APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 1, 9

lunes, 17 de septiembre de 2012

 
¡Llevame a la Madre Cándida!

     47.    Deseaba Sor María Cándida tener una imagen del Niño Dios, y preguntándola un sacerdote, que iba de Alcalá a Madrid, si quería algo de Madrid, contestó: "-Si encontrara usted un Niño Dios para mí, me lo traía usted." Al subir en Madrid el sacerdote a la casa donde iba, pasando por una prendería que había en la calle de Alcalá, oyó una voz que decía: "- Llévame a Sor María Cándida." Cosa que le llamó mucho la atención; pero siguió adelante. Al bajar de la casa y pasar de nuevo por la prendería volvió a oír por dos veces lo mismo; entonces, muy admirado, se paró y preguntó al prendero de donde salía aquella voz, y el prendero respondió: "-Señor, de aquella imagen", señalándole una del Niño Dios. Preguntole de nuevo si la quería vender, y contestándole que para venderla la tenía, se convinieron en el precio, pagólo el sacerdote y se llevó al Niño, contento de llevar a Sor María Cándida lo que ésta tanto deseaba. Apenas ella vió la imagen, le gustó mucho y le puso por nombre Niño Jesús del Consuelo, y desde entonces fué siempre el consuelo de Sor María Cándida y de muchos que, por medio de la devoción a esta imagen, promovida por Sor María Cándida con estampas y objetos tocados a ella, obtuvieron muchos milagros y favores, de los cuales a continuación se refieren algunos. 

     48.    Don Cesáreo Humarán, confesor de Sor María Cándida, en tiempo de una revolución fué metido preso en la cárcel de Alcalá, y durante cinco meses que allí le tuvieron mandaba Sor María Cándida todos los días al Niño Jesús del Consuelo para que le acompañase, y el Niño iba  como se le mandaba; el mismo D. Cesáreo dijo después que en aquellos cinco meses no tuvo otro consuelo que la visita de este Santísimo Niño. Quisieron también asesinar a D. Cesáreo en la cárcel; pero al ir el asesino a clavarle el puñal, llegó el Niño Jesús, y el delincuente quedó con el brazo tieso e inmóvil, teniendo que retirarse lleno ce confusión. Don Cesáreo fué luego desterrado  a las islas Canarias.

     49.    Estando un día por la mañana Sor María Cándida pidiendo mucho al Niño Jesús del Consuelo por su confesor desterrado, este Santo Niño le dijo: "-Dentro de un año estará a esta misma hora tomando chocolate contigo." A lo que ella sencillamente contestó: "-No te creo, si no me lo firmas." Y le presentó un papel para que se lo firmase; el Niño firmó de su mano, y ella guardó el papel para enseñársele al confesor cuando volviese. Al año justo, a la misma hora que había dicho este Santísimo Niño, estaban juntos Sor María Cándida y el confesor tomando chocolate en el locutorio; ella sacó el papel firmado por el Niño Jesús y se lo hizo ver al confesor, contándole lo que había pasado, y el confesor conservó después ese papel, que tenía la más preciosa firma.

     50.    Había llevado consigo la Madre María Cándida a Toledo esta imagen del Niño Jesús del Consuelo, que también allí hizo muchos milagros. La misma Madre María Cándida, en 4 de Agosto de 1855, escribía desde Toledo a una prima suya: "Viva Jesús. -Mi amada prima: Acabo de recibir tu apreciable carta, a la que te contesto sin demora para mandarte esas estampitas y una cinta tacada a mi Niño Jesús del Consuelo que acaba de hacer un milagro. Ha sido que había un amigo mío con el cólera muy a las últimas; le estaban auxiliando: en la misma casa estaban otros dos con la Santa Unción. Este amigo mío de quien te hablo es sacerdote muy bueno: le mandé de esta misma cinta un pedazo; al momento que se la pusieron cesaron los vómitos y los calambres. Viendo esto, pusieron la cinta a los otros dos enfermos, con igual resultado; de modo que ya están levantados los tres enfermos. No dejan de venir a verme y decirme que les dé una cinta, que ya he repartido muchas, y a pedirme vienen propios de los pueblos sin conocerme: no cesan de llamarme".

     51.    Quiso este santísimo Niño ser llevado a Madrid para ser retocado, y el 16 de Septiembre de 1858, estando la Madre María Cándida con Sor Dolores de Jesús en la celda mientras las demás religiosas dormían la siesta, el Niño Jesús se fué a la falda de la Madre María Cándida, que al verle se quedó parada, y la dijo: "-Mándame a la Vicenta Mónaco y dila mande al mejor escultor me retoque y me haga una peana que me dé más majestad que ésta." Fué tanta la pena que sintieron las religiosas al saber que tenía que salir el Niño de casa que se pusieron algo malas.

    52.    Un caballero, amigo de la Madre María Cándida, enterado de lo sucedido, llevó al Niño a Madrid a un colegio de niñas, situado en la Plazuela del Conde de Barajas, que estaba a cargo de doña Vicenta Mónaco su hija. Estando presentes las niñas del colegio con otras personas, entre ellas un sacerdote, el santísimo Niño bajó la cabeza. cerró los ojos y los abrió, fijándolos en el sacerdote. Echaron suertes entre los tres escultores de los mejores que había en Madrid para saber quién de ellos había de retocar al Niño, y tocó la suerte al escultor conocido con el nombre del Sordito. Era éste el excelente artista, alumno que fué de la Academia de San Fernando, D. Manuel Bellber, que nació en 1817 y murió en 1876. 
Santísimo Niño Jesús del Consuelo
Imagen que se venera en el Monasterio de MM.Agustinas de Valdepeñas (Ciudad Real)

     53.    El capellán de dicho colegio, llamado D. Ildefonso, estaba enfermo de muerte y desahuciado de los médicos. Doña Vicenta, movida de la fe y confianza que tenía en el santísimo Niño Jesús del Consuelo de la Madre Madre María Cándida, y acompañada de otra persona, entró donde estaba el enfermo y le dijo: "-Vamos, anímese usted y tenga confianza, que le traigo una estampa del Niño de la Madre Cándida y le va a poner a usted bueno; pídale usted con fe y confianza." Lo mismo fué oír esto el enfermo y ver la estampa del Niño que sentir en su alma tal confianza, contrición y amor, que en alta voz protestaba y proponía servir al Señor con más fidelidad en adelante, pidiendo a la vez a la Madre Cándida que le ayudase en lo que prometía y le alcanzase del Señor la salud del cuerpo y la del alma; en seguida sintió en el cuerpo una novedad y reacción tan grande que se sentó en la cama con toda agilidad, habiendo estado antes como baldado y sin poderse mover. El médico, a la mañana siguiente, pensando encontrarle muerto, le halló en disposición de tomar alimento, y no pudo menos de confesar que aquello había sido un prodigio. El mismo D. Ildefonso decía después a todos que su salud y su vida se la debía al santísimo Niño Jesús del Consuelo y a la Madre Cándida.

     54.    Deseó la Madre Carlota, Superiora entonces de las Salesas Reales de Madrid, ver y venerar esta prodigiosa imagen del Niño Jesús del Consuelo de la Madre Cándida, y ésta dió orden, cuando la imagen estuvo en Madrid para ser retocada, de que se la llevasen al Monasterio, como consta de la carta de la Madre María Cándida de 6 de Octubre de dicho año a la misma Madre Carlota, en que la dice: "Ya escribí llevasen a usted a mi embeleso amado, a mi hermosísimo Niño Jesús del Consuelo; no dude usted lo llevarán." 

     55.    Estando D. Manuel Raposo con la Madre María Cándida y otras religiosas en el convento de Toledo, sacaron al santísimo Niño para que le vieran dicho señor y otras personas que estaban fuera. Al despedirse se pusieron de rodillas para encomendarse a él, y delante de todos les echó la bendición; las novicias se asustaron al verle mover el brazo, y la Madre María Cándida les dijo: "-¿Qué os asustáis?Es que echa la bendición."

     56.    Otro día estaba el locutorio lleno de gente y llegó una joven que tenía recibida la Madre María Cándida para religiosa de velo blanco, y delante de todos le alargó la mano, de modo que todos al verlo llevaron un gran susto. Decía después la Madre María Cándida que aquella joven era una buena alma.

     57.    Se estaba uno muriendo después de recibir los Santos Sacramentos, llevaron una estampa de este santísimo Niño, se encomendó de veras a Él y en seguida se puso bueno. Luego le hizo una función en acción de gracias.

     58.    Un médico se hallaba a punto de morir desahuciado de otros médicos, le llevaron una estampa del Niño Jesús del Consuelo, se encomendó a Él y sanó luego.
       Son innumerables los prodigios obrados por este santísimo Niño.



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