APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN, 3, 6

sábado, 6 de abril de 2013
                                                     De   la   esperanza.
     205.    La  Madre María Cándida de San Agustín tenía grandísima esperanza en el Señor, a quien dirigía todas sus obras, y por su gloria trabajaba contínuamente sin algún fin humano y sin preocuparse mucho de las cosas temporales. Alentada de esta esperanza, no se la vió nunca descorazonada en las innumerables dificultades de todo género que tuvo que vencer para desde la clausura del claustro llevar a cabo la fundación del convento de Valdepeñas que el Señor la exigía.

     206.    Se manifestó animada de esperanza heroica en su infatigable vida enderezada a conseguir los bienes eternos. El haberse prestado siempre a procurar con toda diligencia la gloria divina, el bien espiritual del prójimo y el alivio de las almas santas del Purgatorio, sin turbarse jamás, sin mostrar tristeza o cansancio, antes bien, apareciendo siempre tranquila y afable con todos y contenta en medio de los mayores padecimientos, demuestra que la Madre María Cándida de San Agustín tenía el alma abandonada en manos del Señor con abnegación perfecta y que todos los trabajos los dirigía a su eterna salvación.

     207.    En la tenaz y prolongada oposición que encontró en su padre la Sierva de Dios para hacerse religiosa, no decayó un momento de ánimo ni desesperó de ver realizada su vocación, pues confiaba en el Señor que la llamaba, y no perdía la esperanza de llegar a ser esposa de Jesucristo.

     208.    En las circunstancias difíciles y arduas, en que se encontró la Madre María Cándida,  de críticas y murmuraciones por causa de las gracias extraordinarias que el Señor la concedía y que, contra la voluntad de ella, llegaban a hacerse públicas, recurría constantemente a la oración y confiaba que el Señor convertiría todo aquello en gloria de Dios y bien de su alma.

     209.    Gran confianza en el Señor demostró la Madre María Cándida en las persecuciones de los enemigos infernales, que violentamente la hacían rodar por el coro, la apartaban del confesionario, llevándola por el convento, o la querían impedir la comunión y perturbar en sus ocupaciones.
      En Toledo más de una vez estando cosiendo se presentó un cerdo, la cogió la labor y se retiró con ella; pero ella, lejos de intimidarse, decía con gran confianza en Dios a las que con ella estaban: "Dejarle, que el del rabo (el demonio) se cansará y traerá lo que se lleva"; y en efecto volvía después a llevarla lo quitado. Tanto al entrar como al salir se presentaba sin abrir  puerta alguna y dando grandes alaridos.


Cortinillas del sagrario, bordadas por Madre María Cándida


     210.    Estando otra vez la Madre María Cándida reunida con sus hijas, empezaron a salir ratones y a correr por todas partes; las jóvenes se asustaban, pero la Madre, con su habitual confianza en el Señor, las dijo: "-Hijas mías, no tengáis miedo, que no os harán mal, que vienen nada más que asustarnos y a estorbarnos lo que estábamos haciendo; conque sigamos hablando de Dios." Y dicho esto desaparecieron al momento.


     211.    Igualmente en las múltiples contrariedades por las cuales tuvo que pasar para empezar, continuar y concluir las obras de la fundación de su  convento de Valdepeñas, estuvo siempre pendiente de la divina Providencia, y puesto todo en sus manos, atendía a las demás ocupaciones con toda tranquilidad de ánimo. Encontrándose a veces apurada de recursos para hacer pagos urgentes y considerables, acudiendo a la oración se vió milagrosamente provista del dinero necesario, cosa que también sucedió cuando insistentemente pidió al Señor dinero para comprar el papel del Estado con que constituir la renta que el Gobierno exigía para conceder la licencia de fundación del convento.

     212.    La Madre María Cándida de San Agustín no tenía otra voluntad que la de Dios, y por eso, no sólo se mostraba verdaderamente resignada a las divinas disposiciones en todas las contrariedades de la vida con la frase habitual en ella, "Todo se por Dios", sino que en las enfermedades continuas a que se vió sujeta los últimos diez y ocho años de su vida y en los gravísimos padecimientos a que ella heroicamente se ofreció y el Señor la sometió para expiar pecados ajenos de individuos y naciones y para socorrer a las almas del Purgatorio, se manifestó alegre y contenta ante la consideración de que tales padecimientos eran regalos de su divino Esposo.

     213.    La íntima unión con Dios de su Sierva Sor María Cándida de San Agustín iba siempre aumentando en intensidad; así que en los últimos meses de su vida no deseaba otra cosa sino llegar a la posesión divina, y decía que pronto se acabarían sus trabajos y podría decir: Consummatum est.
     

Muestras  de labores y tijeras de Madre María Cándida de San Agustín

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       Desde este blog se ruega a todas aquellas personas que encomendándose a la  poderosa intercesión de la Sierva de Dios Madre Cándida de San Agustín, obtengan alguna gracia o favor, lo comuniquen a:

                                            Monasterio de San Diego de Alcalá
                                                               MM. Agustinas
                                               13300 Valdepeñas (Ciudad Real)
                                                                 - ESPAÑA -
                                                            Tf: 926 32 21 05

                    Quienes deseen ayudar, con sus limosnas, a la causa de canonización de la Sierva de Dios, y a los gastos de edición de libros, estampas y reliquias, para dar a conocer su vida y propagar su devoción, pueden enviar sus donativos a nuestro Monasterio, por giro postal o por transferencia Bancaria a la cuenta corriente número:

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