163. El celo de la gloria de Dios y de su culto consumía a la Madre María Cándida de San Agustín, y dos meses después, no pudiendo soportar por más tiempo el no ver con su comunidad adorado y venerado al Señor en su idolatrado convento de Valdepeñas, entregó el alma a Dios el 30 de Marzo de 1861.
164. "Era - dejó escrito don Manuel Raposo de la Madre Sor María Cándida de San Agustín-, una de las criaturas más puras y sencillas que Dios tiene en este mundo, sin haber perdido la inocencia bautismal. Conocía la gravedad y malicia del pecado y la ofensa que era a Dios sin conocer ni sentir el movimiento de las pasiones que le motivaban, y menos los movimientos de la concupiscencia, que es la causa de todos. Su humildad muy profunda, a correspondencia de su pureza. Fe, esperanza y caridad las tubo en grado heroico, y la prueba de ello, lo mucho que hizo y padeció por Dios. La caridad del prójimo era tanta, que tomaba y sentía tanto los males y trabajos de los demás como si fuesen suyos; y decía que no podía oir lástimas, porque la partían el corazón. Muy agradecida, y nunca olvidaba algún bien que se la hacía, y procuraba corresponder del modo que podía, y particularmente en encomendar mucho a Dios a todos sus bienhechores y tener a cada uno presente como si no fuese más que uno. La paciencia sin límites en padecer toda clase de vejaciones, ya de parte del infierno, ya de los hombres, y más de aquellos y aquellas que antes habían sido amigos y favorecidos suyos y luego sus mortales y tenaces enemigos, como se vió en tantas ocasiones; ya en sufrir la maledicencia de tantas lenguas que no debían hablar así; ya en recibir y sufrir a tanta gente como acudía a ella con todos sus apuros y trabajos, y a todos y a cada uno les oía como si fuera solo y consolaba según su necesidad de cuerpo y alma, como lo prueba la reforma que había en muchos pueblos y en la mucha gente que acudía a ella. Porque a todos les sacaba de sus dudas y de todo lo que les había ocurrido antes y les ocurriese después, ya fuesen sacerdotes, ya seglares, en todo y de todo les daba solución y respuesta, según el caso y necesidad, como si poseyera todas las ciencias; pero poseía la principal, que es la ciencia de los Santos, la verdadera sabiduría. Era universal para socorrer toda clase de necesidades, ya fuese en Roma, ya en Francia, ya en Italia, ya en África, ya en el mar, ya en España, en todas partes... En fin, era un conjunto de todas las virtudes y un prodigio de prodigios, como dije a la Madre Superiora de las Salesas Reales, que me preguntó si la conocía; porque no tendría fin lo que se podría decir de lo que Dios ha obrado por medio de esta su fiel sierva.
165. En 4 de Marzo de 1861 el Ministerio de Gracia y Justicia había pedido informe al señor Arzobispo de Toledo sobre la instancia de la Madre María Cándida para que se resolviese cuanto antes la competencia de jurisdicción sobre Valdepeñas, entre dicho señor Arzobispo y las Ordenes militares, y se diese la Real orden concediendo trasladarse con sus hijas a su convento de Valdepeñas. Muerta dicha Madre, a nueva petición ministerial de 4 de Mayo del mismo año, el señor Arzobispo contestó exponiendo las razones que había para no permitir que las Órdenes militares se mezclasen en el asunto, ya que Su Majestad podía, como gran Maestre de las Órdenes, conceder la licencia para la fundación, sin perjuicio de que él debía dar como Prelado diocesano, y manifestando que por fallecimiento de la Madre María Cándida de San Agustín, había sido autorizada para continuar la fundación la Madre Dolores de Jesús. Pero, habiendo promovido los parientes de la difunta Madre María Cándida pleito sobre los bines que ésta dejaba, pretendiendo tener derecho a ellos como herederos legítimos, se entorpeció la marcha de la fundación y quedó ésta después en suspenso hasta que terminó el pleito con sentencia del Tribunal Supremo de Justicia, de 22 de Junio de 1866, favorable a la fundación. Nombró luego el señor Arzobispo para la continuación de las obras, en 26 de Junio de 1867, a D. Nicolás Rodríguez de Lamo, abogado, hermano de la Madre Dolores de Jesús, acompañado del párroco D. Vicente Mejía y de D. Manuel Torres, de Madrid, y se hicieron varios trabajos; mas sobrevino la revolución de Septiembre de 1868, el alcalde popular de la villa se incautó del convento el 8 de Noviembre y el 16 de Abril del año siguiente 1869 el gobernador civil estableció en él la cárcel del partido judicial con otras dependencias, quedando así paralizada la fundación. Tan pronto como las circunstancias de los tiempos lo permitieron, D. Manuel Torres Gámez, como encargado de la Madre Dolores de Jesús, entabló expediente de reclamación del convento, expediente que, con poder de la misma Madre, otorgado el 10 de Junio de 1875, prosiguió este mismo año don Trinidad Bacas y Muñóz, sobrino de la otorgante, hasta conseguir primero de la Dirección General de Propiedades y Derechos de Estado, el 19 de Junio, resolución favorable de devolución íntegra del convento y enseres que se hallaban en él al tiempo de la incautación, y después, del alcalde de Valdepeñas, el 31 de Enero de 1876, venciendo antes grandes dificultades, la de entrega de la parte alta del convento, en que pudiese instalarse la Comunidad. La parte baja se arregló provisionalmente para habitación de los presos, que fueron reducidos a ella el 19 de Marzo. Por fin, el 5 de Septiembre de 1877 fueron trasladados los presos a la nueva cárcel del partido judicial y quedó todo el edificio del convento a disposición de la Comunidad.
166. El rescripto de 8 de Abril de 1859, de la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares, obtenido por la Madre María Cándida de San Agustín para la erección canónica de su convento de Valdepeñas, fué ejecutado el 4 de Marzo de 1876, por D. Santos Arciniaga, Vicario General de Toledo, quien dió licencia a la Madre Dolores de Jesús Rodríguez de Lamo, para establecerse en dicho convento como única hasta entonces representante de la nueva Comunidad que había de establecerse. El 22 de Marzo, la Madre Luisa Gómez del Santísimo Sacramento (la Luisa de San Rafael, discípula de la Madre María Cándida), priora entonces del convento de Agustinas Concepcionistas de Toledo, en el que había profesado el año 1864, obtuvo licencia de pasar al nuevo convento de Valdepeñas. A las dos precedentes se unieron las novicias doña Victoria Cogolludo y doña Catalina Calero, que tenían cumplido su noviciado; el 23 del mismo Marzo dió dicho señor Vicario General el decreto de traslación, y ésta se verificó al día siguiente, quedando la Comunidad formada por las cuatro susodichas religiosas, bajo la dirección de la Madre Luisa Gómez del Santísimo Sacramento, nombrada Presidenta en el mismo decreto. Obtenida la gracia de los votos solemnes para el nuevo convento, dichas novicias hicieron su profesión solemne después de pasar su noviciado en él. Quien cuidó de dirigir la traslación de las Religiosas y transportar las cosas de la fundación fué D. Trinidad Bacas y Muñoz, primer capellán de la Comunidad, a quien D. Manuel Raposo, contestando desde Madrid, el 29 de Marzo de 1876, decía: "Mi estimado amigo Sr. D. Trinidad: Recibí su grata del 23, y me llenó de júbilo y santa alegría con la buena nueva que usted me comunicaba del traslado tan deseado de nuestras queridas Religiosas a su convento. Gracias a Dios que se ha dignado concluir su obra. Le doy a usted y a las Religiosas la más cordial enhorabuena. Quiera el Señor echar su bendición a esa Casa, y todo sea para honra y gloria suya y bien de las almas... Dígame si han llevado el cadáver de la Madre." Éste, como queda dicho en otro lugar, fué trasladado el 24 de Octubre del mismo año, contribuyendo también a los gastos de su traslación el mismo D. Manuel Raposo.
____________________________________________________________________
Desde este blog se ruega a todas aquellas personas que encomendándose a la poderosa intercesión de la Sierva de Dios Madre Cándida de San Agustín, obtengan alguna gracia o favor, lo comuniquen a:
Monasterio de San Diego de Alcalá
MM. Agustinas
13300 Valdepeñas (Ciudad Real)
- ESPAÑA -
Tf: 926 32 21 05
Quienes deseen ayudar, con sus limosnas, a la causa de canonización de la Sierva de Dios, y a los gastos de edición de libros, estampas y reliquias, para dar a conocer su vida y propagar su devoción, pueden enviar sus donativos a nuestro Monasterio, por giro postal o por transferencia Bancaria a la cuenta corriente número:
POPULAR IBAN ES12 / 0075 / 0556 / 52 / 0700777973
Expositor con restos óseos y fragmentos del ataúd de Madre Cándida de San Agustín |
164. "Era - dejó escrito don Manuel Raposo de la Madre Sor María Cándida de San Agustín-, una de las criaturas más puras y sencillas que Dios tiene en este mundo, sin haber perdido la inocencia bautismal. Conocía la gravedad y malicia del pecado y la ofensa que era a Dios sin conocer ni sentir el movimiento de las pasiones que le motivaban, y menos los movimientos de la concupiscencia, que es la causa de todos. Su humildad muy profunda, a correspondencia de su pureza. Fe, esperanza y caridad las tubo en grado heroico, y la prueba de ello, lo mucho que hizo y padeció por Dios. La caridad del prójimo era tanta, que tomaba y sentía tanto los males y trabajos de los demás como si fuesen suyos; y decía que no podía oir lástimas, porque la partían el corazón. Muy agradecida, y nunca olvidaba algún bien que se la hacía, y procuraba corresponder del modo que podía, y particularmente en encomendar mucho a Dios a todos sus bienhechores y tener a cada uno presente como si no fuese más que uno. La paciencia sin límites en padecer toda clase de vejaciones, ya de parte del infierno, ya de los hombres, y más de aquellos y aquellas que antes habían sido amigos y favorecidos suyos y luego sus mortales y tenaces enemigos, como se vió en tantas ocasiones; ya en sufrir la maledicencia de tantas lenguas que no debían hablar así; ya en recibir y sufrir a tanta gente como acudía a ella con todos sus apuros y trabajos, y a todos y a cada uno les oía como si fuera solo y consolaba según su necesidad de cuerpo y alma, como lo prueba la reforma que había en muchos pueblos y en la mucha gente que acudía a ella. Porque a todos les sacaba de sus dudas y de todo lo que les había ocurrido antes y les ocurriese después, ya fuesen sacerdotes, ya seglares, en todo y de todo les daba solución y respuesta, según el caso y necesidad, como si poseyera todas las ciencias; pero poseía la principal, que es la ciencia de los Santos, la verdadera sabiduría. Era universal para socorrer toda clase de necesidades, ya fuese en Roma, ya en Francia, ya en Italia, ya en África, ya en el mar, ya en España, en todas partes... En fin, era un conjunto de todas las virtudes y un prodigio de prodigios, como dije a la Madre Superiora de las Salesas Reales, que me preguntó si la conocía; porque no tendría fin lo que se podría decir de lo que Dios ha obrado por medio de esta su fiel sierva.
165. En 4 de Marzo de 1861 el Ministerio de Gracia y Justicia había pedido informe al señor Arzobispo de Toledo sobre la instancia de la Madre María Cándida para que se resolviese cuanto antes la competencia de jurisdicción sobre Valdepeñas, entre dicho señor Arzobispo y las Ordenes militares, y se diese la Real orden concediendo trasladarse con sus hijas a su convento de Valdepeñas. Muerta dicha Madre, a nueva petición ministerial de 4 de Mayo del mismo año, el señor Arzobispo contestó exponiendo las razones que había para no permitir que las Órdenes militares se mezclasen en el asunto, ya que Su Majestad podía, como gran Maestre de las Órdenes, conceder la licencia para la fundación, sin perjuicio de que él debía dar como Prelado diocesano, y manifestando que por fallecimiento de la Madre María Cándida de San Agustín, había sido autorizada para continuar la fundación la Madre Dolores de Jesús. Pero, habiendo promovido los parientes de la difunta Madre María Cándida pleito sobre los bines que ésta dejaba, pretendiendo tener derecho a ellos como herederos legítimos, se entorpeció la marcha de la fundación y quedó ésta después en suspenso hasta que terminó el pleito con sentencia del Tribunal Supremo de Justicia, de 22 de Junio de 1866, favorable a la fundación. Nombró luego el señor Arzobispo para la continuación de las obras, en 26 de Junio de 1867, a D. Nicolás Rodríguez de Lamo, abogado, hermano de la Madre Dolores de Jesús, acompañado del párroco D. Vicente Mejía y de D. Manuel Torres, de Madrid, y se hicieron varios trabajos; mas sobrevino la revolución de Septiembre de 1868, el alcalde popular de la villa se incautó del convento el 8 de Noviembre y el 16 de Abril del año siguiente 1869 el gobernador civil estableció en él la cárcel del partido judicial con otras dependencias, quedando así paralizada la fundación. Tan pronto como las circunstancias de los tiempos lo permitieron, D. Manuel Torres Gámez, como encargado de la Madre Dolores de Jesús, entabló expediente de reclamación del convento, expediente que, con poder de la misma Madre, otorgado el 10 de Junio de 1875, prosiguió este mismo año don Trinidad Bacas y Muñóz, sobrino de la otorgante, hasta conseguir primero de la Dirección General de Propiedades y Derechos de Estado, el 19 de Junio, resolución favorable de devolución íntegra del convento y enseres que se hallaban en él al tiempo de la incautación, y después, del alcalde de Valdepeñas, el 31 de Enero de 1876, venciendo antes grandes dificultades, la de entrega de la parte alta del convento, en que pudiese instalarse la Comunidad. La parte baja se arregló provisionalmente para habitación de los presos, que fueron reducidos a ella el 19 de Marzo. Por fin, el 5 de Septiembre de 1877 fueron trasladados los presos a la nueva cárcel del partido judicial y quedó todo el edificio del convento a disposición de la Comunidad.
![]() |
Escalera del convento, en su trazado original y estado actual. |
____________________________________________________________________
Desde este blog se ruega a todas aquellas personas que encomendándose a la poderosa intercesión de la Sierva de Dios Madre Cándida de San Agustín, obtengan alguna gracia o favor, lo comuniquen a:
Monasterio de San Diego de Alcalá
MM. Agustinas
13300 Valdepeñas (Ciudad Real)
- ESPAÑA -
Tf: 926 32 21 05
Quienes deseen ayudar, con sus limosnas, a la causa de canonización de la Sierva de Dios, y a los gastos de edición de libros, estampas y reliquias, para dar a conocer su vida y propagar su devoción, pueden enviar sus donativos a nuestro Monasterio, por giro postal o por transferencia Bancaria a la cuenta corriente número:
POPULAR IBAN ES12 / 0075 / 0556 / 52 / 0700777973
0 opiniones:
Publicar un comentario
Gracias por tu opinión sobre la entrada.
Si deseas incluir un enlace utiliza este código:
<a href="Dirección de tu página">Titulo del enlace</