APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE LA MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 4, 5

viernes, 30 de agosto de 2013
        382.    En tiempo de la guerra de África, cuyo resultado favorable a las armas españolas había predicho a D. Manuel Raposo escribiéndole: "De los moros saldremos bien", deseaba una señora saber, y preguntaba a la Madre María Cándida, cuándo se haría la paz con dichos moros, y la Madre contestó que para Marzo;  y así sucedió, pues la paz se firmó el 25 de Marzo, fiesta de la Anunciación de la Virgen y de la Encarnación del Hijo de Dios.

     383.    Estando una vez en oración mostró el Señor a la Madre María Cándida una Crruz que manaba sangre por los agujeros de los clavos y de la cual se cayó la cabeza. Quedando ella con el deseo de saber el significado de aquello, el Señor la manifestó que la Cruz con la sangre significaba la Iglesia que sufría por las persecuciones que padecía y tendría que padecer, aún de los suyos, y la cabeza caída el Papa, que era la cabeza de la Iglesia y moriría en esas persecuciones. La manifestó también que al tercer Pontífice se pondrían las cosas de la Iglesia en paz; que el que siguiese a éste duraría poco, y que el sucesor sería un santo y pondría la Iglesia y todas las cosas en orden.

     384.    Del don de profecía juntamente con el de hacer milagros dan testimonio, entre muchos otros, los hechos siguientes.
     Estaba en Toledo una niña muy enferma y rogaron a la Madre María Cándida que pidiese a Dios por ella. La Madre contestó: "-Yo la daré una cosita con que se ponga buena", y dió unos anises que había puesto en la boca de su Niño Jesús del Consuelo, diciendo que se los diesen a la niña y se curaría. Hiciéronlo así y lo mismo fué dárselos que ponerse la niña buena

     385.    Una mujer de Villa del Prado tenía un hato de cabras, con cuyo producto se sostenía la familia, y combatiendo cierto mal a dichos animales, empezaron a enfermar llegando a morir  alguno. Entonces la mujer fué a visitar a la Madre María Cándida y le decía llorando: "-¡Ay, Madre Cándida!, que se me mueren mis cabras y es con lo que nos mantenemos. Pida usted a Dios que no se me mueran, y pida usted por nosotros." La Madre, compadecida de aquella mujer, la dijo: "-Anda, hija, no tengas cuidado, que no se te morirán"; con lo que la buena mujer se retiró consolada. Y mayor fué después su consuelo viendo que efectivamente no se murió ninguna otra de sus cabras.

     386.    Fueron muchas las visiones y revelaciones con que se dignó favorecer el Señor a la Madre María Cándida de San Agustín. Confesándose una vez en Toledo dió un grito. "-¿Qué es eso, hija mía -preguntó el confesor-, qué la pasa?" "-Nada, Padre, a mí -contestó ella-; es que acaban de matar a un Obispo en París." Terminada la confesión trató el confesor de averiguar la verdad del hecho, y de momento nada pudo comprobar; pero a las pocas horas oyó que los periódicos daban noticia del crimen sucedido, que fué el siguiente. El 3 de Enero de 1857, después de vísperas, durante la novena que se hacía a Santa Genoveva en la iglesia de San Esteban del Monte, de París, revestido de pontifical presidía una procesión el señor Arzobispo, y, al entrar en la nave de la iglesia, un hombre desalmado le clavó en el corazón un puñal. Cayó desplomado el Arzobispo y dijo: "-¡Desgraciado!" calificando así al sacerdote indigno, que lo asesinaba y a quien había socorrido varias veces.


¿Qué es eso, hija  mía, qué la pasa?  ¡Padre, es que acaban de matar a un Obispo en  París!."
         387.    A un hermano de D. Manuel Raposo, llamado Justo, sin haberle visto ni habérselo dicho nadie, le llamó por su nombre la Madre María Cándida, y preguntándola D. Manuel quién la había dicho cómo se llamaba, contestó: "-Nadie, Dios." Veía la casa en la que estaba D. Justo y lo que pasaba con la gente que tenía en un molino de chocolate y le avisaba algunas cosas para que las remediase, porque le perjudicaban en sus intereses.

     388.    También describía la Madre María Cándida a la Priora del Convento de las Carboneras, de Madrid, donde desempeñaba el cargo de sacristán D. Manuel Raposo, tal cual era y lo que hacía interior y exteriormente, sucediendo lo mismo respecto de las demás monjas de aquel convento; de modo que D. Manuel, a quien la Madre Cándida comunicaba todo esto, quedaba maravillado y se reía al oir la descripción hecha de aquellas monjas, viendo cuan exactamente correspondía a la realidad.

          389.    Recién viuda doña Juana Vizcaíno vivía en Aranjuez, y en cierta ocasión tuvo que ir de noche y sola a Madrid. Por un pequeño desarreglo en uno de los vagones del tren, tuvo que bajarse del coche como los demás hasta que arreglaron el vagón. Temblaba ella de verse sola en medio de gente alegre que volvía de ciertas fiestas y se retiró algo del bullicio; pero con no poco asombro notó que cuantos pasaban delante de ella lo hacían con todo respeto y muchos se descubrían, quedando ella así muy tranquila. Al día siguiente recibió la carta de la Madre María Cándida, en que la decía que no se quejaría, que bien acompañada había ido, que ya habría notado el respeto que inspiraba y que eso era debido al ángel de su guarda que en forma de respetable anciano había estado a su lado en el viaje y era visto por todos los que con ella estaban, aunque ella no le veía, y que diese muchas gracias al  Señor por esto.

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APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE LA MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 4, 4

lunes, 19 de agosto de 2013
     374.    A finales de 1860 o principios de 1861 un hombre de Villa del Prado, llamado Manuel  Sampayo y por apodo el tío Collera, había ido con su mujer, Francisca Rodríguez, a visitar a la Madre María Cándida, a la que apreciaban sobremanera. Tratando de volver al pueblo y habiendo crecido mucho el río que tenían que pasar en su jumentillo, preguntaron a la Madre si podrían vadearle sin peligro, y ella contestó que sí. Llegados a la orilla encontraron mucha gente con toda clase de caballerías, que por la gran avenida no se atrevían a pasarle, habiéndose ahogado ya aquel mismo día dos animales. En esto dice la mujer al marido: "-Mira, ¿no ves al otro lado a la Madre que nos hace señas para que pasemos?" "-Sí-contestó-; pues vamos allá." Era ya tardecido y venía hacia ellos de donde estaba la Madre como un rayo de luz, señalándoles por donde debían pasar. Siguieron en su jumento la luz que los guiaba y pasaron el río sin novedad, desapareciendo en el acto la Madre. Fué este hecho muy ruidoso en el pueblo, en el cual se conserva todavía viva la memoria.


¿Mira, ¿no ves al otro lado a la Madre que nos hace señas para que pasemos?
     375.    Don Paz Gracía Valliano, farmacéutico de Villa del Prado, que visitaba casi todos los meses a la Madre María Cándida, manifestó a ésta una vez su deseo de ver a su madre difunta, y la Madre María Cándida le dijo que la vería, y que antes tendría un anuncio de ello. De vuelta en el pueblo, se vió cierto día en la mañana un resplandor tan grande dentro de su casa, que algunas personas creyeron que había en ella algún incendio; y por la noche, estando descansando, vió D. Paz a su madre en la gloria.

     376.    La esposa del mismo D. Paz, doña Joaquina García, solía ir a veces con su esposo a visitar a la Madre María Cándida, a la que apreciaba mucho. Pasados más de once años que no había vuelto a tener hijos, deseaba tener una hija; y en una de las visitas dijo la Madre María Cándida a D. Paz que tenía una grata noticia que comunicarle, y era que su esposa estaba en cinta y que daría a luz una niña; predicción que a su tiempo se vió comprobada con el nacimiento de la niña, a la cual en el bautismo pusieron el nombre de Petra.

     377.    Al P. Provincial residente en San Francisco el Grande, de Madrid, le escribió desde Alcalá, antes de que sucediese el degüello de los frailes el 17 de Julio de 1834, diciéndole que iban a matar a muchos religiosos y que viese de prevenir y evitar lo que pudiese. No la dió crédito y la contestó que no lo creía, que no podía ser lo que decía y que Dios no permitiría cosa tan horrorosa como la que le pintaba; y, sin embargo, sucedió después lo que la Madre le había anunciado y el mismo P. Provincial fué uno de tantos como degollaron.

     378.    Al Papa Gregorio XVI también escribió la Madre María Cándida varias veces lo que el Señor la mostraba y quería que le dijese. Una vez la hizo ver el Señor al Pontífice con la cara llena de lepra y se lo escribió. El Pontífice primero dijo: "-¡Si no tengo nada en la cara!"; pero luego cayó en la cuenta de que los males, representados por la lepra, que habían de venir sobre la Iglesia, de la cual él era la cabeza, los figuraba el Señor en su cara, haciéndola ver en esa forma.

     379.    Predijo la Madre María Cándida que Sor Benita sería elegida Superiora de las Descalzas Reales, de Madrid, pero que antes sobrevendría a la Comunidad un gran suceso; y, efectivamente, en la elección celebrada el año 1863 salió elegida Superiora dicha Sor Benita, y antes tuvo que lamentar la Comunidad una gran desgracia, esto es, el incendio de la iglesia del convento. La carta en que la Madre María Cándida anunciaba estos acontecimientos la conservaba la misma Madre Benita y se la hizo ver a un sacerdote para convencerle de esta profecía.

     380.    De la guerra carlista, que estalló después de la muerte de Fernando VII, anunció la Madre María Cándida varias cosas. A un sacerdote que,  cuando estaba en su mayor fuerza esta guerra, la preguntaba si se sentaría en el trono de España Don Carlos, le contestó que no, que era para Doña Isabel. Y haciéndola ver que iban ganando las tropas de Don Carlos y que, por tanto, era de esperar que éste se sentase en el trono, replicó: "-No se canse usted, Sr. D. N., que no lo verá usted." Al mismo Don Carlos le avisaba de lo que maquinaban los traidores, especialmente Maroto, respecto de aquellos seis generales que luego fusiló; pero Don Carlos no la hacía caso; antes solía decirle a Maroto: "-Mira, mira lo que me dicen de ti": con lo que Maroto se alteraba, respondiendo: "-Señor, esa es una mala voluntad, no puede ser que yo haga traición a  Vuestra Majestad." Maroto temía mucho a la Madre María Cándida, porque ésta le había escrito diciéndole claro cuanto hacía y lo que trataba de conseguir. Cuando Espartero y Maroto tenían tratado el convenio volvió la Madre María Cándida a escribir a Don Carlos, indicándole la vía que había de tomar huyendo a Francia para no caer en manos de sus enemigos, que le querían quitar la vida. Después la preguntó un sacerdote si por fin, Don Carlos, llegaría a reinar en España, y le contestó que no. Don Carlos, cuando ya estaba en Francia, escribió a la Madre María Cándida dándola gracias de los avisos que de ella había recibido y manifestando sentimiento de no haberlos seguido.

     381.    Manifestó el Señor a la Madre María Cándida con bastante anticipación la conspiración tramada en Francia contra Napoleón para cuando fuese a entrar en el teatro de la Opera de París, y quiso que avisase a la emperatriz Eugenia, su mujer, para que precaviesen y evitasen la desgracia, porque, aunque Napoleón era malo, convenía que siguiese en le Gobierno de Francia para evitar mayores trastornos en Europa. Tomadas todas las precauciones y llegado el día, la emperatriz Eugenia se vistió y dijo a Napoleón:"-Esta noche me voy contigo a la Opera, y si te sucede algo que nos suceda a los dos", quedando Napoleón admirado del valor y denuedo de aquella mujer que no reparaba en el peligro de acompañarle. Las bombas preparadas contra Napoleón, en efecto reventaron al entrar él en el teatro, pero no le causaron daño alguno.

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APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE LA MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 4, 3

martes, 13 de agosto de 2013
     366.    En Alcalá, tuvo la Madre María Cándida un confesor del convento de San Diego y entre otras cosas, le predijo la siguiente. Un día, después de confesarse, le dijo: "-¡Ay, Padre, lo que me ha manifestado el Señor! que un convento de usted se ha de convertir en cuartel y cuadra de caballos, porque no hay lo que debía haber en él." El Padre no hizo caso de aquello, tomándolo como cosa de una niña, pero cuando después sucedió, le decía ella: "Padre, ¿no se lo dije a usted?, ya lo está viendo."  Y él confesaba que, por desgracia, así era, como la Madre se lo había predicho.

     367.    Una señora que visitaba mucho a la Madre María Cándida, en Alcalá, la decía que se iba a casar, pensamiento de que procuraba disuadirla la Madre después que supo con quien trataba de casarse. Insistiendo la señora en su idea y diciendo varias veces el buen estado en que se hallaba la boda, la Madre solía decirla: "-Cuando yo, se casará usted con la tierra." La víspera del día destinado al casamiento, volvió la señora a dar la noticia a la Madre y ésta la dijo lo mismo. Por la noche fueron soldados a la casa del novio y le dijeron: "-Saque usted el caballo, y véngase con nosotros"; pero le hicieron montar en otro por temor de que con el suyo, que le tenía bien adiestrado, se les huyese y no le pudiesen coger; le sacaron después al campo, y sobre una piedra, le cortaron la cabeza. Cuando la Madre María Cándida contó este caso a D. Manuel Raposo, decía: "-¡Ay, hermano, qué horror daba el verlo! Corría sangre como un arroyo y el cuerpo daba saltos."

¡Ay, hermano, qué horror daba el verlo!


        368.    Siendo la Madre María Cándida Priora en el convento de Agustinas Magdalenas de Alcalá, se la presentaron dos niñas de aquella ciudad que manifestaban deseos de ser religiosas, y de una dijo que no sería religiosa y de la otra que entraría en aquel convento y perseveraría en su vocación, como se ha verificado. Esta fué la Madre Sor Juana de Santa Teresa, que tomó el hábito en dicho convento el año 1855, fué con el tiempo Superiora en él muchos años y murió santamente en el mismo el año 1909.

     369.    De doña Ramona de Reolid, hija de D. Mariano y de doña Blanca Fernández de Ayuso, cuando siendo muy niña iba frecuentemente con sus padres a visitar a la Madre María Cándida en Toledo, predijo ésta que siendo como era muy hermosa, tendría muchos pretendientes, pero que con ninguno se casaría. Predijo también de un hermano de doña Ramona, cuando estudiaba el bachillerato, que terminaría la carrera de leyes, pero que moriría antes de ejercerla, y de toda la familia predijo igualmente que, a pesar de ser muy rica, todo lo perdería por culpa de un mal administrador y apenas le quedaría lo bastante para pasar regularmente la vida. Todas estas cosas y alguna otra predicha por la Madre María Cándida respecto de esta familia se han cumplido exactamente.

     370.    Visitando a la Madre María Cándida con otras personas dos jóvenes del pueblo de Villacañas, provincia de Toledo,  de las cuales una manifestaba querer ser religiosa y otra estaba en relaciones de casamiento, dijo la Madre que la primera no llegaría a entrar en religión y la segunda sería religiosa de gran provecho en el convento de Agustinas de Santa Úrsula, de Toledo. Y así se verificó; pues la primera no fué religiosa y la segunda desistió con el tiempo de toda idea de casamiento, entró y profesó en el convento citado y llegó, siendo Superiora en circunstancias difíciles, a gobernarle con grandes ventajas para su Comunidad. Se llamó esta religiosa Sor María Josefa  Bueno.

     371.    Una familia, apellidada de la Fuente, en el pueblo de Noez, cerca de Toledo, se hallaba muy preocupada del porvenir de un joven por temor de que se viese obligado al servicio militar, si la suerte le era contraria; y manifestando a la Madre María Cándida estos temores, ella les consoló y tranquilizó, asegurándoles que aquel jóven sacaría en el sorteo el número tres, que era el más alto, no entrando en quintas aquel año en el pueblo más que tres jóvenes, y que consiguientemente quedaría libre del servicio militar. Este jóven era tío de la Madre Sor María Angeles de la Fuente, religiosa agustina en el convento de Santa Úrsula de Toledo.

     372.    En una de las ocasiones en que D. Cesáreo Humarán, confesor de la Madre María Cándida, estuvo en Valdepeñas dirigiendo las obras del convento que dicha Madre allí fundaba, teniendo que volverse a Toledo, le escribió la Madre que no viniese en la primera diligencia que salía y lo dejase para la siguiente. A él le chocó el aviso y hasta le contrarió algo, porque se retrasaba su vuelta; pero obró según él. Y sucedió que la primera diligencia se quemó y hubo muchas desgracias, mientras que la otra llegó felizmente y sin el menor percance. Entonces cayó en la cuenta D. Cesáreo y conoció la importancia del aviso recibido. Sucedieron estos hechos en el mes de Septiembre de 1856, como consta de una carta de D. Mariano Gil López, escrita desde Madrid el 24 de los dichos mes y año a D. Cesáreo Humarán, que se conserva con otras en el convento de Valdepeñas.

     373.    Deseaba la Madre María Cándida tener la Historia de la Virgen de Guadalupe, y a su vez dos casados, hombre y mujer de esta población, deseaban conocer a la Madre y con este objeto fueron a Toledo. Antes de que llegasen al torno dijo la Madre a su compañera Sor Dolores de Jesús: "-Baja, que hay unos de Guadalupe que me buscan". Los recibió Sor Dolores, y lo primero que dijeron fué que traían de regalo para la Madre María Cándida la Historia de la Virgen de Guadalupe. Fué luego al locutorio la Madre María Cándida y enterada de las persecuciones que habían padecido y de cómo la Virgen había librado al marido de la muerte que sus enemigos habían procurado darle, los consoló y aconsejó, asegurándoles que en adelante no los perseguirían y encargándoles que hiciesen bien a los que les habían hecho mal. Salieron ellos de la visita muy contentos y les sucedió después como la Madre María Cándida les había predicho. 



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APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE LA MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 4, 2

lunes, 5 de agosto de 2013
     358.    Tenía la Madre Sor Dolores de Jesús una hermana religiosa en las Agustinas Magdalenas de Alcalá, llamada Sor Juana del Espíritu Santo, de la cual sabía que estaba enferma, y preguntaba a la Madre María Cándida si sabía cómo estaba. Esta, que auxiliaba entonces a la enferma a punto ya de expirar, y en efecto murió el 20 de Marzo de 1859, decía para sí: "¡Hija de mi alma, si supieras lo que está pasando ahora mismo!" Y después se lo dijo todo.

     359.    También asistió  a la muerte de la madre de su confesor, D. Cesáreo  Humarán, señora a quien la Madre María Cándida y sus hijas llamaban la Abuela. Murió cristianamente, y a poco de morir se las presentó una tarde a todas juntas amortajada con el hábito religioso de la Madre María Cándida, asustándose mucho al verla las religiosas, menos la Madre, que las dijo: "-¿Por qué os asustáis? ¿No veis  que es la Abuela?" Manifestó la difunta que estaba en el Purgatorio, y la Madre María Cándida conoció la causa, que era la negligencia en las cosas buenas, de que a veces se excusaba con el pretexto de no poderlas hacer. Con la ayuda de la Madre María Cándida y de sus hijas, después de poco tiempo salió dicha señora del purgatorio y subió al cielo.

     360.    Insigne fué el don de profecía concedido por el Señor a su Sierva la Madre María Cándida. Tenía ésta en Valdepeñas un sobrino llamado José Córdova, a quien siempre decía que tenía que ser sacerdote y cantar misa en Toledo; pero en lo que menos pensaba él era en eso, y contestaba: "-¿Yo misa y sacerdote? Como no tenga usted otro; espérelo usted." Había concertado ya la boda y estaba a punto de casarse, cuando el día antes sintió una mudanza tan grande, que dijo: "-Yo no me caso; voy a ser sacerdote." Y se lo comunicó a la señorita con quien había determinado casarse. Llevólo ésta tan a mal, que hizo cuanto pudo para estorbar la ordenación, y hasta se presentó al Vicario, cuando se publicaron las proclamas, para impedirla; pero murió allí de repente, quedando como un tizón, en castigo de su temeridad. Don José llegó, efectivamente, a ordenarse y cantar misa en Toledo, como había predicho su tía, y la cantó el 19 de Abril de 1854, como consta de la carta de la Madre María Cándida escrita el 10 de Mayo de 1854 a D. Juan de Dios Vasco, presbítero, residente en Valdepeñas.

Escalera  y brocales de pozos del tiempo de Madre  María Cándida. Las Gaitanas.  Toledo

     361.    Respecto de este sobrino, había tenido la Madre María Cándida hacía muchos años una visión. Estando ella un día en Alcalá con otras religiosas, lanzó de repente un ¡ay! desgarrador. "-¿Qué pasa?"- la preguntaron. "-Mi sobrino Pepe -respondió-, que ha caído en un pozo, pero no hay cuidado." Y, efectivamente, en aquel momento el niño José Córdova caía en un pozo, en Valdepeñas, pero quedó asido a la raíz de una higuera y no se hizo daño. El pozo está situado en la calle Real, número 15, carecía de brocal y solía cerrarse con una reja de hierro al nivel del piso que permitía el paso de las aguas pluviales, la reja estaba abierta cuando cayó el  niño y aún existe la higuera de cuya raíz  quedó asido. La noticia de esta visión tuvo gran resonancia en Valdepeñas, donde se conserva viva  su memoria.

     362.    De otro sobrino previó y aconsejó la Madre María Cándida el casamiento. Don Vicente de Merlo y Córdova, que así se llamaba este sobrino, fué un día a visitar a su tía en Toledo y ésta le aconsejó que se casase y le indicó lo que debía hacer para realizar ese intento Le recomendó hiciese un viaje a Villafranca de los Caballeros, provincia de Toledo, pueblo donde nunca había estado ni ella ni el sobrino, que procurase ver a Cristeta Valenzuela, joven de dicha población, y que si le agradaba la pretendiese en matrimonio, en la seguridad de que sería aceptado y se casaría con ella. Puso en práctica el joven el consejo  y se realizó el matrimonio según el anuncio de su tía.

     363.    Por Agosto de 1855 hacía estragos el cólera en Valdepeñas, donde ejercía de alcalde D. Juan Alfonso de Castro, primo de la Madre María Cándida, y las personas pudientes abandonaban la población huyendo del contagio. La Madre María Cándida animaba a su primo Castro y le decía: "-Anda sin miedo, no temas al cólera, haz el bien que puedas por tu pueblo: te lo asegura tu prima"; indicándole así que nada desagradable le pasaría. Y de hecho, así sucedió; porque dicho Sr. Castro, a pesar de prodigar sus servicios en bien de la población, no fué atacado del cólera, y tal fué su comportamiento que la Reina le agració  con la cruz de Isabel la Católica, como él mismo refiere en carta de 11 de Marzo de 1856 a la Madre María Cándida, a cuyas oraciones se reconoce deudor de ese alto honor con que por Su Majestad fué distinguido.



Planchas y cerámicas del tiempo de Madre María Cándida. Las Gaitana. Toledo.

     364.    Tenía la Madre María Cándida, también en Valdepeñas, una sobrina de unos veinte años, buena moza y sana. Hacía años que la Madre María Cándida no la escribía, y el año 1858, en el mes de Agosto, la escribió. Al ver la carta de su tía se puso la joven muy contenta y daba la noticia a todos los parientes; pero cuando la abrió y leyó lo que la decía, esto es, que se preparase, que el día de San Bernardo moriría, que también las buenas mozas se mueren, se quedó como muerta y llena de pena. Esto era seis días antes. Se puso luego enferma la joven, recibió los santos sacramentos y el día de San Bernardo murió, como se lo había avisado su tía.

     365.    De dos niñas profetizó la Madre María Cándida que habían de ser religiosas en Valdepeñas. Un día dijo a sus hijas: "-Hoy ha nacido una niña  en Madrid que será religiosa en Valdepeñas"; y otro día dijo cosa igual de otra niña nacida en un pueblo no muy distante de Toledo; y efectivamente, fundado el convento de Agustinas Magdalenas de San Diego de Valdepeñas, entraron de religiosas en él dos niñas, una de Madrid y otra de Quintanar de la Orden, pueblo no muy distante de Toledo, que aún viven, y se llaman Sor Elena del Sagrado Corazón, la de Quintanar de la Orden, actual Priora de la Comunidad, y Sor Carmen de San Agustín, la de Madrid, que actualmente desempeña el cargo de Secretaria.

 
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APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE LA MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 4, 1

viernes, 2 de agosto de 2013
                                DONES SOBRENATURALES DE LA SIERVA DE DIOS SOR                                                                                           MARÍA CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN


     348.    A los muchos casos reseñados en los artículos precedentes, en que resplandecen varios de los dones sobrenaturales que el Señor se dignó conceder a su Sierva la Madre Sor María Cándida de San Agustín, como el don de profecía, de penetración de los corazones, de bilocación, de oir a distancia a los que pedían su ayuda, de hacer milagros en favor de sus prójimos y de especial intercesión a favor de las almas del purgatorio, añadiremos algunos otros en comprobación de varios de dichos dones y de las especiales visiones y revelaciones con que el Señor se dignó favorecer a esta su fiel Sierva.

     349.    Solía manifestar el Señor a la Madre María Cándida qué personas y cuándo habían de ir a visitarla. Así, por ejemplo, supo en Junio de 1858 que D. Manuel Raposo había de ir a verla en Toledo, en el mes siguiente de Julio, como de hecho sucedió.
     Al confesor lo veía desde que salía de casa para ir a confesarla y en seguida bajaba, de modo que cuando el confesor llegaba ya estaba ella en el confesonario.
     Varias otras veces, cuando ella por sus enfermedades u ocupaciones no había de poder salir al locutorio, avisaba a su compañera Sor Dolores de Jesús de las personas que irían a verla y de lo que había de contestarlas.

     350.    También la concedió el Señor el don de visitar y recibir visitas de algunas religiosas sin salir de la clausura de sus respectivos conventos. Así visitaba y era visitada de una religiosa de mucha virtud que había en Guadalajara, llamada Sor Manuela de Jesús. Lo mismo sucedía con una religiosa Agustina que vivía en un convento cerca de Valencia.

     351.    Visitaba igualmente la Madre Sor María Cándida de San Agustín a la Madre Rosa Superiora de las Salesas Reales de Madrid, la avisó de cuándo había de morir, y la dijo que la última enfermedad y achaques que el Señor la dió eran para purificarla en vida y librarla del purgatorio: cuando después murió, y la vió subir al cielo.También visitó varias veces  y consoló mucho a la Presidenta de la Descalzas Reales de Madrid, que era anciana y necesitaba de consuelo.

     352.    Visitó asimismo la Madre María Cándida a algunas otras personas. En un pueblo distante algunas leguas de Toledo, vivía una mujer que había conocido y tratado a la Madre María Cándida; y acordándose de ella tenía grandes y vivos deseos de volver a verla. La Madre María Cándida, que veía y observaba esto desde su convento, se la presentó de pronto y la mujer se asustó mucho al verla así de repente, a pesar de su gran deseo de verla. Entonces la Madre la dijo: "-¿Pues no deseabas tanto el verme?, pues aquí me tienes; no sé por qué te asustas: ya no vengo más a verte, porque te asustas mucho." Después, contando la Madre el caso a D. Manuel Raposo, le decía: "-¡Ay, hermano, qué susto que la di! Como la cogí descuidada, no podía hablar al verme de la impresión que la hizo."

     353.    En el Morar vivía una persona que tenía el cíngulo de Santo Tomás de Aquino, y en vez de vivir con la santidad propia de los que lo visten, hacía todo lo contrario. Se lo manifestó el Señor a la Madre María Cándida y ella fué allá y se lo trajo.

     354.    Alguna vez se apareció la Madre María Cándida a los que no creían en ella. Tenía don Antonio Cano, en la plazuela de Isabel II, número 3, un almacén de papel servido por dos dependientes, que el domingo 2 de Diciembre de 1860 disputaron con su señora doña Juana sobre si era verdad que hubiese milagros y sobre las cosas que se decían de la Madre Cándida, manifestándose incrédulos en la materia, principalmente el mayor, que tenía unos veinte años. 
     El lunes siguiente, estando los dos solos en la trastienda, de tres a cuatro de la tarde, vieron de pronto un resplandor y una monja, a la derecha de la monja un niño, entre la monja y el niño un poco en alto un crucifijo, y más en alto tres bolas echando resplandores; ellos se asustaron y se quedaron sin poder hablar.
     Cuando fueron por la noche a casa, viéndolos doña Juana muy taciturnos, empezó a preguntarles qué ocurría, y el más pequeño, que tenía de doce a catorce años, dijo al instante todo lo ocurrido, y lo mismo confesó luego el mayor. Aconsejóles entonces la señora que se confesasen y consultasen el caso con el señor Claret, quien dió muestras, al ser consultado, de tener previo conocimiento de todo el suceso sin que nadie se lo hubiese dicho.
     Mandaron después D. Antonio y doña Juana al mayor a Toledo, con un recado para la Madre María Cándida, la cual, avisada, salió a recibirle. Nada más verla el dependiente, dijo: "-Usted es la que vimos en Madrid el día 3 por la tarde", y refirió todo lo que había visto. La Madre le confirmó en la verdad de lo que había referido, le dió buenos consejos y le despachó para que volviese a casa de sus señores.


La Madre Cándida le confirmó en la verdad de lo que había referido y le dió buenos consejos.
     355.    Mientras la imagen del Niño Jesús del Consuelo de la Madre María Cándida estuvo en Madrid para ser retocado, que fué desde el 16 de Septiembre de 1858 hasta entrado Marzo de 1859, doña Vicenta Mónaco y su madre doña Carolina la tenían en el oratorio del colegio de niñas que regentaban, y la Madre María Cándida iba todos los días a ver a su Galán (así llamaba ella a este Niño) y le acompañaba buenos ratos. Por esto decía después la Madre a D. Manuel Raposo que en este tiempo se había hecho cortesana y daba señas de lo que había en el oratorio, en especial de un crucifijo que tenían muy hermoso dichas señoras, a las cuales escribió acerca de él.

     356.    Se servía el Señor de la Madre María Cándida mandándola a remediar muchas necesidades fuera del convento. Estando una vez en el locutorio con dos caballeros, de pronto desapareció sin saber ellos por dónde ni cómo se les había ido, quedando estupefactos y sin saber qué hacerse, hasta que viendo que no aparecía se marcharon. Y fué, que habiendo ocurrido una gravísima necesidad, que el Señor quería fuese remediada por la Madre, el ángel de su guarda la llevó donde tal necesidad ocurría. Cuando volvió y no encontró a los caballeros, decía la Madre a Sor Dolores de Jesús: "-¡Ay, qué vergüenza!, ¡qué irán diciendo esos caballeros que los he dejado plantados, qué vergüenza! ¡Qué cosas tiene Dios para confusión mía!" Cosas semejantes sucedían con frecuencia, pero de ordinario, sin faltar su presencia del convento:  a lo mejor se quedaba en el locutorio como distraída y daba un suspiro, diciendo: "Gracias a Dios", y era que había remediado alguna necesidad que le había manifestado el Señor.

     357.    Asistió milagrosamente la Madre María Cándida a varias personas  en punto de muerte. A los casos ya conocidos añadimos algunos otros, empezando por recordar que en ese trance asistió a sus dos abuelas y a su padre.

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       Desde este blog se ruega a todas aquellas personas que encomendándose a la  poderosa intercesión de la Sierva de Dios Madre Cándida de San Agustín, obtengan alguna gracia o favor, lo comuniquen a:

                                            Monasterio de San Diego de Alcalá

                                                               MM. Agustinas
                                               13300 Valdepeñas (Ciudad Real)
                                                                 - ESPAÑA -
                                                            Tf: 926 32 21 05

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