APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE LA MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 3, 10

viernes, 10 de mayo de 2013
     242.    Visitaba frecuentemente a la Madre María Cándida, en Toledo, una señora llamada Carmen, que pedía para las monjas en las puertas de las iglesias de Madrid, y siempre preguntaba a la Madre cuándo venía el Mesías, nombre con que designaba a Don Carlos,  y añadía: "-Ahora va a venir, que todo está preparado"; pero la Madre contestaba: "-No lo verá usted" y la reprendía, diciéndola que no hablase mal de nadie ni dijese de los que mandaban que eran unos pícaros y cosas semejantes, porque sólo Dios sabe quién es bueno o quién es el malo. Un día, después de quedarse un poco parada, la dijo la Madre: "-Dígame usted, hija mía, si la diese a usted algún mal de pronto, ¿tiene preparadas las cosas de su alma? Porque puede suceder. Hágalo usted, no sea tonta; y luego, sea lo que Dios quiera." No lo hizo, y la cogió la muerte en uno de los accidentes que solían darla: todo el dinero que tenía ahorrado, y era bastante, desapareció sin saber cómo, y quedaron sin nada un sobrino y una sobrina que tenía, pudiendo haberlos dejado bien para toda la vida. Luego la vió la Madre en el purgatorio y dijo que tenía calor para rato por todas aquellas cosas.

     243.    Uso parecido hizo la Madre María Cándida de San Agustín del don de profecía, lamentando con gran espíritu de compasión y caridad las calamidades con que el Señor había de castigar a la Humanidad, ofreciéndose a sí misma en sacrificio y soportando grandes padecimientos para aplacar la justicia divina y conjurarlas.

     244.    Viendo un año pasar por su convento de  Alcalá la procesión del Corpus, se puso tan afligida al ver los niños, que principió  a llorar amargamente, y preguntada con grandes instancias por Sor Dolores de Jesús que dijera por qué lloraba tanto, contestó: "-¿No he de llorar al ver a los pobres inocentes que tienen que perecer y también los sacerdotes? Tiene que haber una mortandad tan horrorosa que pocos lo contarán, y el Señor se aplacará con sangre de inocentes y sacerdotal, y después todo será paz y tranquilidad para la Iglesia." Cuando el Señor se lo reveló la dijo: "-Ese día todo será confusión: todos se matarán unos a otros sin saber lo que se hacen; y no me pidan por los cuerpos, sí por las almas", añadiendo que muchos clamarían a la Madre María Cándida de San Agustín y ella los favorecería.

     245.    En tiempo de la guerra de Italia y de Napoleón contra los austriacos veía con gran pena la Madre María Cándida todo lo que allí pasaba. Daba señas exactas de la gran batalla del día de San Juan, de la tempestad que hubo al mismo tiempo, de la mucha agua que caía, llegando los arroyos a llevarse los cadáveres, y de cómo el agua iba a los ríos teñida de color  de sangre de tanto muerto. Decía que daba horror el ver aquello y más aún el ver las almas que bajaban al infierno.

     246.    El día de San Felipe Neri de aquel año, le manifestó el Señor cómo aquella guerra y terrible castigo le iba a extender por toda Europa y por España, y se la presentó muy terrible y enojado contra los hombres por los muchos pecados que había y lo mucho que le ofendían. Viendo ella el castigo que iba a venir empezó a clamar al Señor y a suplicarle que detuviera su ira y se aplacara su justicia; pero no adelantaba nada hasta que se volvió a la purísima Virgen María y la dijo: "- Madre mía, me ofrezco en sacrificio para que se aplaque la justicia divina; si de algo valgo, aquí estoy dispuesta a lo que el Señor quiera de mí." La Virgen aceptó en seguida la oferta, la presentó al Señor y el Señor se aplacó, revocando la sentencia que tenía dada contra España; y vió la Madre María Cándida cómo la santísima Virgen cogió la espada destinada para castigar a España y desarmó la ira de Dios. Luego la Madre Cándida empezó a sentir que la sangre toda se la subía de los pies a la cabeza hasta que la vertió por la boca, llegando a ponerse tan mal, que desde ese tiempo (26 de Mayo) hasta Agosto estuvo en la cama sin poderse mover, pensando muchas veces que se moría.

     247.    El día de San Pedro de 1860 amaneció la Madre María Cándida de tal manera que parecía la habían desenterrado; porque estaba pálida, amarilla, con grandes ojeras y apenas podía hablar; estaba tan mala y decaída que no podía alzar la cabeza ni abrir los ojos. Y era que la noche antes, habiendo visto a Dios muy irritado con los de Roma y que iba a correr mucha sangre, se había ofrecido en sacrificio y el Señor se lo había aceptado. Por la gran pena sufrida  al ver la irritación divina y a consecuencia del sacrificio hecho y aceptado por el Señor, arrojó mucha sangre, de modo que quedó medio muerta.

     248.    Por Septiembre de 1860 vió la Madre María Cándida al Señor muy irritado y una como nube muy densa que amenazaba muchos males, particularmente un cisma, y al Señor con la espada levantada para descargar su ira sobre España: entonces la Madre Cándida pidió mucho a la Santísima Virgen que le desarmara y vió que la Virgen cogió la espada y desarmó al Señor. No se contentaba la Madre Cándida con orar ella con este fin de desarmar la ira de Dios contra España, sino que también encargaba a D. Manuel Raposo que pidiese mucho para que la Virgen aplacara a su Divino Hijo.

     249.    Tanto se complacía el Señor en la caridad de su sierva María Cándida de San Agustín para con el prójimo, que a fin de que pudiese en muchas ocasiones practicarla la concedió también el don de bilocación, de que ella se sirvió con diligencia. Sobre los casos ya narrados referiremos algunos otros.

     250.    En cierta ocasión fué la Madre María  Cándida de San Agustín con San Felipe Neri a sacar una niña recién nacida que habían arrojado al río: la sacaron, la llevaron a bautizar y la pusieron en ama para criarla.

     251.    Tres jóvenes esperaban ocultos a una joven para abusar de ella cuando pasase a casa de una vecina en Madrid: apenas entró en la casa la cogieron entre los tres y ante la enérgica resistencia de la joven se resolvieron a matarla, poniéndola con este objeto uno de ellos el pie en el cuello; pero en esto se presentó la Madre Cándida llevada por San Felipe Neri y les arrebató la joven, quedando ellos asustados al ver que se la quitaban de las manos sin poderse resistir y la llevó hasta la puerta de su casa. Esta joven murió del susto a los pocos días y la asistió la Madre Cándida para alcanzar de ella el perdón de sus agresores. Preguntó la Madre a San Felipe por qué moría  aquella joven tan pronto, y el Santo la contestó: "-Más vale que muera ahora y vaya al cielo, que después se condene."


Fué la Madre en seguida y tocó con la mano en la espalda a la criada, que había abierto ya el cofre.

     252.    La viuda de un incrédulo, impío y blasfemo, convertido por la Madre María Cándida fué después de la muerte de su marido a contar a la Madre, de quien era muy amiga, lo sucedido en su casa con dicho su marido después de convertido y a rogarla que hiciese con ella lo que había hecho con él. Antes de que a la Madre trajo el Niño Jesús del Consuelo a ésta la llave del cofre de esta señora y la dijo: "-Toma esta llave y ve corriendo, que la están abriendo el cofre para robarla"; fué la Madre en seguida y tocó con la mano en la espalda a la criada, que había abierto ya el cofre lleno de oro para robar a su ama; y tal fué  el susto de la criada, que empezó a dar gritos y a decir: "-La monja que ha venido y me ha dado en la espalda"; a los gritos acudió gente y no pudo la criada realizar su intento. El Niño dijo después a la Madre respecto de la señora: "-Llámala al instante, dila lo que hay, dala la llave y que al momento se vaya a su casa." Todo esto pasó en breve tiempo por la mañana. Llamó la Madre a la señora y enseñándola la llave dijo: "-¿Conoce usted esta llave?" "-Toda parece a la de mi cofre", contestó la señora. "-¿Dónde la ha dejado usted?", volvió  a preguntar la Madre. "-Debajo del banquillo". repuso la señora. La Madre la contó lo ocurrido y la dijo: "-Tómela usted y márchese al momento a su casa". Maravillada quedó la señora al oirlo y más maravillada aún cuando volviendo a casa comprobó la verdad de cuanto la Madre la había dicho, dando gracias al Señor y a ella que habían evitado que la robasen.


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       Desde este blog se ruega a todas aquellas personas que encomendándose a la  poderosa intercesión de la Sierva de Dios Madre Cándida de San Agustín, obtengan alguna gracia o favor, lo comuniquen a:

                                            Monasterio de San Diego de Alcalá

                                                               MM. Agustinas
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                                                                 - ESPAÑA -
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