APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 2, 2

martes, 23 de octubre de 2012
     97.    Entretanto, la Madre María Cándida, con fondos de las limosnas recibidas, hizo que don Juan Alfonso de Castro comprase a doña María del Pilar Escobar y a su hijo D. Antonio Montalvo, todo el terreno y escombros del antiguo convento de Trinitarios Descalzos, excepto la iglesia, con sus dependencias, que ya eran propiedad del pueblo, en la cantidad de 32.000 reales, en parte pagaderos a plazos, otorgándose la escritura de venta en 28 de Febrero de 1853, a favor de dicho Sr. D. Juan Alfonso de Castro, que cedió el usufructo a la fundadora y sus sucesoras, sin expresar que la compra se hacía con dinero de la misma fundación. El Ayuntamiento, por su parte, estaba dispuesto a ceder a la fundadora y a sus sucesoras la propiedad de la iglesia, que en Diciembre de 1846 había adquirido del licenciado don Alfonso Sánchez Montalvo, por la cantidad de 10.600 reales.

     98.    Sabedora también la Madre María Cándida del dictamen del Fiscal de la Real Cámara Eclesiástica, D. Juan Martín Carramolino, emitido el 25 de Abril de 1853, procuró interesar los buenos oficios del eminentísimo Pro-Nuncio de Su Santidad en España, con atenta carta que le escribió en 9 de Mayo para que, no obstante ese dictamen, se diese por el señor ministro de Gracia y Justicia la Real orden deseada autorizando la fundación.

     99.    El mismo año 1853, en 6 de Agosto, solicitó la Madre María Cándida del mismo eminentísimo Cardenal Brunelli, Pro-Nuncio de Su Santidad en España, facultad apostólica para retener con tranquila conciencia, llegado el caso, la posesión de la iglesia y solar del que fué convento de los Trinitarios Descalzos de la villa de Valdepeñas, con el fin de fundar allí un monasterio de religiosas bajo la regla de San Agustín, que además de sostener en él culto divino, se dedicasen a la enseñanza y educación cristiana de las niñas.

     100.    Hacía ya nueve años que la Madre María Cándida de San Agustín andaba delicada, pero se hallaba tan bien con sus padecimientos, que no quería salud; sin embargo, el mismo año 1853, con licencia de la Santa Sede, previo informe favorable del eminentísimo señor Cardenal Arzobispo de Toledo, fué trasladada por motivos de salud, en unión de su compañera Sor Dolores de Jesús, al convento de Agustinas de Nuestra Señora de la Concepción, llamadas comunmente Gaitanas, de la ciudad de Toledo, las cuales, en 24 de Septiembre de 1853, habían dado unánime consentimiento a la solicitud de la Madre María Cándida.

     101.    Se verificó dicha traslación el 28 de Octubre del mismo año,  como consta del citado "Libro de las Señoras Religiosas que fallecen" del Convento de Agustinas Magdalenas de Alcalá. En este libro, en vez de las partidas de defunción, se dice de Sor Dolores de Jesús: "Esta se trasladó al Combento de Gaytanas de Toledo en virtud de un Breve Apostólico el día 28 de Octubre de 1853", y de la Madre María Cándida: "Esta también se trasladó al Combento de Gaitanas de Toledo en virtud del Breve Apostólico el 28 de Octubre de 1853". En el "Libro de Entradas y Profesiones de Señoras Religiosas" del mismo convento, al pie de las profesiones de dichas religiosas se repite la misma noticia, y en la de la Madre María Cándida expresamente se dice: "Salieron de aquí día 28 de Octubre de 1853".

     102.    Mucho tuvo que padecer la Madre María Cándida con motivo de esta traslación. Todos los amigos, sacerdotes y seglares, que antes la favorecían y se mostraron muy afectos, se la volvieron contrarios, y lo mismo la sucedió con las religiosas de su convento. La misma noche, antes de la salida, como ya había mandado el equipaje, tuvo que dormir sentada en cualquier parte y arropada, ya bien entrado el otoño, solamente con la ropa que tenía puesta.

     103.    De Alcalá llegó a un parador que estaba fuera de Madrid a la Puerta de Alcalá. donde fueron a verla las personas que lo supieron; dijeron después estas que de la pena y disgusto que había experimentado la Madre Sor María Cándida al salir del convento, del cansancio del camino, porque había estado enferma y se hallaba muy débil, y de la molestia de la mucha gente que fué a verla, estaba tan decaída que apenas podía hablar.

     104.    Luego pasó a Getafe, y de allí a Illescas, a un convento de religiosas, donde, habiéndose sabido que iba, la esperaba mucha gente en la calle. Apenas la vieron empezaron a decir: "-¡La Santa, la Santa!", y a suplicarle que rogara a Dios por ellos; y ella decía: "-¿por qué dicen eso y viene tanta gente? ¿Adónde está la Santa?" Entraron en el convento ella y su compañera Sor Dolores de Jesús y se encontraron con una Comunidad de religiosas, en que reinaba el espíritu de pobreza, observancia y caridad de Cristo. A pesar de la gran pobreza y escasez de recursos y de lo ruinoso que tenían el convento, obsequiaron mucho a la Madre María Cándida y la querían dar cuanto tenían para ayudarla a la fundación de su convento. Estuvo allí la Madre María Cándida muy contenta, y después no lo podía recordar sin mucho consuelo de su alma y alabanza de la perfección y caridad que había encontrado.



Puerta de la iglesia del Convento de Nuestra Señora de la  Concepción
  
Interior de la iglesia del Convento de Nuestra Señora de la Concepción. 
      105.    Fué después a Toledo al Convento de Agustinas Concepcionistas, vulgo Gaitanas, donde la esperaba también mucha gente en la iglesia y portería para abrazarla; pero ella se apeó del coche, entró derecha al presbiterio,  y cuando la gente quiso recordar, se entró en la clausura por una puerta que había detrás del altar mayor.

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