APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE LA MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 6, 1

lunes, 30 de septiembre de 2013
                                                          VI


            DE  LA  FAMA  DE  SANTIDAD  EN  LA  VIDA  Y  DESPUÉS  DE  LA  MUERTE  DE  LA                                   SIERVA  DE  DIOS   SOR  MARÍA  CÁNDIDA  DE  SAN  AGUSTÍN




     434.    Grande fué la fama de santidad y de virtud de hacer milagros de que gozó la Madre María Cándida de San Agustín durante su vida. Aun antes de ser religiosa ya gozaba de gran fama de virtud; de religiosa en Alcalá ya era aclamada como santa y poderosa para socorrer necesidades hasta con milagros; por tal la tenían los pueblos por donde pasó en su tránsito de Alcalá a Toledo, y en Toledo mismo y en muchos otros puntos por tal la tuvieron todo lo restante de su vida, como se podría probar con muchos otros hechos, sobre los ya narrados en artículos precedentes. A mayor abundancia referiremos algunos otros.

     435.    El médico del convento de Agustinas Magdalenas, de Alcalá de Henares, que asistía a la Madre María Cándida cuando estuvo a punto de morir el año 1828 y fué curada milagrosamente por intercesión de San Diego, encantado de su virtud y santidad, la llamaba su ángel y decía que más quería  que se le muriesen su mujer y sus dos hijas que no su ángel. Cuando sucedió aquella curación milagrosa de la Madre y ocultándosela le llamaron, preguntó en seguida: "-¿Ha muerto mi ángel?", y al llegar a la puerta reglar lleno de pena volvió a preguntar:  "-¿A qué hora ha muerto mi ángel?" Cuando al abrir la puerta la misma Madre María Cándida, ya buena y sana, le saludó diciendo: "-Buenas noches, Don Mariano", él, algo incrédulo en punto a milagros, sorprendido y asombrado de ver viva y buena a la que esperaba encontrar muerta o expirando, empezó a dar voces diciendo:  "-Creo, creo",  y así iba por el claustro y subió con las religiosas para hacer las pruebas y cerciorarse más de lo que veía. Luego dijo a la Madre María Cándida que rogase a Dios por él y le pidiera que muriese en sus brazos. Y así sucedió; pues desengañado por lo que había visto, hizo una buena confesión, viviendo en adelante  muy cristianamente, y un día, bajando de la enfermería acompañado de la Madre María Cándida, le dió un ataque, y se cayó, la Madre le tomó en sus brazos y expiró.

     436.    Por el mismo tiempo de la curación milagrosa de la Madre María Cándida estaba también enferma de cuidado Sor María de los Dolores de Jesús; pues llevaba dos años de calentura continua y decían que estaba ya en el segundo de tisis. Viendo ella el prodigio que Dios había obrado con la Madre María Cándida por intercesión de San Diego, la dijo: "-Mira, ya que el Señor ha hecho eso contigo, que estabas peor que yo, pídele que, si me conviene, me conceda la salud." Al instante se puso buena y sana, como si tal cosa no hubiera tenido, atribuyendo este milagro a la Madre María Cándida y diciendo: "-San Diego ha curado a Sor  María Cándida, y Sor María Cándida me ha sanado a mí."

     437.    Había en la Coruña un cirujano enfermo, que había gastado en médicos y medicinas cuanto tenía y cada día se hallaba peor, llegando a verse desahuciado. En este desconsuelo tuvo noticia de la Madre María Cándida, oyendo decir muchas cosas de ella, y secundando el impulso que tenía se encomendó a ella. ofreciendo, si se ponía bueno, ir a verla y darle las gracias. No le engañó su fe, pues al instante sanó y recobró completa salud. Nadie sabía nada de esto hasta que él se presentó a dar las gracias a la Madre y lo publicó.

     438.    El armero Jacinto López, del pueblo de Villa del Prado, hijo de D. Gregorio y de doña Paula Rodríguez, iba una noche, la víspera de San José, a su pueblo, y al pasar por el monte se le presentaron unos que le esperaban para matarle: en este apuro él empezó a clamar a la Madre María Cándida que le amparase, y en el acto los que le acechaban quedaron parados sin poderse mover. Jacinto aligeraba el paso, clamando, interiormente, a la Madre, y estando nublado se le presentó en el aire, como cuando la luna se deja ver un poco entre nubes, y le acompañó hasta la entrada del pueblo. Después le escribió la Madre y le decía que otra vez  no corriese tanto, que la había hecho correr mucho y ella no podía correr tanto como él. Esta familia recibió de la Madre muchos favores extraordinarios como contaban los mismos favorecidos.


Edicto promulgado por la diócesis de Madrid-Alcalá con el fin de recoger datos y testimonios sobre la santidad
 de la
Sierva de Dios Sor María Cándida de San Agustín


     439.    Una parienta del farmacéutico de Villa del Prado tenía un cáncer en un pecho, y estaba tan mal, que, habiendo resultado inútiles todos los remedios, llevaba una semana de dolores tan atroces que la hacían gritar continuamente con gran molestia de toda la vecindad. Resuelta a hacerse la operación para extirparle, se puso la noche antes con toda fe y devoción una estampita del  Niño Jesús del Consuelo de la Madre María Cándida, y a la mañana siguiente amaneció buena y sana. Don Paz García  Valliano, que así se llamaba el farmacéutico, en vista de tal prodigio, fué a visitar a la Madre María Cándida y a darla las gracias por tan gran beneficio, pero no fué menor, aunque de otro orden, el que él recibió; pues de la entrevista con la Madre salió completamente transformado de soberbio, iracundo y de vida no muy arreglada, en hombre tranquilo, manso y resuelto a cambiar de conducta. Quedó después tan devoto y agradecido a ella, que la tenía por santa, la visitaba con frecuencia y la llevaba algunos regalos.

     440.     Una pobre mujer del mismo pueblo, de Villa del Prado, iba a Toledo con una mula cargada, y cayendo el animal debajo de la carga estaba a punto de perecer. La mujer se hallaba sola, y no pudiendo valerse con la caballería, empezó a llamar y a dar voces diciendo: "-Madre Cándida, ampáreme usted que se me mata mi mula." Distaba cinco leguas de Toledo, y estando la Madre María Cándida con otras en su celda, les dice "-¿Quién me llama?... ¿No oís las voces que me dan? " Y en efecto, las otras, también las oyeron. Fué la Madre y levantó la mula buena y sana. Al día siguiente en cuanto pudo se presentó la mujer a dar gracias a la Madre, y ésta, antes de que la mujer llegase al torno, dijo a Sor Jesús: "-Anda, baja que llega al torno la Fulana."  Y así fué. Apenas llegó la mujer empezó a contarlo todo, y lloraba de alegría diciendo que a la Madre Cándida debía que no se le hubiese matado su mula.

     441.    Un hombre viudo, de un pueblo distante algunas leguas de Toledo, iba con su hija un día a Toledo. Por no mantenerla le vino el pensamiento de matarla, y ya iba a ejecutarlo. La hija llamó a la Madre María Cándida que la amparase, y la Madre la libró de las manos de su padre. Llegaron a Toledo, y la hija se fué al instante a ver a la Madre, pero el padre no quiso subir al torno. Sin haber dicho la hija nada de su padre, la Madre la preguntó: "-¿Donde se ha quedado tu padre? Dile que suba."   El hombre no quería; pero al fin subió.  "-¿Por qué no quería usted subir?", le dijo la Madre, y él empezó a dar sus excusas. Entonces la Madre le reprendió de la crueldad que había querido cometer con la hija refiriéndole todo lo sucedido. El hombre empezó a llorar y pedir perdón, prometiendo, que otra vez no volvería a pensar en hacer tal cosa.

     442.    En Madrid se estaba muriendo una señora conocida de doña Francisca, esposa de D. Bernardino Tormejón, y ésta fué a verla llevando un pañito teñido en sangre de la Madre María Cándida que, con mucha fe e invocándola, le puso en la boca. La enferma, estando como estaba acabando, al punto abrió los ojos y volvió tan en sí que en seguida se puso buena.

     443.    El Reverendo Padre D. Rodulfo Millana, religioso Bernardo, hombre de mucha virtud y letras, decía a D. Manuel Raposo que la Madre María Cándida era santa y virtuosa y muy perseguida del demonio, que la mortificaba y maltrataba de muchas maneras. Hacía tiempo que dicho D. Manuel Raposo deseaba encontrar una persona verdaderamente santa, cuanto en la tierra se puede ser, y quedar enteramente penetrado, convencido y persuadido de ello después de buen examen. Por Julio de 1848 vivía en Alcalá doña María Díaz con su familia, toda ella muy conocida de D. Manuel, y por medio de ella comenzó éste a examinar si la Madre María Cándida era verdaderamente santa o no. Visitaba a ésta mucho doña María, y a veces, cuando iba a Madrid, daba expresiones a D. Manuel, de parte de la Madre María Cándida que decía conocerle:  "-No puede ser que me conozca -sostenía D. Manuel-, porque no me ha visto nunca."  Y doña María afirmaba que sí, que le conocía y que daba señas exactas de él. Entonces D. Manuel, escribiendo a una persona de dicha familia, dirigió un párrafo a la Madre María Cándida, diciéndola que, si era del mismo pensamiento y parecer que él, le indicase qué era lo que debía hacer, y le respondió muy a propósito, quedando él muy admirado y con deseo de verla y sondear bien su interior. Ella no cesaba de enviarle expresiones con dicha señora y de decirle que fuera a verla, que quería hablar despacio con él; a lo que D. Manuel respondía que si tanto lo deseaba que se lo mandase e iría; siendo su intención, que ella lo pidiese a Dios y el Señor así lo dispusiera.  

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       Desde este blog se ruega a todas aquellas personas que encomendándose a la  poderosa intercesión de la Sierva de Dios Madre Cándida de San Agustín, obtengan alguna gracia o favor, lo comuniquen a:

                                            Monasterio de San Diego de Alcalá

                                                               MM. Agustinas
                                               13300 Valdepeñas (Ciudad Real)
                                                                 - ESPAÑA -
                                                            Tf: 926 32 21 05

                    Quienes deseen ayudar, con sus limosnas, a la causa de canonización de la Sierva de Dios, y a los gastos de edición de libros, estampas y reliquias, para dar a conocer su vida y propagar su devoción, pueden enviar sus donativos a nuestro Monasterio, por giro postal o por transferencia Bancaria a la cuenta corriente número:

                                             POPULAR   IBAN  ES12 / 0075 / 0556 / 52 / 0700777973 

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