APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE LA MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 7, 3

miércoles, 13 de noviembre de 2013

     497.    A  Juan Bautista Clemente y Muñoz se le dislocó un pié, y se le torció de tal manera, que todos los remedios para curarle, a pesar de haber estado con ese objeto cuatro meses en Madrid, en el Hospital de la Princesa, resultaron inútiles.  Cinco años llevaba en este lamentable estado, cuando a su madre la ocurrió la idea de pedir su curación al Niño del Consuelo y a la Madre María Cándida con promesa de ir nueve días de rodillas desde la puerta de la iglesia de Agustinas de Valdepeñas hasta el sepulcro de dicha Madre rezando el rosario. En uno de estos nueve días, sintió esta buena mujer la inspiración de poner paños de agua fría al pie de su hijo y de que por los méritos del Niño Jesús del Consuelo e intercesión de la Madre María Cándida , sanaría; sacó pues, un cubo de agua del pozo y aplicó al pie del hijo paños de agua fría, dedicándose mientras se secaban a sus ocupaciones domésticas. Entretanto, el hijo metió el pie en el cubo de agua fría, y al instante empezó a gritar: "-Madre, madre, que estoy bueno y puedo andar", y la abuela del enfermo, avisando a su hija, decía: "-Hija mía, ven, que el Niño Jesús del Consuelo y la Madre Cándida han hecho el milagro". Efectivamente, la madre del enfermo comprobó con indecible alegría que su hijo estaba perfectamente curado. Desde entonces, y hace de esto diez y siete años, Juan Bautista Clemente y Muñoz se dedica, como antes de quedar cojo, a sus faenas, sin haber tenido novedad ni experimentar molestia alguna en ese pie. Otra inspiración sintió a la vez la madre, respecto de este hijo, a saber, que el Señor le depararía una fiel compañera con quien casarse y con la cual sería feliz, inspiración que también ha tenido su cumplimiento.

     498.    Doña Juana Torres, esposa de D. Anselmo de la Hoz, en su último embarazo sufría tan fuertes ataques nerviosos y llegó a tal extremo de debilidad, que la profesora médica que la asistía en el parto, la juzgó en inminente e inevitable peligro de muerte, retirándose la madre de la enferma por no sentirse con fuerzas para presenciar la triste escena de la muerte de su hija; pero ésta con gran fe pidió que la pusiesen sobre la ropa el diente de  la Madre María Cándida, se encomendó a ella e inmediatamente dió con toda felicidad a luz un niño, el cual además vino a robustecer los lazos de unión de ambos esposos que deseaban mucho tener un hijo varón, no habiendo tenido hasta entonces más que niñas.

     499.    Doña Romana Reolid tuvo hace dos años una gravísima pulmonía y llegó una tarde al extremo de creer los médicos que no podría superarla; pero encomendándose a la Madre María Cándida mejoró notablemente en seguida, con maravilla del médico y del confesor, que la vieron al día siguiente completamente fuera de peligro: después en pocos días recuperó perfecta salud.

     500.    Un niño de pecho, raquítico y deforme, con dos bultos en la cabeza, el cráneo dividido en dos partes y el pecho tan puntiagudo y comprimido que apenas podía respirar, se hallaba completamente desahuciado del médico, que consideraba inevitable su muerte. En esto la madre, doña Dolores Santo Domingo, y otras personas amigas, a saber, la señora Leonor Costadellas, viuda del general Rojas, y su hija, devotas de la Madre María Cándida, y doña Juana Torres, fueron de la idea de pedir al Señor la salud del niño por intercesión de la expresada Madre María Cándida; le pusieron sobre la cabeza en forma de boinita un trozo del velo de dicha Madre y desaparecieron inmediatamente algunos de los achaques de que adolecía el niño, y los demás con sólo llevar al cuello un pedazo de dicho velo, van también lentamente desapareciendo.

     501.    El P. José Agustín Fariña, Agustino, llamdo a Roma por su Superior General, vino de Chile a España el año 1917: al pasar por Francia fué apresado en Bayona como sospechoso por causa de la guerra, y experimentó la eficacia de la intercesión de la Madre María Cándida a la cual se encomendó. El mismo escribía en 27 de Junio de 1918 al P. Benigno Fernández lo siguiente: "No dudo que en mi prisión ella me favoreció. Como usted me había hablado  tanto de ella y con tanto entusiasmo y yo llevaba sus imágenes para el Padre General, me encomendé a ella de todo corazón y le decía: Vamos a ver; para estas circunstancias son  los hermanos. Tú has dicho que en esta guerra te invocarán y vendrás a auxiliar a los que a ti clamen; pues ya está cumplida la primera parte de tu profecía, pues yo, preso por la guerra, te invoco; cumple tú ahora la segunda. Y no dudo que me ayudó, pues para mí es un milagro, que asombraba a mi abogado y a cuantos estaban conmigo, que siendo yo tan delicado de salud, viniendo de un país caliente y hallándome un mes con la temperatura de 16 grados bajo cero y en mi calabozo de 5 sobre cero de día y de noche, ni me constipé ni sentí frío."

     502.    De varios otros casos en que los devotos de la sierva de Dios, Sor María Cándida de San Agustín, han experimentado su protección, después de haberla invocado, en sus angustias de espíritu o enfermedades corpóreas, darán claro testimonio los correspondientes testigos que oportunamente serán examinados.





  Cuadro que el primer grupo de peregrinos en visitar los lugares donde pasó sus últimos años la Madre Cándida de San Agustín,
 regaló al Monasterio de San Diego de Alcalá, en Valdepeñas, del que fue su fundadora.





                                                                                             FIN
    

      P.D.: Con esta página, doy fin a la transcripción exacta de los apuntes recopilados por el P. Eustasio Esteban O.S.A. (Prior General de la Orden de San Agustín). 
   Las fotografías y grabados que en ella aparecen, se han incluido  con el fin de complementar, enriquecer y actualizar la  narración. 
     ¡Todo a mayor gloria de Dios! y para que la fama de santidad de la Sierva de Dios, se extienda por el mundo entero y pronto la podamos venerar en los altares.


            El 13 de noviembre,  festividad de todos los Santos de la Orden Agustiniana  y también festividad de San Diego de Alcalá, titular del convento de agustinas de Valdepeñas del que fue fundadora la Sierva de Dios Madre Cándida de San Agustín.


       Desde este blog se ruega a todas aquellas personas que encomendándose a la  poderosa intercesión de la Sierva de Dios Madre Cándida de San Agustín, obtengan alguna gracia o favor, lo comuniquen a:

                                            Monasterio de San Diego de Alcalá

                                                               MM. Agustinas
                                               13300 Valdepeñas (Ciudad Real)
                                                                 - ESPAÑA -
                                                            Tf: 926 32 21 05

                    Quienes deseen ayudar, con sus limosnas, a la causa de canonización de la Sierva de Dios, y a los gastos de edición de libros, estampas y reliquias, para dar a conocer su vida y propagar su devoción, pueden enviar sus donativos a nuestro Monasterio, por giro postal o por transferencia Bancaria a la cuenta corriente número:

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                                                               Oración 
  
                                      ¡Oh Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo!
                         que de tantas maneras has manifestado tu Omnipotencia
                         y Misericordia en favor de los hombres: escucha mis ruegos
                         en la necesidad que ahora siento y por los méritos e intercesión
                         de la V.M. Cándida de San Agustín, concededme la gracia que 
                          pido si ha de ser para tu mayor gloria y bien de mi alma. Amén
                           
                                                        (Hágase la petición y récense tres Gloria Patri)


                

APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE LA MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 7, 2

miércoles, 6 de noviembre de 2013


     486.    Doña Elisa Pingarrón, que siendo niña había visitado varias veces en compañía de su madre, doña Valentina Yárritu, a la Madre María Cándida, sufría de ataques, que el médico conceptuaba graves y de difícil  curación; le fué aplicado el diente de la Madre María Cándida, se encomendó a ella y desaparecieron por completo dichos ataques.

     487.    Una señora, llamada Feliciana Campillo, que había sido novicia en Toledo después de la muerte de la Madre María Cándida, habiendo salido del convento, conservaba como reliquia una muela de la Madre, que la había regalado la Madre Sor Luisa. Cierto día acometió a un hermano de dicha señora un grande y tenaz dolor de oídos, y acordándose de la citada reliquia se la puso al hermano sobre el oído dolorido, sugiriéndole que dijera: "Madre Cándida, cúrame, que si quieres bien puedes", y encomendándose él a la Madre María Cándida  con dicha oración, instantáneamente desapareció el dolor, y dijo a la hermana: "Quítala, que ya no me duele." La misma señora Feliciana Campillo, padeció mucho tiempo fuertes dolores de garganta, e introduciendo en su boca en lo más agudo del dolor dicha muela, y encomendándose a la Madre María Cándida, consiguió muchas veces que se la calmase el dolor.

     488.    La Comunidad del convento de Agustinas Magdalenas de San Diego de Valdepeñas, estaba en cierta ocasión necesitada de jabón para concluir de lavar la ropa y sin medios para comprarlo. Avisaron  lo que pasaba las tres Hermanas encargadas del lavadero a la Presidenta de la Comunidad, que lo era la Madre Luisa, primera discípula de la fundadora del convento, y la Presidenta las mandó que fuesen al sepulcro de la Madre María Cándida y se l0 pidiesen; así lo hicieron ellas, llevando una vasija y colocándola en la hornacina de la sepultura junto a la inscripción que allí se lee, y al poco tiempo pasó recado la Madre Tornera a la Presidenta que una señora, llamada Gala, había traído de limosna en un pañuelo una cantidad de jabón fresco por si la Comunidad lo necesitaba, con lo cual se pudo cómodamente concluir el lavado de la ropa de aquella semana.

     489.    Sor Teresa de Jesús, religiosa profesa del mismo convento de Agustinas de Valdepeñas, padeció durante muchos años de caries en el hueso del brazo derecho, y en los días de sus mayores dolores sólo encontraba alivio colocando el brazo sobre la sepultura de la Madre María Cándida, fundadora del expresado convento, y encomendándose a ella.

     490.    Un albañil llamado Juan Manuel Antequera, estando trabajando en una casa de Valdepeñas cayó del andamio desde bastante altura y al caer invocó a la Madre María Cándida, ofreciendo mandar decir una misa si le libraba de la muerte. Resultó el albañil ileso en esta caída  y cumplió religiosamente su promesa.

     491.    La madre de D. Enrique Mateos-Aparicio, sacerdote, con quien reside hoy  en Moral de Calatrava, no pudiendo dar a luz en un parto muy difícil, acudió a Valdepeñas a la intercesión de la Madre María Cándida y al momento nació felizmente la niña, que con el nombre de Pura bendice ahora a dicha Madre Cándida y la profesa gran devoción.

     492.    Doña Josefina Pinilla, casada en Valdepeñas, con tales dificultades se encontró una vez para dar a luz que los médicos consideraron desesperado el caso y la paciente en inminente peligro de muerte, dejándola por deshauciada. En tan grave conflicto fué llevada a la enfermera por doña Ramona Hurtado de Mendoza la correa de la Madre María Cándida de San Agustín, y lo mismo fué ceñírsela que dar a luz felizmente. Cosa semejante sucedió también en otro caso con doña Paulina Pinilla, hermana de dicha Josefa, y ésta nunca ha querido en los siguientes embarazos estar desprovista de la correa de la Madre María Cándida, pidiéndola con bastante antelación y resistiéndose a devolverla hasta no haber dado a luz.

     493.    Doña Petra García, devotísima de la Madre María Cándida, ha experimentado varias veces la eficacia de esta devoción, principalmente  después que quedó viuda, viéndose prodigiosamente socorrida por intercesión de dicha Madre en graves necesidades de la vida.

     494.    Hicieron de la Madre María Cándida en vida de ella algún cuadro al óleo y de él algunas copias o retratos también al óleo. La Madre misma, en carta  de 26 de Agosto de 1860, decía a doña Juana Vizcaíno: "Los retratos han venido tres...; se han manchado, uno tanto que no puede presentarse a nadie. Los ha sacado de cuerpo entero con el libro según estaba el de Santiago. Tenía razón el Conde en decir está atarugado: tengo más narices que cara y una mano grandísima." El  cuadro de la Madre, pintado por Santiago Oñate, cuyo nombre se lee detrás de la tela, lo posee y conserva con veneración grande doña Juana Torres, y tiene de especial que la cara presenta a veces cambios extraordinarios, apareciendo la Madre ora alegre, ora triste, según los acontecimientos prósperos o adversos que sobrevienen después en la familia de doña Juana. Estos cambios, cuando suceden, los notan tanto ella como los demás individuos de la familia.


Retrato al óleo que representa a la Madre Cándida un año antes de morir
 y del que ella misma muestra su descontento.


     495.    Fenómenos análogos se han observado en las fotografías de dicho retrato. En la que tenían con gran reverencia D.  Paz García Valliano y su esposa doña Joaquina García, y hoy conserva su hija doña Petra García, observaron dichos cónyuges D. Paz y doña Joaquina, con varias otras personas, que la Madre María Cándida en los días de jueves y viernes santo movió varios años los ojos y la pluma que tiene en la mano derecha.

     496.    Estando desahuciada de los médicos una mujer pobre en Madrid, en el barrio de Chamberí, una joven llamada Carmen Sent Fernández, que después se hizo religiosa en el  convento de Valdepeñas, en que actualmente vive y se distingue con el sobrenombre de San Agustín, llevó a la enferma la fotografía del retrato al óleo de la Madre María Cándida, que por regalo de doña Josefa Martínez poseía su familia, para que se lo aplicasen a la enferma. Lo mismo fué colocar la fotografía debajo de la almohada de la moribunda que comenzar ésta a sudar copiosamente y librarse de la muerte, como atestiguó la persona que devolvió la fotografía. 


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