entonces, y hace de esto diez y siete años, Juan Bautista Clemente y Muñoz se dedica, como antes de quedar cojo, a sus faenas, sin haber tenido novedad ni experimentar molestia alguna en ese pie. Otra inspiración sintió a la vez la madre, respecto de este hijo, a saber, que el Señor le depararía una fiel compañera con quien casarse y con la cual sería feliz, inspiración que también ha tenido su cumplimiento.

     498.    Doña Juana Torres, esposa de D. Anselmo de la Hoz, en su último embarazo sufría tan fuertes ataques nerviosos y llegó a tal extremo de debilidad, que la profesora médica que la asistía en el parto, la juzgó en inminente e inevitable peligro de muerte, retirándose la madre de la enferma por no sentirse con fuerzas para presenciar la triste escena de la muerte de su hija; pero ésta con gran fe pidió que la pusiesen sobre la ropa el diente de  la Madre María Cándida, se encomendó a ella e inmediatamente dió con toda felicidad a luz un niño, el cual además vino a robustecer los lazos de unión de ambos esposos que deseaban mucho tener un hijo varón, no habiendo tenido hasta entonces más que niñas.

     499.    Doña Romana Reolid tuvo hace dos años una gravísima pulmonía y llegó una tarde al extremo de creer los médicos que no podría superarla; pero encomendándose a la Madre María Cándida mejoró notablemente en seguida, con maravilla del médico y del confesor, que la vieron al día siguiente completamente fuera de peligro: después en pocos días recuperó perfecta salud.

     500.    Un niño de pecho, raquítico y deforme, con dos bultos en la cabeza, el cráneo dividido en dos partes y el pecho tan puntiagudo y comprimido que apenas podía respirar, se hallaba completamente desahuciado del médico, que consideraba inevitable su muerte. En esto la madre, doña Dolores Santo Domingo, y otras personas amigas, a saber, la señora Leonor Costadellas, viuda del general Rojas, y su hija, devotas de la Madre María Cándida, y doña Juana Torres, fueron de la idea de pedir al Señor la salud del niño por intercesión de la expresada Madre María Cándida; le pusieron sobre la cabeza en forma de boinita un trozo del velo de dicha Madre y desaparecieron inmediatamente algunos de los achaques de que adolecía el niño, y los demás con sólo llevar al cuello un pedazo de dicho velo, van también lentamente desapareciendo.

     501.    El P. José Agustín Fariña, Agustino, llamdo a Roma por su Superior General, vino de Chile a España el año 1917: al pasar por Francia fué apresado en Bayona como sospechoso por causa de la guerra, y experimentó la eficacia de la intercesión de la Madre María Cándida a la cual se encomendó. El mismo escribía en 27 de Junio de 1918 al P. Benigno Fernández lo siguiente: "No dudo que en mi prisión ella me favoreció. Como usted me había hablado  tanto de ella y con tanto entusiasmo y yo llevaba sus imágenes para el Padre General, me encomendé a ella de todo corazón y le decía: Vamos a ver; para estas circunstancias son  los hermanos. Tú has dicho que en esta guerra te invocarán y vendrás a auxiliar a los que a ti clamen; pues ya está cumplida la primera parte de tu profecía, pues yo, preso por la guerra, te invoco; cumple tú ahora la segunda. Y no dudo que me ayudó, pues para mí es un milagro, que asombraba a mi abogado y a cuantos estaban conmigo, que siendo yo tan delicado de salud, viniendo de un país caliente y hallándome un mes con la temperatura de 16 grados bajo cero y en mi calabozo de 5 sobre cero de día y de noche, ni me constipé ni sentí frío."

     502.    De varios otros casos en que los devotos de la sierva de Dios, Sor María Cándida de San Agustín, han experimentado su protección, después de haberla invocado, en sus angustias de espíritu o enfermedades corpóreas, darán claro testimonio los correspondientes testigos que oportunamente serán examinados.





  Cuadro que el primer grupo de peregrinos en visitar los lugares donde pasó sus últimos años la Madre Cándida de San Agustín,
 regaló al Monasterio de San Diego de Alcalá, en Valdepeñas, del que fue su fundadora.





                                                                                             FIN
    

      P.D.: Con esta página, doy fin a la transcripción exacta de los apuntes recopilados por el P. Eustasio Esteban O.S.A. (Prior General de la Orden de San Agustín). 
   Las fotografías y grabados que en ella aparecen, se han incluido  con el fin de complementar, enriquecer y actualizar la  narración. 
     ¡Todo a mayor gloria de Dios! y para que la fama de santidad de la Sierva de Dios, se extienda por el mundo entero y pronto la podamos venerar en los altares.


            El 13 de noviembre,  festividad de todos los Santos de la Orden Agustiniana  y también festividad de San Diego de Alcalá, titular del convento de agustinas de Valdepeñas del que fue fundadora la Sierva de Dios Madre Cándida de San Agustín.


       Desde este blog se ruega a todas aquellas personas que encomendándose a la  poderosa intercesión de la Sierva de Dios Madre Cándida de San Agustín, obtengan alguna gracia o favor, lo comuniquen a:

                                            Monasterio de San Diego de Alcalá

                                                               MM. Agustinas
                                               13300 Valdepeñas (Ciudad Real)
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                                                               Oración 
  
                                      ¡Oh Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo!
                         que de tantas maneras has manifestado tu Omnipotencia
                         y Misericordia en favor de los hombres: escucha mis ruegos
                         en la necesidad que ahora siento y por los méritos e intercesión
                         de la V.M. Cándida de San Agustín, concededme la gracia que 
                          pido si ha de ser para tu mayor gloria y bien de mi alma. Amén
                           
                                                        (Hágase la petición y récense tres Gloria Patri)


                

APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE LA MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 7, 2

miércoles, 6 de noviembre de 2013


     486.    Doña Elisa Pingarrón, que siendo niña había visitado varias veces en compañía de su madre, doña Valentina Yárritu, a la Madre María Cándida, sufría de ataques, que el médico conceptuaba graves y de difícil  curación; le fué aplicado el diente de la Madre María Cándida, se encomendó a ella y desaparecieron por completo dichos ataques.

     487.    Una señora, llamada Feliciana Campillo, que había sido novicia en Toledo después de la muerte de la Madre María Cándida, habiendo salido del convento, conservaba como reliquia una muela de la Madre, que la había regalado la Madre Sor Luisa. Cierto día acometió a un hermano de dicha señora un grande y tenaz dolor de oídos, y acordándose de la citada reliquia se la puso al hermano sobre el oído dolorido, sugiriéndole que dijera: "Madre Cándida, cúrame, que si quieres bien puedes", y encomendándose él a la Madre María Cándida  con dicha oración, instantáneamente desapareció el dolor, y dijo a la hermana: "Quítala, que ya no me duele." La misma señora Feliciana Campillo, padeció mucho tiempo fuertes dolores de garganta, e introduciendo en su boca en lo más agudo del dolor dicha muela, y encomendándose a la Madre María Cándida, consiguió muchas veces que se la calmase el dolor.

     488.    La Comunidad del convento de Agustinas Magdalenas de San Diego de Valdepeñas, estaba en cierta ocasión necesitada de jabón para concluir de lavar la ropa y sin medios para comprarlo. Avisaron  lo que pasaba las tres Hermanas encargadas del lavadero a la Presidenta de la Comunidad, que lo era la Madre Luisa, primera discípula de la fundadora del convento, y la Presidenta las mandó que fuesen al sepulcro de la Madre María Cándida y se l0 pidiesen; así lo hicieron ellas, llevando una vasija y colocándola en la hornacina de la sepultura junto a la inscripción que allí se lee, y al poco tiempo pasó recado la Madre Tornera a la Presidenta que una señora, llamada Gala, había traído de limosna en un pañuelo una cantidad de jabón fresco por si la Comunidad lo necesitaba, con lo cual se pudo cómodamente concluir el lavado de la ropa de aquella semana.

     489.    Sor Teresa de Jesús, religiosa profesa del mismo convento de Agustinas de Valdepeñas, padeció durante muchos años de caries en el hueso del brazo derecho, y en los días de sus mayores dolores sólo encontraba alivio colocando el brazo sobre la sepultura de la Madre María Cándida, fundadora del expresado convento, y encomendándose a ella.

     490.    Un albañil llamado Juan Manuel Antequera, estando trabajando en una casa de Valdepeñas cayó del andamio desde bastante altura y al caer invocó a la Madre María Cándida, ofreciendo mandar decir una misa si le libraba de la muerte. Resultó el albañil ileso en esta caída  y cumplió religiosamente su promesa.

     491.    La madre de D. Enrique Mateos-Aparicio, sacerdote, con quien reside hoy  en Moral de Calatrava, no pudiendo dar a luz en un parto muy difícil, acudió a Valdepeñas a la intercesión de la Madre María Cándida y al momento nació felizmente la niña, que con el nombre de Pura bendice ahora a dicha Madre Cándida y la profesa gran devoción.

     492.    Doña Josefina Pinilla, casada en Valdepeñas, con tales dificultades se encontró una vez para dar a luz que los médicos consideraron desesperado el caso y la paciente en inminente peligro de muerte, dejándola por deshauciada. En tan grave conflicto fué llevada a la enfermera por doña Ramona Hurtado de Mendoza la correa de la Madre María Cándida de San Agustín, y lo mismo fué ceñírsela que dar a luz felizmente. Cosa semejante sucedió también en otro caso con doña Paulina Pinilla, hermana de dicha Josefa, y ésta nunca ha querido en los siguientes embarazos estar desprovista de la correa de la Madre María Cándida, pidiéndola con bastante antelación y resistiéndose a devolverla hasta no haber dado a luz.

     493.    Doña Petra García, devotísima de la Madre María Cándida, ha experimentado varias veces la eficacia de esta devoción, principalmente  después que quedó viuda, viéndose prodigiosamente socorrida por intercesión de dicha Madre en graves necesidades de la vida.

     494.    Hicieron de la Madre María Cándida en vida de ella algún cuadro al óleo y de él algunas copias o retratos también al óleo. La Madre misma, en carta  de 26 de Agosto de 1860, decía a doña Juana Vizcaíno: "Los retratos han venido tres...; se han manchado, uno tanto que no puede presentarse a nadie. Los ha sacado de cuerpo entero con el libro según estaba el de Santiago. Tenía razón el Conde en decir está atarugado: tengo más narices que cara y una mano grandísima." El  cuadro de la Madre, pintado por Santiago Oñate, cuyo nombre se lee detrás de la tela, lo posee y conserva con veneración grande doña Juana Torres, y tiene de especial que la cara presenta a veces cambios extraordinarios, apareciendo la Madre ora alegre, ora triste, según los acontecimientos prósperos o adversos que sobrevienen después en la familia de doña Juana. Estos cambios, cuando suceden, los notan tanto ella como los demás individuos de la familia.


Retrato al óleo que representa a la Madre Cándida un año antes de morir
 y del que ella misma muestra su descontento.


     495.    Fenómenos análogos se han observado en las fotografías de dicho retrato. En la que tenían con gran reverencia D.  Paz García Valliano y su esposa doña Joaquina García, y hoy conserva su hija doña Petra García, observaron dichos cónyuges D. Paz y doña Joaquina, con varias otras personas, que la Madre María Cándida en los días de jueves y viernes santo movió varios años los ojos y la pluma que tiene en la mano derecha.

     496.    Estando desahuciada de los médicos una mujer pobre en Madrid, en el barrio de Chamberí, una joven llamada Carmen Sent Fernández, que después se hizo religiosa en el  convento de Valdepeñas, en que actualmente vive y se distingue con el sobrenombre de San Agustín, llevó a la enferma la fotografía del retrato al óleo de la Madre María Cándida, que por regalo de doña Josefa Martínez poseía su familia, para que se lo aplicasen a la enferma. Lo mismo fué colocar la fotografía debajo de la almohada de la moribunda que comenzar ésta a sudar copiosamente y librarse de la muerte, como atestiguó la persona que devolvió la fotografía. 


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APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE LA MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 7, 1

sábado, 26 de octubre de 2013
                                                      
                                            VII


                                               DE  LAS  OBRAS  Y  MILAGROS  
                DE  LA  SIERVA  DE  DIOS SOR MARÍA CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN
                                                  DESPUÉS DE SU MUERTE.
                             


     476.    La fama de santidad de la Madre María Cándida de San Agustín está confirmada con prodigios que después de su muerte ha obrado el Señor por intercesión de esta su Sierva.

     477.    Doña María Juana Díaz y Lima, alma muy favorecida de Dios y muy querida de la Madre María Cándida, fué a quien ésta después de su muerte de ordinario se manifestaba en Toledo y de quien se valía para dar avisos a unos y a otros.

     478.    En la muerte de D. Antonio Jurado, cuñado de dicha doña María Díaz, vió ésta a la Madre María Cándida cómo le asistió tres días y así tuvo una muerte tan buena y tranquila, que el sacerdote que le asistió quedó admirado de ver aquello, sin saber la causa, y decía que había asistido a muchos, pero que no había visto morir así a ninguno. Se salvó D. Antonio y pronto voló al cielo con la Madre María Cándida, según ésta manifestó algunas veces.

      479.    Algunos de los avisos dados el año 1862 por la Madre María Cándida a esta doña María Juana se referían a la fundación de Valdepeñas.

     480.    Doña Josefa Martínez, viuda, natural de Almorox, provincia de Toledo, conoció a la Madre María Cándida y la amaba y veneraba mucho. Necesitada de recursos, empeñó en el Monte de Piedad de Madrid algunas cosas de valor. Estando para vencer el tiempo del empeño y no disponiendo de medios suficientes para el rescate de lo empeñado, resolvió prorrogar el contrato, pagando los intereses respectivos, y conservando así el derecho al rescate. Fué con este objeto al Monte de Piedad y como explicó lo que deseaba, contestaron los empleados que ya estaba renovado dicho contrato, añadiendo, a instancias de la interesada, que lo había renovado una señora vestida de monja para ellos desconocida. Averiguadas las señas comprendió la señora favorecida que  había sido la Madre María Cándida la que de esa manera milagrosa la había socorrido, no teniendo tampoco ella en Madrid ninguna persona conocida que pudiera hacer con ella tal obra de caridad.

     481.    Un caballero, que no sabía nada de su señora ausente, fué preocupado, al convento de Agustinas Concepcionistas de Toledo, vulgo Gaitanas, después de la muerte de la Madre María Cándida a suplicarla diese alguna señal de si a dicha señora pasaba o no algún mal. Sor Luisa de San Rafael fué al sepulcro de la Madre y la dijo: "-Madre Cándida, os suplico deis alguna señal de que no pasa nada a esta señora", y la Madre dió tres golpes en la bóveda, por lo que Sor Luisa dijo al caballero: "-Esté usted tranquilo, que a su señora no le ocurre nada." Y así era, como después se supo.

     482.    Nicanora Sánchez Valdemoro, de Villa del Prado, a los pocos años de casada padeció grandes dolores, estuvo gravísima y quedó imposibilitada. Su madre Eugenia, que había conocido a la Madre María Cándida y era su devota, recomendó a la hija que pidiese la salud a la Madre Cándida; hízolo así ésta y al día siguiente amaneció completamente buena, quedando todos admirados de este hecho. Luisa Hernández, hija de la favorecida con este milagro, atestigua que se lo oyó contar así a su difunta madre, la cual murió hace cuarenta y dos años. 

     483.    El día en que fueron trasladados, el año 1876, los restos de la Madre María Cándida del convento de Agustinas, llamadas Gaitanas, de Toledo al de Valdepeñas por ella fundado, un hombre paralítico, cuando pasaba por Valdepeñas el cortejo que conducía el cuerpo de la Sierva de Dios, comenzó a clamar diciendo: "-Madre Cándida, ya que tanto amor y devoción os he tenido, haced que yo pueda andar y acompañaros hasta el convento"; y al momento se sintió sano, tiró las muletas y pudo acompañar por su pie a los que llevaban los restos de la Madre Cándida hasta el convento.

     484.    Estaba en el muro, como lo está hoy, encima del sepulcro de la Madre María Cándida, pendiente, en su parte alta, de dos fuertes clavos y correspondientes anillas, un cuadro sin marco pintado al óleo, que representa la visión de San Diego de Alcalá, el Beato Julián de San Agustín y Santa Teresa de Jesús, que dicha Madre tuvo en la noche del 11 de Noviembre de 1828, y la curación milagrosa en ella obrada entonces por el mencionado San Diego. Este cuadro, al pronunciar el sacerdote el nombre de María Cándida en la oración final de las honras celebradas en sufragio de su alma al día siguiente de la traslación de sus restos, cayó y quedó derecho sobre el sepulcro sin que se hubiesen movido los clavos ni las anillas de que pendía, cosa que llamó grandemente la atención de los presentes, gritando doña Juana Vizcaíno: "¡Milagro, milagro!"    



Cuadro que representa a San Diego de Alcalá curando a la Madre Cándida de San Agustín 

     485.    Una costurera, que quería ser organista en el convento de Agustinas de Valdepeñas, tuvo un gran flemón, llevaba enferma muchos días y no podía ni hablar. Una mañana, loca de dolor, fué a casa de la señora donde trabajaba a decir que no podía trabajar, pues no tenía ni un momento de reposo; pero entonces se acordó de que dicha señora tenía un diente de la Madre María Cándida y pidió por favor que se le diera; se lo puso en el carrillo y empezó a rezar. No pasó un cuarto de hora cuando la joven se levantó, escupe un poco y dice: "-Ya estoy bien, ya me ha curado la Madre"; y , en efecto, se puso a trabajar y luego comió sin dificultad alguna.

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APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE LA MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 6, 4

lunes, 21 de octubre de 2013
     466.    Don Eusebio Vasco, abogado, que a sus padres y tíos ha oído decir muchas cosas de su paisana la Madre María Cándida de San Agustín, persuadido de la santidad de ella, ha procurado salvar de la destrucción la pila en que fué bautizada, llevándola a su casa y conservándola con religioso respeto. Posee con igual veneración un trozo del velo, varias cartas, una fotografía ampliada de uno de los retratos al óleo de la Madre y un cuadro que, sirviéndose de dicha fotografía, mandó hacer a un pintor.                        

     467.    Las mujeres casadas de Valdepeñas tienen especial devoción a la Madre María Cándida y para librar bien en sus partos van en busca de una de las correas que la Madre usó en vida, con cuya aplicación creen poder salvar de todo peligro, y no ven defraudadas sus esperanzas.

     468.    Doña María Tormejón, hija de D. Bernardino Tormejón, había conocido y tratado, además de sus propios padres, muchas otras personas, que a su vez conocieron y trataron a la Madre María Cándida, y en unión de otras personas hacía diligencias por conocer mejor, para gloria de Dios, la santa vida de dicha Madre.

     469.    Con este objeto escribió a la Superiora de las Agustinas de Valdepeñas, Sor Catalina del Consuelo, la cual, entre otras cosas, la decía en su contestación: "En lo que me dice usted si tenemos alguna cosa de nuestra querida Madre Cándida..., con bastante sentimiento digo a ustedes que nada tenemos, aunque mucho, muchísimo desearíamos poseer alguna cosa de su vida..., sólo tenemos una copia del milagro que hizo San Diego con nuestra querida Madre, de que ya ustedes saben... ¡Madre mía! ¡quién tuviera algo más de tu santa vida y que fuera servido el Señor de hacerte conocer para su honra y gloria!... Deseamos mucho que resulten favorables sus diligencias y puedan conseguir, para gloria de Dios Nuestro Señor, siquiera alguna cosa (de las muchas que indudablemente habrá en su vida) que la glorifique y saque del silencio, si es la divina voluntad."


Objetos personales de la V. Madre Cándida de San Agustín que se conservan en el convento de Valdepeñas

     470.    Había presentado doña María Tormejón la citada carta de la Madre Catalina del Consuelo a D. Anastasio Sotés, hijo también de confesión del P. Sabas Trapiella. Tenía ya don Anastasio copia de los Apuntes de D. Manuel Raposo y de la Declaración de la Madre Dolores de Jesús, relativos a la vida de la Madre María Cándida de San Agustín, que él había sacado fielmente de sus respectivos originales, y muerta al poco tiempo doña María Tormejón, puso él manos a la obra de adquirir más noticias acerca de la vida de la misma Madre María Cándida.

     471.    Tal opinión tenía D. Anastasio de la santidad de la Madre María Cándida que, viviendo aún D. Manuel Raposo, le dijo: "-¡Qué lástima que el confesor no mandase a la Madre Cándida que escribiese su vida!", a lo que contestó D. Manuel: "-Ya la dejó escrita en dos tomos".

     472.    Por medio de un religiso de San Juan de Dios hizo D. Anastasio escribir a Toledo, y la Priora de la Agustinas Concepcionistas, vulgo Gaitanas, en cuyo convento murió la Madre, contestó, entre otras cosas, que ésta por orden del confesor escribió su propia vida.


Certificado de la curación milagrosa de San Diego de Alcalá a la Madre Cándida

     473.    Recogidas las noticias que pudo recoger y copiadas a continuación de dichos Apuntes y Declaración, determinó dar el cuaderno a los PP. Agustinos, por si pudiera servir para el proceso de beatificación de la misma Madre, y así lo hizo por medio del Ilmo. Sr. Soto y Mancera, auditor de la Rota española y después Obispo de Badajoz.

     474.    Doña Josefa Sotés, hija de D. Anastasio Sotés y su legítima esposa Ignacia Mendaza, residente en Zúñiga, conservaba con veneración unas cartas de la Madre María Cándida de San Agustín a D. Manuel Raposo, con otros objetos que pertenecieron a dicha Madre y ella había recibido a la muerte de sus padres. Al entregar el año 1915   a los PP. Agustinos dichas cartas por conducto del R. P. Juan Grande Antía, religioso de San Juan de Dios, ha querido conservar cono reliquias un pedazo del velo de la misma Madre y una especie de carterita que en vida usó. 

     475.    Doña Juana Torres, hija de D. Manuel Torres, que siendo niña se halló presente el año 1876 con su padre y su tía doña Juana Vizcaíno a la traslación de los restos de la Madre María Cándida de San Agustín, de oir contar a su padre y a su tía la vida portentosa de dicha Madre, llegó a tenerla en gran veneración. A la muerte de la tía conservó como reliquias algunas de las cartas de la Madre María Cándida, dirigidas a sus mencionados tía y padre, juntamente con un trozo de su velo, la muñeca vestida de religiosa agustina por la misma Madre, el cuadro al óleo que la representa y el diente regalado por la Madre Sor Luisa a doña Juana Vizcaíno. En tal estima y veneración tiene doña Juana Torres a la Madre María Cándida, que se le hace duro verse privada, aun por poco tiempo, del cuadro que la representa; y obligada por su misma devoción a prestarlo el año 1918 a la Postulación Agustiniana, para servirse de él y sacar diversas copias, lo sustituyó poniendo en su lugar una estampita de la misma Madre.




Muñeca vestida con el hábito blanco que las agustinas usaban a diario, 
el negro se reservaba para las fiestas y solemnidades.



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APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE LA MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 6, 3

miércoles, 16 de octubre de 2013


     451.    Jacinto López, de Villa del Prado, visitó muchas veces, varias de ellas acompañado de su esposa Faustina Martín, a la Madre María Cándida, a la cual veneraba como santa, y como tal siguió venerándola después de muerta. Asistió devotamente a la traslación de sus restos en Toledo, tocó a su boca, que estaba fresca como el día en que murió, el rosario que usaba, y conservó con gran veneración una fotografía de uno de los retratos al óleo que representan a la Madre. Por tan santa la tenía, que en el rezo con su familia, después de las comidas, entre los Padrenuestros que rezaba, uno era de devoción a la Madre María Caádida, diciendo: "-Un Padrenuestro a la Madre María Cándida, no porque ella lo necesite, que es una santa, sino para que nos proteja e interceda por nosotros." Constantemente llevaba en el bolsillo el rosario que había tocado a su boca; de él se servía en la práctica de esa devoción, y en su muerte dispuso que fuese para una nieta que hoy lo conserva. Y la fotografía del retrato de la Madre quiso que le acompañase en el sepulcro, ordenando que se la pusiesen en la mortaja, orden que cumplieron religiosamente sus hijos el 31 de Diciembre de 1900, en que él murió santamente.

     452.    Don Paz García Valliano, farmacéutico en  Villa del Prado, juntamente con su esposa Joaquina García, continuó teniendo y venerando como santa a la Madre María Cándida después de muerta, se hizo con la fotografía del retrato al óleo de la misma y conservó con grande estima como alguna carta que de ella había recibido. Tal era la devoción de Don Paz y su esposa a la Madre María Cándida que en el rezo diario del Rosario añadían y se encomendaban con un Padrenuestro a ella denominándola "La Monja Santa".

     453.    Doña Petra García, hija de D. Paz García Valliano y de doña Joaquina García, heredó de sus padres la veneración y devoción a la Madre María Cándida, invocándola frecuentísimamente como santa y rezándola todos los días en tal concepto un Padrenuestro para que la proteja y ampare en sus necesidades. Conseva asimismo con gran estima la fotografía de uno de los retratos al óleo de dicha Madre, que fué de sus difuntos padres.

     454.    Doña Romana Reolid tuvo, como sus padres y hermanos, en opinión de santa a la Madre María Cándida, y como tal ha seguido y sigue teniéndola, profesándola verdadera devoción y venerándola con gran piedad en una fotografía de uno de los retratos al óleo que representan a la Madre María Cándida, fotografía que conserva con tanta estimación que por nada ha consentido ni consiente desprenderse de ella. De tal devoción ha experimentado doña Romana saludables efectos, pudiendo calificarse algunos de verdadero prodigio.

     455.    Doña Juana Vizcaíno, que trató mucho en vida con la Madre María Cándida, la veneró como madre, queriendo ser religiosa de su fundación de Valdepeñas, aunque no llegó a serlo, y la ayudó cuanto pudo para dicha fundación, socorriéndola también con sus limosnas; la siguió venerando como santa después de muerta, encomendándose en sus necesidades a ella; conservó como reliquias muchas cartas que de ella había recibido, un trozo de velo, una muñeca vestida de religiosa agustina por la misma Madre María Cándida y un cuadro al óleo que la representa; asistió con devoción   a la traslación de sus restos el año 1876, y procuró, por medio de la Madre Luisa, primera discípula de la Madre, hacerse con alguna reliquia de ella, consiguiendo que la diese un diente, por el cual obró después el Señor algunos milagros.

     456.    Doña Jacoba Aguado, muy amiga de la Madre  Cándida, a la que visitaba con frecuencia en el convento de Agustinas Magdalenas de Alcalá, conservaba con gran veneración un pañuelo calado y bordado por dicha Madre y quiso que después de su muerte fuese restituido al expresado convento para que se conservase en él como reliquia.

     457.    Don Antonio Puerta, canónigo de Alcalá y después de Toledo, tuvo en vida por santa, y como tal siguió teniéndola después de muerta, a la Madre María Cándida, y hacia el año 1880, llevó de Toledo y entregó al convento de Agustinas Magdalenas de Alcalá una fotografía de las pocas que entonces existían, de un retrato al óleo de la misma Madre, encargando a las religiosas que lo tuviesen como una reliquia.

     458.    En la Comunidad de Agustinas Magdalenas de Alcalá, en cuyo convento la Madre María Cándida vivió más de veintisiete años, siempre ha habido después de su muerte algunas religiosas que la han tenido por santa, como las hermanas Manuela de San Felipe y Francisca de los Dolores y la Madre Juana de Santa Teresa. Ésta, que falleció en 1909, conservaba con veneración un Corazón de Jesús pintado por la Madre María Cándida, en un trozo de papel, con la inscripción, "Detente: el Corazón de Jesús está conmigo", y se servía de él como de registro en su breviario. 



Santísimo Niño Jesús del Consuelo con quien la Madre Cándida mantenía una tierna familiaridad y actualmente
se venera en el Convento de Valdepeñas, por ella fundado.

     459.    La misma Comunidad de Madre Agustinas Magdalenas de Alcalá ha recibido y conserva con aprecio y veneración el pañuelo  calado y bordado por la Madre Cándida, restituido al convento después de la muerte de doña Jacoba Aguado y la fotografía del retrato al óleo de la misma Madre, regalada por el señor canónigo D. Antonio Puerta. Conserva asimismo, con religiosa estima el Corazón de Jesús pintado por la Madre María Cándida, varios libros con el nombre de ella y la mesa que fué de su uso, deseando que esta su ilustre hija llegue cuanto antes a ser venerada en los altares.

     460.    El P. Sabas Trapiella, docto y virtuso sacerdote de la Compañía de Jesús, que entre sus hijos de confesión contaba a D. Manuel Raposo, hizo el año 1866 un viaje a Toledo para visitar al prodigioso Niño Jesús del Consuelo de la Madre María Cándida, y puesto al habla con la Madre Dolores de Jesús, compañera que había sido de dicha Madre María Cándida desde el año 1827,  la instó y apremió vivamente para que escribiese lo que sabía de dicha Madre, diciéndola que estaba defraudando a Dios Nuestro si no lo hacía así para su mayor gloria; tal era el concepto que tenía de la santidad de la Madre María Cándida.


     461.    La Madre Dolores escribió el mismo año una compendiosa Declaración relativa a la vida de la misma Madre María Cándida, y se la remitió al expresado P. Sabas Trapiella. Empieza así: "Yo, Sor María Dolores de Jesús, declaro lo que he visto y sé de mi Madre Sor Cándida de San Agustín, que estuve a su lado desde el año 27 hasta el 61, que murió el 30 de Marzo. Lo que yo no he visto me lo tiene dicho la misma.- Toledo, a 6 de Marzo de 1866."

     462.    La misma Madre Dolores de Jesús, que en vida había tenido y venerado como santa a la Madre María Cándida, como tal la tuvo y veneró después de muerta y como tal la invocó en la hora de su muerte, que fué la de los justos, acaecida el 4 de Abril de 1879, en el convento de Agustinas Magdalenas de San Diego de Valdepeñas, cuya fundación había continuado y llevado a cabo después de muerta la Madre María Cándida de San Agustín.

     463.    La Comunidad de Agustinas Magdalenas de San Diego de Valdepeñas, siempre ha tenido, y tiene en concepto de santa, a su fundadora la Madre María Cándida de San Agustín, y conserva con religiosa veneración y como preciosas reliquias, un diente y dos pañuelos con algunas señales de sangre de ella. Conserva, además, el crucifijo que constantemente llevaba consigo, un trozo del velo , dos correas con que ceñía el hábito, un par de medias y algunas vendas que fueron de su uso. Igualmente dos sillas, una grande, de brazos, y otra pequeña, unas tijeras pequeñas, una de las muletitas de mano, de que se servía para andar en los últimos meses de su vida, y varios libros de edificante lectura que llevan de propia mano escrito el nombre de la Madre María Cándida. Asímismo un crucifijo grande, de mesa, y las imágenes de San Felipe Neri, San Diego de Alcalá y San Francisco de Paula, que con la preciosa y milagrosa del Niño Jesús del Consuelo, tenía la Madre fundadora en su celda. Finalmente, dos retratos al óleo de la misma Madre, enviados al convento por doña Juana Vizcaíno.


Crucifijo de mesa que perteneció a la Madre Cándida de San Agustín 


     464.    El Vicario General del Priorato de las Ordenes militares D. Clemente León y Rivas, contestando a la Presidenta del convento de Agustinas Magdalenas de San Diego de Valdepeñas que le avisaba de la traslación de los restos de la Madre María Cándida de San Agustín, se congratuló con ella y con toda la Comunidad por tan fausto acontecimiento, y, después de calificar de venerables dichos restos, añadió: "Tampoco dudo  que la presencia de los mismos enardecerá los corazones de sus hijas, llamándolas al cumplimiento de sus particulares deberes, y a la práctica de todas las virtudes de que su venerada Madre dió un constante ejemplo". 

     465.    Don Gabino Marqués, Dignidad de Tesorero de la Iglesia Primada de Toledo, asistió devotamente a la traslación de los restos de la Madre María Cándida, la ha tenido y tiene en opinión de santa, por consideración a ella ha hecho grandes beneficios a la iglesia del convento por ella fundado en Valdepeñas y conserva como reliquia con gran veneración el crucifijo que interiormente llevaba colgado al cuello la Madre María Cándida y le fué regalado por la compañera de la misma la Madre Dolores de Jesús.

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APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE LA MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 6, 2

viernes, 4 de octubre de 2013


     444.    Sucedió que D. Manuel tuvo que ir a Algete para visitar a su madre, ya muy anciana, que deseaba verle antes de morir, y desde alli el 31 de Agosto de 1848, se fué a Alcala, donde nunca había estado, y, sin saber dónde estaba el convento de Agustinas Magdalenas, se fué allá casi derecho, sin preguntar más que a una mujer cuando ya estaba cerca. Llegó al abrirse el torno, y al preguntar si se podía ver a Sor Cándida de San Agustín, oyendo tal pregunta la Madre Dolores de Jesús, que entonces era Tornera, le dijo: "-Usted es el señor Manuel", de lo que se admiró éste, no habiendo hablado nunca con ella ni estado él por allí.

     445.    Salió la Madre María Cándida, que desde Junio ya sabía que había de ir D. Manuel a verla, y después de dos o tres horas de preguntas y respuestas que éste tuvo con ella, aun de cosas que él sólo sabía y tenía en su interior, y de ver cómo concordaban sus palabras con la verdad, quedó plenamente convencido y satisfecho de la santidad de dicha Madre. Siguió después tratando con ella, visitándola y escribiéndola y recibiendo cartas de ella, de las cuales se conservan algunas, por espacio de más de doce años, confinmándose más y más en la verdad de la santidad de la misma Madre.

     446.    El 28 de Noviembre de 1860 escribía la Madre María Cándida a doña Juana Vizcaíno: "Encomienda a Dios a la única tía que tenía, hermana de mi mamá... Era buena cristiana, me temía mucho, no sé por qué. En sus últimos momentos me clamaba con todo su corazón; me decía: Cándida mía, ángel de tu tía, presenta mi alma a Dios, alcánzame el perdón de mis pecados; me pena mucho lo que he hecho contra tí, sobrina mía de mi alma; perdóname, santa   mía. Estas cosas las decía a voces con otras muchas que las lágrimas no me dejan seguir. Tía mía, ¡cuánta pena me ha causado no haya tenido el consuelo de recibir los Santos Sacramentos, que tanto deseaba y pedía! Encomiéndala a Dios. Mañana darán principio a decir las misas que yo la voy a aplicar."  

     447.    La opinión de santidad en que fué tenida la Madre María Cándida durante su vida continuó después de su muerte.

     448.    La Comunidad de Agustinas Concepcionistas siempre ha conservado deshabitada la celda en que vivió y murió la Madre María Cándida, destinándola exclusivamente a conservar en ella objetos dedicados al culto divino y a celebrar las elecciones de Superioras, y esto por la veneración y opinión de santidad en que ha tenido y tiene a dicha Madre. Con la misma veneración conservan la fotografía del retrato al óleo que la representa, el costurero y una cestita que fué usada por ella.


El 9 de octubre del 2011, el primer grupo de peregrinos, visita el convento de Las Gaitanas, donde
 la Madre María Cándida vivió sus últimos años y murió el 30 de marzo de 1861.


Fotografía y libros de la Madre María Cándida que se conservan en la celda donde vivó y murió.

Una peregrina, arrodillada en el reclinatorio de la Made Cándida


  Los peregrinos, en el interior de la celda  de la Madre Cándida, escuchan,
 las explicaciones del P. Teófilo Viñas,O.S.A.


....y  obserban  emocionados, los objetos personales que en ella se conservan.

     449.    Don Manuel Raposo siguió teniéndola en el mismo concepto de santa y trató de recoger las noticias que pudo respecto de ella, y las consignó en un escrito que tituló: "Apuntes sobre la vida y demás de la V.M. Sor María Cándida de San Agustín, Religiosa Agustina del convento de las Magdalenas de Alcalá de Henares, que murió en Toledo, en el convento de Religiosas Agustinas Gaitanas, con fama de santidad, el día 30 de Marzo, Sábado Santo de 1861, al tocar a la Aleluia; que yo Manuel Raposo he sabido por personas fidedignas que la conocían y trataban y he oído de su boca y por cartas me comunicaba en doce años que la he tratado." El mismo D. Manuel conservó celosamente y con religiosa veneración algunas cartas recibidas de la Madre María Cándida, parte de su velo y otros objetos que la habían pertenecido.

     450.    Los padres de Sor María Asunción y de Sor Trinidad, religiosas dominicas en Ajofrín, tenían en opinión de Santa a la Madre María Cándida de San Agustín, y dichas religiosas la tuvieron y la tienen en el mismo concepto, conservando una de ellas, Sor María Asunción, como reliquia un ejemplar de la Imitación de Cristo con el nombre y apellido de la Madre, que ésta había regalado al padre de dichas religiosas.





APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE LA MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 6, 1

lunes, 30 de septiembre de 2013
                                                          VI


            DE  LA  FAMA  DE  SANTIDAD  EN  LA  VIDA  Y  DESPUÉS  DE  LA  MUERTE  DE  LA                                   SIERVA  DE  DIOS   SOR  MARÍA  CÁNDIDA  DE  SAN  AGUSTÍN




     434.    Grande fué la fama de santidad y de virtud de hacer milagros de que gozó la Madre María Cándida de San Agustín durante su vida. Aun antes de ser religiosa ya gozaba de gran fama de virtud; de religiosa en Alcalá ya era aclamada como santa y poderosa para socorrer necesidades hasta con milagros; por tal la tenían los pueblos por donde pasó en su tránsito de Alcalá a Toledo, y en Toledo mismo y en muchos otros puntos por tal la tuvieron todo lo restante de su vida, como se podría probar con muchos otros hechos, sobre los ya narrados en artículos precedentes. A mayor abundancia referiremos algunos otros.

     435.    El médico del convento de Agustinas Magdalenas, de Alcalá de Henares, que asistía a la Madre María Cándida cuando estuvo a punto de morir el año 1828 y fué curada milagrosamente por intercesión de San Diego, encantado de su virtud y santidad, la llamaba su ángel y decía que más quería  que se le muriesen su mujer y sus dos hijas que no su ángel. Cuando sucedió aquella curación milagrosa de la Madre y ocultándosela le llamaron, preguntó en seguida: "-¿Ha muerto mi ángel?", y al llegar a la puerta reglar lleno de pena volvió a preguntar:  "-¿A qué hora ha muerto mi ángel?" Cuando al abrir la puerta la misma Madre María Cándida, ya buena y sana, le saludó diciendo: "-Buenas noches, Don Mariano", él, algo incrédulo en punto a milagros, sorprendido y asombrado de ver viva y buena a la que esperaba encontrar muerta o expirando, empezó a dar voces diciendo:  "-Creo, creo",  y así iba por el claustro y subió con las religiosas para hacer las pruebas y cerciorarse más de lo que veía. Luego dijo a la Madre María Cándida que rogase a Dios por él y le pidiera que muriese en sus brazos. Y así sucedió; pues desengañado por lo que había visto, hizo una buena confesión, viviendo en adelante  muy cristianamente, y un día, bajando de la enfermería acompañado de la Madre María Cándida, le dió un ataque, y se cayó, la Madre le tomó en sus brazos y expiró.

     436.    Por el mismo tiempo de la curación milagrosa de la Madre María Cándida estaba también enferma de cuidado Sor María de los Dolores de Jesús; pues llevaba dos años de calentura continua y decían que estaba ya en el segundo de tisis. Viendo ella el prodigio que Dios había obrado con la Madre María Cándida por intercesión de San Diego, la dijo: "-Mira, ya que el Señor ha hecho eso contigo, que estabas peor que yo, pídele que, si me conviene, me conceda la salud." Al instante se puso buena y sana, como si tal cosa no hubiera tenido, atribuyendo este milagro a la Madre María Cándida y diciendo: "-San Diego ha curado a Sor  María Cándida, y Sor María Cándida me ha sanado a mí."

     437.    Había en la Coruña un cirujano enfermo, que había gastado en médicos y medicinas cuanto tenía y cada día se hallaba peor, llegando a verse desahuciado. En este desconsuelo tuvo noticia de la Madre María Cándida, oyendo decir muchas cosas de ella, y secundando el impulso que tenía se encomendó a ella. ofreciendo, si se ponía bueno, ir a verla y darle las gracias. No le engañó su fe, pues al instante sanó y recobró completa salud. Nadie sabía nada de esto hasta que él se presentó a dar las gracias a la Madre y lo publicó.

     438.    El armero Jacinto López, del pueblo de Villa del Prado, hijo de D. Gregorio y de doña Paula Rodríguez, iba una noche, la víspera de San José, a su pueblo, y al pasar por el monte se le presentaron unos que le esperaban para matarle: en este apuro él empezó a clamar a la Madre María Cándida que le amparase, y en el acto los que le acechaban quedaron parados sin poderse mover. Jacinto aligeraba el paso, clamando, interiormente, a la Madre, y estando nublado se le presentó en el aire, como cuando la luna se deja ver un poco entre nubes, y le acompañó hasta la entrada del pueblo. Después le escribió la Madre y le decía que otra vez  no corriese tanto, que la había hecho correr mucho y ella no podía correr tanto como él. Esta familia recibió de la Madre muchos favores extraordinarios como contaban los mismos favorecidos.


Edicto promulgado por la diócesis de Madrid-Alcalá con el fin de recoger datos y testimonios sobre la santidad
 de la
Sierva de Dios Sor María Cándida de San Agustín


     439.    Una parienta del farmacéutico de Villa del Prado tenía un cáncer en un pecho, y estaba tan mal, que, habiendo resultado inútiles todos los remedios, llevaba una semana de dolores tan atroces que la hacían gritar continuamente con gran molestia de toda la vecindad. Resuelta a hacerse la operación para extirparle, se puso la noche antes con toda fe y devoción una estampita del  Niño Jesús del Consuelo de la Madre María Cándida, y a la mañana siguiente amaneció buena y sana. Don Paz García  Valliano, que así se llamaba el farmacéutico, en vista de tal prodigio, fué a visitar a la Madre María Cándida y a darla las gracias por tan gran beneficio, pero no fué menor, aunque de otro orden, el que él recibió; pues de la entrevista con la Madre salió completamente transformado de soberbio, iracundo y de vida no muy arreglada, en hombre tranquilo, manso y resuelto a cambiar de conducta. Quedó después tan devoto y agradecido a ella, que la tenía por santa, la visitaba con frecuencia y la llevaba algunos regalos.

     440.     Una pobre mujer del mismo pueblo, de Villa del Prado, iba a Toledo con una mula cargada, y cayendo el animal debajo de la carga estaba a punto de perecer. La mujer se hallaba sola, y no pudiendo valerse con la caballería, empezó a llamar y a dar voces diciendo: "-Madre Cándida, ampáreme usted que se me mata mi mula." Distaba cinco leguas de Toledo, y estando la Madre María Cándida con otras en su celda, les dice "-¿Quién me llama?... ¿No oís las voces que me dan? " Y en efecto, las otras, también las oyeron. Fué la Madre y levantó la mula buena y sana. Al día siguiente en cuanto pudo se presentó la mujer a dar gracias a la Madre, y ésta, antes de que la mujer llegase al torno, dijo a Sor Jesús: "-Anda, baja que llega al torno la Fulana."  Y así fué. Apenas llegó la mujer empezó a contarlo todo, y lloraba de alegría diciendo que a la Madre Cándida debía que no se le hubiese matado su mula.

     441.    Un hombre viudo, de un pueblo distante algunas leguas de Toledo, iba con su hija un día a Toledo. Por no mantenerla le vino el pensamiento de matarla, y ya iba a ejecutarlo. La hija llamó a la Madre María Cándida que la amparase, y la Madre la libró de las manos de su padre. Llegaron a Toledo, y la hija se fué al instante a ver a la Madre, pero el padre no quiso subir al torno. Sin haber dicho la hija nada de su padre, la Madre la preguntó: "-¿Donde se ha quedado tu padre? Dile que suba."   El hombre no quería; pero al fin subió.  "-¿Por qué no quería usted subir?", le dijo la Madre, y él empezó a dar sus excusas. Entonces la Madre le reprendió de la crueldad que había querido cometer con la hija refiriéndole todo lo sucedido. El hombre empezó a llorar y pedir perdón, prometiendo, que otra vez no volvería a pensar en hacer tal cosa.

     442.    En Madrid se estaba muriendo una señora conocida de doña Francisca, esposa de D. Bernardino Tormejón, y ésta fué a verla llevando un pañito teñido en sangre de la Madre María Cándida que, con mucha fe e invocándola, le puso en la boca. La enferma, estando como estaba acabando, al punto abrió los ojos y volvió tan en sí que en seguida se puso buena.

     443.    El Reverendo Padre D. Rodulfo Millana, religioso Bernardo, hombre de mucha virtud y letras, decía a D. Manuel Raposo que la Madre María Cándida era santa y virtuosa y muy perseguida del demonio, que la mortificaba y maltrataba de muchas maneras. Hacía tiempo que dicho D. Manuel Raposo deseaba encontrar una persona verdaderamente santa, cuanto en la tierra se puede ser, y quedar enteramente penetrado, convencido y persuadido de ello después de buen examen. Por Julio de 1848 vivía en Alcalá doña María Díaz con su familia, toda ella muy conocida de D. Manuel, y por medio de ella comenzó éste a examinar si la Madre María Cándida era verdaderamente santa o no. Visitaba a ésta mucho doña María, y a veces, cuando iba a Madrid, daba expresiones a D. Manuel, de parte de la Madre María Cándida que decía conocerle:  "-No puede ser que me conozca -sostenía D. Manuel-, porque no me ha visto nunca."  Y doña María afirmaba que sí, que le conocía y que daba señas exactas de él. Entonces D. Manuel, escribiendo a una persona de dicha familia, dirigió un párrafo a la Madre María Cándida, diciéndola que, si era del mismo pensamiento y parecer que él, le indicase qué era lo que debía hacer, y le respondió muy a propósito, quedando él muy admirado y con deseo de verla y sondear bien su interior. Ella no cesaba de enviarle expresiones con dicha señora y de decirle que fuera a verla, que quería hablar despacio con él; a lo que D. Manuel respondía que si tanto lo deseaba que se lo mandase e iría; siendo su intención, que ella lo pidiese a Dios y el Señor así lo dispusiera.  

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APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE LA MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 5, 2

martes, 24 de septiembre de 2013
     427.    Conocida la muerte de la Madre María Cándida de San Agustín, los habitantes de Toledo sin distinción de clases, acudieron sin cesar  en grandes grupos a la iglesia del convento para tener el gusto de ver el cadáver de la difunta, mientras estuvo expuesto al público en el coro bajo, frente a la reja, hasta el momento de su sepultura.

     428.    En el libro del convento de Agustinas de Nuestra Señora de la Concepción, titulado "Libro de Peticiones", que empieza en el año 1691, en los folios 41 v. y 42, se halla la siguiente partida de defunción: "En 30 de Marzo de 1861 falleció a las diez y media de la mañana Sor  Cándida Córdova de San Agustín, religiosa profesa de velo negro, procedente del convento de Agustinas Calzadas titulado las Magdalenas de la ciudad de Alcalá, siendo Presidenta de este convento Sor Escolástica de Santa Rita, y en el día siguiente 31 de citado Marzo se la dió sepultura en la bóveda del expresado convento."

Trampilla en el coro por donde se  accede a la bóveda donde fue enterrada la Madre Cándida de San Agustín

     429.    Habiendo fallecido la Madre María Cándida de San Agustín en opinión de santidad, el Superintendente General de los conventos de religiosas del Arzobispado de Toledo dispuso que su cadáver fuese colocado en una caja de plomo con cristal dentro de otra de madera. Y así fué sepultada en el convento de Agustinas Concepcionistas, vulgo Gaitanas, de Toledo, en que murió, y se conservaron sus restos hasta que fueron solemnemente trasladados a Valdepeñas.                 
     430.    La licencia para esta solemne traslación fué concedida, tanto por la autoridad eclesiástica como por la civil, en Julio de 1876, la de aquélla a instancia de la Superiora de las Agustinas Concepcionistas, vulgo Gaitanas, de Toledo, y la de ésta a solicitud de D. Manuel Torres, sobrino de doña Juana Vizcaíno.

     431.    El cuerpo de la Sierva de Dios Sor María Cándida de San Agustín, a juzgar por las manos y la cara que se veían, estaba incorrupto; pues manos y cara estaban como el día que se le enterró, lo mismo que las flores naturales que al sepultarla la pusieron.

     432.    Dicho cuerpo fué trasladado en Octubre de 1876,  a los pocos meses de haberse instalado la Comunidad en el  convento, colocado en el coro bajo con la siguiente inscripción: 

                                "Aquí yace la R. M. Sor Cándida Córdova de San Agustín,
                                 que falleció en Toledo el 30 de Marzo de 1861, 
                              siendo trasladada a este convento, del que fué fundadora,
                                              el 24  de Octubre de 1876. R. I. P."
  
   Asistió a esta ceremonia tal concurso de gente cual no se había visto nunca en Valdepeñas.

     433.    Al día siguiente se celebraron en la iglesia conventual solemnes honras fúnebres por el eterno descanso de su alma, siendo celebrante en la misa solemne D. José Córdova, sobrino de la misma Madre María Cándida y uno de los ministros D. Gabino Marqués, actualmente Dignidad de Tesorero de la Primada de Toledo.



 Cuadro de defunción de la Madre María Cándida de San Agustín


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       Desde este blog se ruega a todas aquellas personas que encomendándose a la  poderosa intercesión de la Sierva de Dios Madre Cándida de San Agustín, obtengan alguna gracia o favor, lo comuniquen a:

                                            Monasterio de San Diego de Alcalá

                                                               MM. Agustinas
                                               13300 Valdepeñas (Ciudad Real)
                                                                 - ESPAÑA -
                                                            Tf: 926 32 21 05

                    Quienes deseen ayudar, con sus limosnas, a la causa de canonización de la Sierva de Dios, y a los gastos de edición de libros, estampas y reliquias, para dar a conocer su vida y propagar su devoción, pueden enviar sus donativos a nuestro Monasterio, por giro postal o por transferencia Bancaria a la cuenta corriente número:

                                             POPULAR   IBAN  ES12 / 0075 / 0556 / 52 / 0700777973