LA CELEBRACIÓN DE UN 150 ANIVERSARIO, Y LO QUE AÚN QUEDA...

viernes, 13 de enero de 2012

PIONEROS Y PRIVILEGIADOS
 
¡Nuestra programación se completa!.
Cuando nos reunimos para preparar la celebración del sesquicentenario de la muerte de Madre Cándida, una de las actividades más loables y posibles a realizar, era: visitar el convento y la celda donde pasó sus últimos años.
Una vez conseguidos todos los permisos por parte del obispado de Toledo y la M. Ángeles, Priora de "Las Gaitanas" y la coordinación con el P.Teófilo Viñas Román O.S.A, sin mucho tiempo por delante, se prepararon carteles y se distribuyeron por toda la ciudad de Valdepeñas. El autocar contratado era de los de más capacidad, lo que hacía que se guardase algún temor de no poder completarlo por el poco margen de tiempo. Enseguida se vio que nuestros temores eran infundados, pronto tuvimos que asignar las plazas a los que sabíamos más interesados, pues los teléfonos facilitados para la suscripción no cesaban de recibir llamadas. Dos días antes, ante la insistencia por parte de algunos devotos, varios del grupo organizador, cedieron sus plazas y pusieron sus propios vehículos a disposición de quienes fueran llegando a última hora. Y el día 9 de octubre, a las 8 de la mañana, el grupo pionero de peregrinos valdepeñeros, emprendía rumbo hacia los lugares en los que Madre Cándida de San Agustín vivió, se santificó y luchó denodadamente por llevar a cabo lo que fue su ansiado proyecto: Fundar un convento en su ciudad natal que conjugase su vida de contemplación con la educación de la juventud; y desde los cuales, 150 años atrás, volaba al cielo.
Van llegando en silencio, pero hay una emoción contenida en todos ellos: "somos los primeros peregrinos " . No hubo que esperar a nadie. Durante el trayecto, se fueron recitando fragmentos de la obra de teatro en verso, que sobre la vida de Madre Cándida compuso el presbítero valdepeñero D. Pedro Muñoz, también se ensayó el himno del Niño Jesús del Consuelo, pues se compuso para la apertura del centenario, y la mayoría de los peregrinos lo desconocían.
Con las orientaciones, acertadas y muy precisas de M. Ángeles, nuestra llegada al convento fue sin pérdida, allí nos esperaba y nos recibía con la hospitalidad y franqueza que la caracterizan. No obstante, el P. Teófilo Viñas, tuvo la amabilidad y deferencia impagables, de salir a nuestro encuentro y ya, dentro de la iglesia, con el amor y entusiasmo que pone en sus palabras, y mucho más tratándose de una de sus hermanas de hábito, nos fue explicando todo lo relacionado con nuestra Madre Cándida. Con ésta disposición, se comenzó la celebración de la Eucaristía. Todo invitaba a la oración y a la acción de gracias: ¡Parecía un sueño!. En el ofertorio, una pareja de peregrinos, presentaron una cesta con productos elaborados exclusivamente en Valdepeñas. Una segunda pareja, portaron un canasto con uvas de sus viñedos. Dos Hermanas hacían ofrenda y ponían ante el Señor, un gran centro de rosas, del jardín del convento fundado por Madre Cándida, de "la niña de sus ojos". Por último, otra valdepeñera, la poetisa Teresa Sánchez, hacía ofrenda viva, al recitar magistralmente, unos serventesios, compuestos por ella misma y dedicados a su venerable e ilustre paisana.
Terminada la celebración, y siguiendo en ese clima de oración y recogimiento, nos dirigimos hacia la estancia más específica de la peregrinación: su celda. Y observándolo todo con profunda veneración y respeto, escuchábamos las explicaciones del P. Viñas y M. Ángeles.
Como recuerdo y en agradecimiento, en el mismo coro, sobre el lugar donde estuvo enterrada, se le hizo entrega a la M. Priora, de un cuadro con la fotografía del Stmo. Niño Jesús del Consuelo, quien tantos consuelos prodigaría a la sierva de Dios por aquellas estancias.
La acogida por parte de nuestras hermanas, "Las Gaitanas", fue de lo más encomiable. Se multiplicaron y desvivieron por complacernos y mostrarnos todo con detalle. En todos los peregrinos quedó esa impresión y recuerdo.
Terminada la visita, siguiendo siempre tras los pasos del P. Viñas, nos dirigimos hacia el convento de Santa Úrsula donde vive también una comunidad de agustinas, allí nos esperaba toda la Cdad. que, con total generosidad y verdadero cariño de hermanas, acogieron y mostraron a todo el grupo, la iglesia y los tesoros que en ella se encierran.
Y así se completó la mañana. Después, una vez acordado el lugar y la hora de encuentro, nos dispersamos, cada cual a su lugar de preferencia.
A la hora acordada, se emprendió el regreso. En la retina y el corazón de cada uno, llevábamos grabados vivencias y recuerdos imborrables.
¡Madre Cándida, vive aún y es amada por los valdepeñeros!
¡Dios quiera que pronto podamos verla sublimada en la gloria de Bernini!
Seguimos embarcados en la gozosa celebración de los 150 años de la muerte de la Sierva de Dios, Madre Cándida de San Agustín, por ello, este año, la novena al Stmo. Niño Jesús del Consuelo, que tan íntimamente vivió con su esposa, la Madre Cándida, ha tenido un tinte de especial solemnidad. Despedimos el año a los pies de este Santo Niño, encanto y atracción de muchos corazones. Con gran satisfacción, vemos cómo se van agregando jóvenes que se sienten cautivados por la preciosa Imagen y ponen todo su empeño y dedicación en engalanarlo con esplendor y belleza, porque, dicen: " Él es el Rey de la casa y se lo merece todo". Finalizó la novena el día 8, solemnidad del Bautismo del Señor, con la Misa solemne presidida por el P. Teófilo Viñas O.S.A. Al terminar, los numerosos fieles que llenaban la capilla, pasaron a besar la medalla del Santo Niño dando muestras de sentir separarse de Él.
Al día siguiente, a la vuelta de vacaciones, nuestros alumnos, del Colegio "San Agustín", esos por los cuales Madre Cándida empeñó toda su vida, pues en ellos pensába cuando quería que su Cdad. tuviera esa dedicación, se encontraron con la grata sorpresa de que el Niño les estaba esperando. Todos, desde los de 3 a los de 16 años, pasaron ante la preciosa Imagen, y después de unos momentos de oración, fueron besando la medalla con amor y alegría. Y entre ellos, se oía decir a más de uno: "¡Qué guapo está!" Y realmente estaba radiante. El Niño Jesús del Consuelo habló a la Madre Cándida y sigue hablando muy clarito y muy directo a los corazones.

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