SOR MARÍA CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN "LA PERLA DE VALDEPEÑAS" 9, 4

lunes, 24 de noviembre de 2014
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Núm. 9.                                                 SEPTIEMBRE                                                         1931. ________________________________________________________________________________              

                            (Del periódico "La Perla de Valdepeñas" publicado entre los años 1931-1935)



                         Acciones  de  gracias

       Valdepeñas.- El niño Luis Rodríguez y Camacho, de siete años de edad, que vive en la calle del Clavel nº 8, estando gravemente enfermo con pulmonía doble, recibió una reliquia  de la M. Cándida, y fue mejorando hasta su completa salud, creyendo sus padres, Crescencio Rodríguez y Patricia Camacho, que indudablemente ha podido mucho la fe en la Sierva de Dios y los ruegos de ésta para conseguir la salud de su querido hijo.

       Valdepeñas 25 de Junio de 1931.-  Una niña de 8 años natural de Valdepeñas hija de Pedro Ruiz y Nieves de la Hoz, hallándose una mañana con tres vejigas seguidas en la pierna, pensando la madre que no era cosa de cuidado, le pinchó y supuró agua morada. Por la noche la tenía bastante inflamada y morada. La niña aconsejada por su virtuosa madre se puso la reliquia de la Sierva de Dios Sor Mª Cándida de San Agustín y se le encomendaron con mucha fe la madre e hija prometiéndola, si curaba a la niña para el 24, ir ella misma a llevarla una limosna. El 19 y 20 de este mismo mes de Junio fueron los días de más gravedad y por estar en el campo de Caseros tuvieron que venir a Valdepeñas para que la viera el médico y las dijo: Señora, la niña ha estado en mucho peligro, pero ya ha salido de él. Todo esto ha sido durante 5 días y el 24 fueron la madre y la niña Vicenta a echar su limosna que prometieron a la Madre Cándida, pues tiene la herida curada y la pierna solamente un poquito color morado está bastante bien y sus padres muy contentos y agradecidos de la Sierva de Dios.

     Dos Torres.- Rda. Madre Priora: Como verá por la presente, la devoción a la simpática Madre Cándida va propagándose rápidamente en este pueblo. Ya tenemos aquí cerca de cien suscripciones a La Perla; he colocado todas las medallas de aluminio y de plata alemana que me envió, y buen número de estampas, por lo cual puede mandarme otras 400 medallas de aluminio y 24 de plata.
        Voy a referirle algunos favores que ya hemos recibido por intercesión de la Madre Cándida. Una servidora, días pasados padeció durante muchas horas un agudísimo dolor de muelas; me apliqué una reliquia de la M. Cándida, y quiso N.S. probar porque, los dolores fueron más intensos; creí enloquecer, y sin embargo mi fe siguió esperando, y no fue en vano. Volví a aplicarme la reliquia y sentí la impresión de dos dedos que me tocaban la parte dolorida, desapareciendo el dolor en forma que no lo he vuelto a sentir.
        Grabiela Fernández tiene un hijo, niño de poca edad, que durante varias horas debía padecer un fuerte dolor, a juzgar por las contorsiones que hacía el angelito. Ninguno de los remedios que le aplicaron surtió efecto. Entonces la madre del niño lo encomendó a la Madre Cándida, aplicando al enfermito una estampa, y a los pocos minutos quedó el niño completamente tranquilo y bien; por lo cual, en acción de gracias se suscribió su madre a La Perla de Valdepeñas.
        Volcando un camión en un sitio peligroso de la carretera de la sierra de Córdoba, yendo cargado con dieciocho o veinte personas, al ver el peligro Engracia Madueño, natural de Dos Torres, se acordó que llevaba al pecho un número de La Perla de Valdepeñas, a la que se había suscrito el día anterior, y en el momento del vuelco, no acordándose del nombre de la Madre Cándida, invocó a la "Santa que llevaba en su pecho", y milagrosamente no sucedió desgracia alguna. Pasado el peligro, todos se admiraron cómo se habían librado de la muerte, y entonces ella, con gran fervor y agradecimiento, presentó el periódiquito, diciendo: "Esta Santa nos ha librado". Todos leyeron el periódico y dieron gracias a la Sierva de Dios, reconociéndose deudores de un gran favor.

     Valdepeñas.-  Rdo. Padre: No puede figurarse V.R. el entusiasmo y la fe que se está despertando en Valdepeñas por la M. Cándida. El día 23 se juntaron a un tiempo cinco madres de familia que venían por la correa de la Sierva de Dios para salir bien de su paso, y era un compromiso dar gusto a todas con una sola correa, la cual siempre anda fuera de casa de visita. No sólo en Valdepeñas, sino en otros pueblos de la Provincia de Ciudad Real, de Córdoba y otras se van formando coros y creciendo el número de devotos, como podrá ver por las gracias que le remito obradas por la Sierva de Dios en Dos Torres (Córdoba). Acá, y allá están pidiendo capillitas del Niño del Consuelo con la M. Cándida por recibirlas en Visita Domiciliaria, pues tienen grandísimas esperanzas de ser auxiliadas del Divino Niño por medio de su Sierva. También los devotos de aquí están esperando el grupo y hornacina, que dicen es preciosísimo, y no se saben conformar  con que en las actuales circunstancias tengamos que dar una tregua, quiera Dios que sea muy corta, a nuestras ansias, para ver en qué paran las cosas y dónde y cómo se puede poner esa joya, que ha de despertar grandísimo entusiasmo entre los devotos valdepeñeros. Que el Señor apresure el bien que esperamos por el amor a su Divino Hijo y por la intercesión de la santa y española Sor María Cándida de San Agustín.-  La Priora de Valdepeñas.


                            La hornacina del Niño del Consuelo 
                                          y la Madre Cándida


Réplica de la hornacina.
 Actualmente se venera en los domicilios de los devotos que están afiliados a ella. 

    Una noticia alegre y otra triste, respecto de la hornacina. La alegre es que está totalmente terminada, y, según referencias, es una obra de arte, una preciosidad. La triste es que, en las actuales circunstancias, bien pueden suponer nuestros lectores y los devotos del Niño del Consuelo y de la Madre Cándida, que sería una temeridad armar la hornacina y grupo y exponer al Santo Niño en él a la veneración pública. La amenaza del proyecto de la Constitución (que esperamos que no prosperará en este punto) de disolver las Comunidades Religiosas y de usurpar sus bienes, nos obligan a dar un plazo de espera hasta que se aclare definitivamente  la situación, que esperamos sea pronto y favorablemente. Mientras tanto, a orar, que el arma del cristiano es la oración, y con ella triunfa en Jesucristo.

 

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                                                               Oración 
  
                                      ¡Oh Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo!
                         que de tantas maneras has manifestado tu Omnipotencia
                         y Misericordia en favor de los hombres: escucha mis ruegos
                         en la necesidad que ahora siento y por los méritos e intercesión
                         de la V.M. Cándida de San Agustín, concededme la gracia que 
                          pido si ha de ser para tu mayor gloria y bien de mi alma. Amén
                           
                                                        (Hágase la petición y récense tres Gloria Patri)

                       Rogamos nos comuniquen las gracias recibidas por intercesión de la
                                                          Sierva de Dios Madre Cándida de San Agustín. 
                                                       Pueden dirigirse a: MONASTERIO DE SAN DIEGO,
                                                                    MM. AGUSTINAS,  c/ Convento, 1
                                                                                13300 Valdepeñas 
                                                                           (Ciudad Real) ESPAÑA
                                                                                Tel.  926 32 21 05

                    Quienes deseen ayudar, con sus limosnas, a la causa de canonización de la Sierva de Dios, y a los gastos de edición de libros, estampas y reliquias, para dar a conocer su vida y propagar su devoción, pueden enviar sus donativos a nuestro Monasterio, por giro postal o por transferencia Bancaria a la cuenta corriente número:

                                             POPULAR   IBAN  ES12 / 0075 / 0556 / 52 / 0700777973 
                                                                    

SOR MARÍA CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN "LA PERLA DE VALDEPEÑAS" 9, 3

martes, 18 de noviembre de 2014
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Núm. 9.                                                 SEPTIEMBRE                                                         1931. ________________________________________________________________________________              

                            (Del periódico "La Perla de Valdepeñas" publicado entre los años 1931-1935)


             Virtudes de la Madre María Cándida

               María Cándida ingresa en el Convento
                      de Agustinas de Alcalá de Henares

    El grabado que acompaña a este artículo representa a la joven María Cándida obteniendo de su padre, después de largas y porfiadas luchas, la bendición y el permiso para abandonar el mundo y consagrarse a Dios en el estado religioso. La firmeza de su vocación, la valentía y fortaleza con que fué fiel a ella, y finalmente, su definitiva victoria, están relatadas en su Vida, en los párrafos siguientes.

     Anhelo constante de María Cándida era el hacerse religiosa y consagrarse para siempre por medio de los votos al sevicio de Nuestro Señor Jesucristo; pero encontró graves obstáculos que venció heroicamente. Su padre a la fuerza quería casarla con alguno de los muchos pretendientes que se presentaban, procurando con malos tratamientos obligarla a seguir su voluntad; pero ella, firme en su vocación, decía: 
"-Monja he de ser, y monja he de ser, y no me caso." Llegó su padre hasta el extremo de pretender casarla por sorpresa: estando ya todo dispuesto hizo venir al señor cura y, haciéndola entrar en la habitación, en que todos estaban, la dijo que tenía que casarse con un caballero allí presente, a lo que ella con gran energía, delante de todos, contestó: "-Yo no me caso con nadie más que con Jesucristo", dejando a todos admirados de su resolución.

     Firme en su buen propósito, seguía María Cándida pidiendo con instancia al Señor que le ayudase a realizarlo, y con tal fervor hacía un día su oración sobre esto, que oyéndola su padre cambió de modo de pensar y cuando salió de la oración, le dijo: "-Dispón de cuanto te haga falta para irte de monja";  noticia que causó a María Cándida grandísima alegría.
 María Cándida recibe de su padre, después de muchas negativas, el permiso para  realizar su ansiado proyecto de ingresar en el convento.


      Obtenido el consentimiento paterno, dió María Cándida los pasos necesarios para entrar de religiosa en el convento de Agustinas Magdalenas de Alcalá de Henares; pero, cuando ya estaba admitida y a punto de entrar en el convento, he ahí que muere su madrastra Doña Josefa Langa, después de solos nueve meses de matrimonio, y se ve obligada, por consideración a su padre, viudo, que sentía mucho la separación de su hija, a diferir la entrada por espacio de algunos meses. Finalmente, después de tres años de dilación que había tenido que soportar por razón de la edad que exigía la Constitución española mientras estuvo vigente, y de otros tres por la oposición de su padre, logró realizar sus deseos.

     En el "Libro de las Señoras Religiosas que fallecen" del Convento de Agustinas Magdalenas de Alcalá de Henares se lee: Tomó el Abito para Monja de coro y velo negro Cándida Córdova, natural de Valdepeñas, Arzobispado de Toledo, de edad de veintidós años, en el día 15 de Mayo de 1826; se puso de San Agustín en la Religión". Dió la licencia para que María Cándida recibiese el hábito el Dr. D. Domingo del Río y Murga en Toledo el 23 de Abril de 1826, con la obligación de dar 6.000 reales de dote y 2.000 para su vestuario y gastos de noviciado, y era cuando recibió dicho hábito Superiora de la Comunidad con el título de Presidenta la Madre Sor Vicenta de las Mercedes.

    De los diversos nombres recibidos en el bautismo, a los de María Cándida, quiso añadir al hacerse religiosa, como aparece en el artículo precedente, el de San Agustín, por la especial devoción que le tenía a este Santo; de modo que en la religión se llamó Sor María Cándida de San Agustín, y así se firmaba en sus cartas, como se puede ver en las que aún se conservan. En el siglo, como consta de su declaración en el acto de exploración de su libre voluntad para ser religiosa, se llamaba de hecho Cándida Rosa Rosalía; pero en el convento de Alcalá era denominada comunmente con el nombre de la Madre San Agustín y en el de Toledo con el de la Madre Cándida.

      Aproximándose el tiempo de la profesión el Dr. D. Miguel de Pascual Heranz, Vicario General interino en Alcalá, exploró el 15 de Abril de 1827 la voluntad de Sor María Cándida de San Agustín y halló que, sin coacción de nadie, espontánea y líbremente estaba dispuesta a profesar, y que siendo de complexión sana y robusta, sin ninguna enfermedad, y habiendo probado las asperezas de la vida religiosa, se creía  con fuerzas bastantes para cumplir con las obligaciones del estado religioso según la regla de San Agustín y las Constituciones del Monasterio en que vivía como novicia, autorizándola en el mismo acto para que pudiese hacer testamento y renuncia de sus legítimas paterna y materna y de cuantos derechos y acciones le pertenecían entonces y le pudieran en lo sucesivo pertenecer. Terminado el año de noviciado, profesó solémnemente el 18 de Mayo de 1827, siendo Priora del Convento la Madre Sor Escolástica de la Santísima Trinidad, que, elegida para dicho oficio el 15 de Agosto de 1826, continuó desempeñándolo hasta 1846.

     Desempeñó en seguida Sor María Cándida de San Agustín varios cargos menores en la Comunidad, siendo elegida, aun siendo novicia, ropera de lana para cuando profesase. Para el trienio que comenzó el 15 de Septiembre de 1829 fue nombrada panadera y, como auxiliar de otras, sacristana, ropera de lienzo y refitolera, como consta del Libro de Elecciones de la misma Comunidad.


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                                                               Oración 
  
                                      ¡Oh Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo!
                         que de tantas maneras has manifestado tu Omnipotencia
                         y Misericordia en favor de los hombres: escucha mis ruegos
                         en la necesidad que ahora siento y por los méritos e intercesión
                         de la V.M. Cándida de San Agustín, concededme la gracia que 
                          pido si ha de ser para tu mayor gloria y bien de mi alma. Amén
                           
                                                        (Hágase la petición y récense tres Gloria Patri)

                       Rogamos nos comuniquen las gracias recibidas por intercesión de la
                                                          Sierva de Dios Madre Cándida de San Agustín. 
                                                       Pueden dirigirse a: MONASTERIO DE SAN DIEGO,
                                                                    MM. AGUSTINAS,  c/ Convento, 1
                                                                                13300 Valdepeñas 
                                                                           (Ciudad Real) ESPAÑA
                                                                                Tel.  926 32 21 05

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SOR MARÍA CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN "LA PERLA DE VALDEPEÑAS" 9, 2

domingo, 16 de noviembre de 2014
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Núm. 9.                                                 SEPTIEMBRE                                                         1931. ________________________________________________________________________________              

                            (Del periódico "La Perla de Valdepeñas" publicado entre los años 1931-1935)


                   
                    La  Natividad  de  Nuestra  Señora

       ¿Habéis visto amanecer el día? ¿Cuando el alba se asoma por el oriente y poco a poco difunde su tenue luz, saludada por los pajarillos, y va creciendo en intensidad alegrando la oscura tierra hasta que asoma de lleno el brillante sol?

       Tal fue la Natividad de María: el nacer del día de la gracia, que anunció y previno la venida del Sol Jesús. Por eso la Iglesia canta: "Tu nacimiento, oh Virgen Madre de Dios, fué heraldo de gozo para el mundo entero, porque de Ti nació el Sol de Justicia, Cristo nuestro Dios".

            ¡Oh, qué alegría debió haber en el cielo, qué aplausos de los Ángeles, qué de bendiciones a Dios! Nunca se había visto ni se volvería a ver en simple criatura otra maravilla igual. Nace una niña, hija de Adán y Eva, y sin el pecado común a todos lo hijos de Adán y de Eva. Pura, limpia, inmaculada, ya enriquecida con mayores dones que los que eternamente se concederán a todos los ángeles y a todos los hombres juntos, porque conviene a la elegida y formada para Madre una gracia inmensamente superior a la destinada para todos los siervos.



     
       ¡Qué espanto el del infierno al contemplar aquella niña en la que no podía menos de prever, por fundadas conjeturas, que sería aquella mujer con cuyo poderío y victoria le amenazó Dios en el paraíso con estas palabras: "Pondré enemistades entre ti y una mujer...; Ella quebrará tu cabeza!"

        Represadas estaban las aguas de la gracia en el seno de Dios; pero ya ha roto la presa esta fuente y arroyo y canal por donde van a verterse sobre el mundo en la plenitud de sus caudales, en el mismo Dios, Jesús, gracia eterna. Alegrémonos, ha nacido la "llena de gracia", la que "ha hallado gracia", la "Madre de la gracia" que nos ha de reengendrar a nueva vida. Ya lo ha hecho por medio de Jesús.

       Pero ¿de qué serviría al sediento tener la riquísima fuente al alcance de sus labios; de qué al enfermo tener a mano la medicina milagrosa que le aliviaría y sanaría instantaneamente, si el uno y el otro no quisieren utilizar aquellos medios de refrigerio, de salud y de vida? ¿Y de qué vale al cristiano que la fuente de las gracias le brinde sus caudales, que el arroyo las conduzca a su huerto y el canal las lleve hasta su misma casa, si él se empecina en morir de sed y en dejar perecer de sequía su huerto?

       Cristianos, vivid en gracia;  es decir, vivid de María, que es vivir de Jesús; y si la noche del pecado oscurece vuestra conciencia, abrid los ojos ahora a la aurora del día de Dios y esperad la inmediata aparición del Sol divino, vida de vuestras almas. Alégrese el pecador, porque por María le viene el perdón y la vida.


                   A NUESTRA SEÑORA DE CONSOLACIÓN

     Patrona de Valdepeñas, de cuya imagen fue devotísima la joven María Cándida Córdova.

                                 ¡Dios te salve virgen Pura,
                              Reina del Cielo y la Tierra.
                                  Madre de misericordia,
                              De gracia y virtudes llena,
                                  Vida y dulzura en quien vive
                               Toda la esperanza nuestra!
                                   ¡Dios te salve, a ti llamamos
                                Desterrados hijos de Eva!
                                    A ti Madre suspiramos,
                                 Gimiendo y llorando penas
                                    En este tan triste valle
                                  De lágrimas y miserias.
                                     Ea pues, dulce Señora,
                                 Reina y abogada nuestra,
                                    esos tus divinos ojos
                                 A nosotros siempre vuelvas;
                                    Y después de este destierro
                                 Con benignidad nos muestra
                                    A Jesús, fruto bendito
                                 De tu vientre hermosa prenda,
                                     ¡Oh clementísima aurora!
                                 ¡Oh piadosísima estrella!
                                      ¡Oh dulcísima Patrona!
                                  Y Reina de Valdepeñas!
                                       ¡Oh Consolación hermosa
                                   Por nosotros a Dios ruega,
                                        Para que seamos dignos
                                   De gozar de la gloria eterna!
                                                                           Amén

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                                                               Oración 
  
                                      ¡Oh Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo!
                         que de tantas maneras has manifestado tu Omnipotencia
                         y Misericordia en favor de los hombres: escucha mis ruegos
                         en la necesidad que ahora siento y por los méritos e intercesión
                         de la V.M. Cándida de San Agustín, concededme la gracia que 
                          pido si ha de ser para tu mayor gloria y bien de mi alma. Amén
                           
                                                        (Hágase la petición y récense tres Gloria Patri)

                       Rogamos nos comuniquen las gracias recibidas por intercesión de la
                                                          Sierva de Dios Madre Cándida de San Agustín. 
                                                       Pueden dirigirse a: MONASTERIO DE SAN DIEGO,
                                                                    MM. AGUSTINAS,  c/ Convento, 1
                                                                                13300 Valdepeñas 
                                                                           (Ciudad Real) ESPAÑA
                                                                                Tel.  926 32 21 05

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SOR MARÍA CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN "LA PERLA DE VALDEPEÑAS" 9, 1

sábado, 8 de noviembre de 2014
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Núm. 9.                                                 SEPTIEMBRE                                                         1931. ________________________________________________________________________________              

                            (Del periódico "La Perla de Valdepeñas" publicado entre los años 1931-1935)

                      
                       ¿Para  qué  sirven  las  monjas?

      Distingamos entre las religiosas que se dedican a obras de beneficencia en los hospitales, asilos, etc., o la enseñanza en los colegios, y las monjas de clausura cuya vida está consagrada a la soledad, a la oración y a la penitencia. Las primeras todos convienen en que sirven para algo y muchos confiesan que su labor es inapreciable, incomparable. Las segundas, para los incrédulos, son seres completamente inútiles, parásitos de la sociedad. La gente de fe se divide en varias clases, que podemos reducir  a dos en cuanto al criterio con que juzgan a las monjas: unos las estiman por la flor y nata de la virtud, de la espiritualidad del cristianismo, de la humanidad; otros guardándoles todos los respetos, creen que los monasterios de clausura son una institución de otras épocas y que no encaja en el siglo de la vertiginosa actividad, que, por lo tanto, debieran evolucionar hasta transformarse en corporaciones activas, útiles a la sociedad del siglo XX en que vivimos.

     La cuestión tiene importancia en La Perla de Valdepeñas, ya que la M. María Cándida de San Agustín fué monja de clausura, y para ser monja renunció la mano de numerosos pretendientes, y hubo de luchar con la oposición doméstica durante varios años. Ella tenía una idea elevadísima del estado religioso, particularmente de las monjas de clausura, y eligió dicho estado en plena madurez de vida, a los 22 años de edad. Así pues, Sor María Cándida fué monja. ¿Hizo algo? ¿Sirvió para algo? Estas preguntas están formuladas en el encabezamiento del presente artículo.

     La respuesta debe ser distinta para el que cree. El que no cree en la eficacia de la oración y del sacrificio, deduce que la monja es un ser inútil a la sociedad, y que por lo tanto la sociedad debe suprimirlo. Vamos a contestarle.

      Ante todo empezaría yo por preguntar por qué  habría de empezarse a suprimir los seres inútiles por los más indefensos e inofensivos, como son las monjas. ¿No son seres inútiles los señores, señoras, señoritos y señoritas del café que consumen la vida malgastando el dinero, sin hacer nada, en una ociosidad escandalosa y pecaminosa? ¿No son seres inútiles para la sociedad esas innumerables damas y damiselas que se levantan a las once de la mañana, desayunan, salen a visitas, vuelven a comer, cogen después el auto y dan un paseo que dura hasta la hora de merendar, y después de merendar han de acudir a la tertulia murmuradora de la casa de la fulana, y por la noche al teatro, y a las doce a cenar, y después de cenar a dormir? ¿Es esa vida racional? Adiós hogar, adiós familia, adiós sociedad... Todo en esas vidas es desmoralizador; esos son seres inútiles en grado superlativo.... ¿Y a qué seguir enumerando los incontables seres inútiles a quienes nadie piensa en echar de sus casas, confiscar sus bines y obligarles a hacer algo de provecho para el bien común de la sociedad?

     Pero las monjas, aun consideradas como una simple reunión de mujeres, están muy lejos de ser lo que se creen quienes así tan ignorantemente las censuran. Supongamos que no fueran monjas; que fueran simplemente lo que acabo de indicar: veinte o treinta mujeres que se juntaran en sociedad para vivir honestamente con el fruto de su trabajo. ¿No sería esto algo verdaderamente digno de aplauso, de protección, de imitación y aun de auxilio pecuniario por parte de los gobiernos o de la sociedad? Pues eso, por lo menos eso son las monjas: una reunión de mujeres honestas que se juntan para ayudarse a vivir y a ganarse la vida honradamente. Ellas se hacen su ropa, ellas se las remiendan, ellas se la lavan y se la planchan; ellas se cocinan la comida; ellas asean la casa; ellas atienden llenas de solicitud a las enfermas; ellas velan noches y noches a la cabecera de las graves y moribundas... No tienen ninguna criada; todo se lo hacen por sus manos, y aun, si tienen vacas, gallinas, cerdos y otros animales domésticos, ellas cuidan de ellos como la mejor aldeana, y eso que muchas son de familias delicadas y de fina educación, y aun cogen la azada y cavan en la huerta, y no se desdeñan de ejecutar los oficios más humildes. Como además de lo que es de uso particular hay otras cosas de uso del templo, ellas hacen las ropas de la iglesia, y las cosen, lavan, planchan, rizan, etc. Y como aun han de ganarse la vida, o han de ayudarse para alcanzar a comer una frugal comida, o lavan ropa de otras iglesias, o bordan, o pintan, o rizan, o ejecutan trabajos de pastelería y otras labores.
  
    ¿Es esto vida ociosa? ¿Hay alguna comparación con los parásitos de la sociedad que hemos descrito más arriba, seres ociosos, perpetuos murmuradores del café, del casino, de la calle, de la tertulia, del teatro... que todo se lo encuentran hecho y nada hacen?

      Pero hay un aspecto que la injusta sociedad, sobre todo la que presume de socialista y aún de comunista, no solo se lo calla sino que lo aborrece. ¡Inconcebible contradicción! Y es que las monjas son... ¡admírate  lector! comunistas... en el verdadero sentido de la palabra. Allí entran ricas y pobres, de fina educación, labradoras y criadas, unas destinadas al coro y otras a la cocina... Unas llevan su dote, otras no llevan más que su cuerpo y su alma; gran parte de ellas hijas del pueblo. Pues bien, allí todo es común, el mismo vestido para todas, el mismo tratamiento para todas, la misma comida para todas, el mismo médico, la misma botica, la misma prodigalidad de cuidados... Ni la que es más hábil y trabaja más gana más y tiene más, ni la que no puede trabajar tiene menos. Allí están práctica y justísimamente resueltos todos los problemas modernos de seguros de vejez, de jubilación, de seguros de enfermedad... La que por indisposición o por ancianidad  no puede trabajar, no trabaja, y sin embargo come lo mismo que las otras, viste lo mismo y participa de modo admirable del bien común a todas... Y no sólo eso, que si necesita comida especial, vestido especial, habitación especial, médico especialista, operaciones quirúrgicas costosas... todo, todo lo tiene, y no lo tiene como una limosna; lo tiene por derecho, lo tiene con verdadero amor, que así se lo proporcionan sus hermanas que gustosísimas  trabajan para ella y le sirven como criadas, como siervas, pero siervas de caridad.

     ¿No es verdad que aun bajo este solo aspecto humano, terreno, son dignísimas de admiración y protección las monjas de clausura? Pues hagamos hoy punto aquí que aun queda mucha tela por cortar y es pequeño este espacio. Pero, lector querido, no te contentes con leer estos párrafos; párate un momento a considerarlos y a comentarlos en el seno de la familia o de la amistad.

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                                                               Oración 
  
                                      ¡Oh Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo!
                         que de tantas maneras has manifestado tu Omnipotencia
                         y Misericordia en favor de los hombres: escucha mis ruegos
                         en la necesidad que ahora siento y por los méritos e intercesión
                         de la V.M. Cándida de San Agustín, concededme la gracia que 
                          pido si ha de ser para tu mayor gloria y bien de mi alma. Amén
                           
                                                        (Hágase la petición y récense tres Gloria Patri)

                       Rogamos nos comuniquen las gracias recibidas por intercesión de la
                                                          Sierva de Dios Madre Cándida de San Agustín. 
                                                       Pueden dirigirse a: MONASTERIO DE SAN DIEGO,
                                                                    MM. AGUSTINAS,  c/ Convento, 1
                                                                                13300 Valdepeñas 
                                                                           (Ciudad Real) ESPAÑA
                                                                                Tel.  926 32 21 05

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