APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE LA MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 3, 13

lunes, 27 de mayo de 2013
     261.    Murió un pariente de D. Manuel Raposo llamado Pedro Villanueva, el 29 de Octubre de 1859 y mandaron decir a la Madre Cándida que le encomendase al Señor: ella contestó que debía estar un mes más en el purgatorio, pero que ella había ofrecido algunas cositas por él, y el Señor la había concedido que subiera al cielo con otros muchos el día de la octava de San Diego. Ella padecía ya mucho y el Señor la aumentaba los padecimientos en satisfacción de parte de lo que dicho difunto debía padecer en el purgatorio.

     262.    Había muerto un señor, apellidado Villar, y su viuda, por medio de doña Juana Vizcaíno, consultaba a la Madre María Cándida sobre el despego que había notado en su marido en la última enfermedad. La Madre, en carta de 25 de Septiembre de 1860, contestaba a doña Juana: "Vamos a la pregunta de esa pobre señora de Villar. Dila que se consuele..., que se tranquilice y crea como el más gran favor y misericordia que Dios nuestro Señor le haya puesto ese despego a su esposa, para que el del rabo (el demonio) no le hiciera guerra, como la acostumbra a hacer a la hora de la muerte; así debe mirarlo como un gran favor; que le mande decir la misas de San Gregorio y dé muchas gracias a Dios en su gloria por toda una eternidad. Ha padecido mucho el pobrecito y lo ha llevado bien, en particular los últimos días. Tú, hija mía, le has servido de mucho: has echado muchas veces al del rabo, que salía rabiando. Viva Jesús en el que todo lo podemos. Yo no estoy por entierros lujosos; misas es lo mejor." El 29 del mismo mes la decía: "Hago cuanto puedo por el alma de Villar. También pido por su esposa para que Dios la dé el sustento que nos es tan necesario." El día 30 añadía: "Vamos a Villar. Tengo hecho contrato con mi Hermosura me lo ha de dar prontito, padeciendo yo por él un año, por lo que creo que, acaso, salga antes de que se concluyan las misas de San Gregorio. Da expresiones a doña Pepita (la viuda de Villar), añadiéndola que a mí nada tiene que agradecerme." Y en 5 de Octubre: "Viva Jesús. -Amadísima hija mía de mi alma: acabo de recibir tu amada carta por la que veo que nuestro Señor te regala dolorcitos. Los que he tomado padecer por Villar, ya no hay remedio, tengo que padecer el tiempo del año para que él suba a gozar."

     263.    De especial caridad usó la Madre María Cándida de San Agustín con sus hermanas las religiosas, tanto en Alcalá como en Toledo, principalmente siendo Superiora. Como tal, cuidó de sus hijas con todo esmero, atendiéndolas en todas sus necesidades espirituales y temporales como verdadera Madre y compadeciéndolas en sus trabajos.

     264.    Subiéndose a una ventana  para llamar a la demandadera del convento de Toledo, se cayó sin saber cómo y se dió un gran golpe Sor Dolores de Jesús, en Octubre de 1860, lastimándose el hueso de la rabadilla. Tan pronto como la Madre Cándida, a quien habían ocultado el suceso, llegó a saberlo, quiso llamar al médico; pero sus hijas no la dejaron, y en carta de 9 de Octubre, dando la noticia a doña Juana Vizcaíno, añadía: "Dios Nuestro Señor quiera no tenga mal resultado." Dos meses después, en 10 de Diciembre de 1860, escribía la Madre a la misma doña Juana Vizcaíno: "La Jesús se resiente la pobre mucho del hueso de la rabadilla; no quiere la veamos lo que tiene; yo, por no disgustarla, no quiero forzarla; de modo, hija mía, que padezco más que puedo ponderarte, temiendo se la pueda hacer alguna cosa que viéndola se la podía evitar."

     265.    Respecto de las muchas ocupaciones de Sor Luisa, compadeciéndola, escribía así el 10 de Octubre a dicha doña Juana Vizcaíno: "Viva Jesús. -Amadísima hija mía de mi alma: tengo recibidas tus amadas cartas, y no me ha sido posible contestarte con harto dolor de mi corazón al ver no era posible te escribiera Luisa; la pobrecita no la queda tiempo para nada, pues aunque Victoria la sirve de mucho, no bastan las dos a hacer todo, que no deja de haber." Y el 18 de Noviembre añadía: "La pobre Luisa no puede acudir a todo; la niña se lleva mucho tiempo", es decir, una niña pobre, llamada Dolores, que bajo la dirección de la Madre María Cándida, se instruía y educaba en el convento.

     266.    En medio de sus propios y gravísimos dolores compadecía a sus hijas por la aflicción que las causaba y se esforzaba para animarlas. "-El domingo por la mañana- decía el 10 de Octubre de 1860 a doña Juana Vizcaíno-, tuvieron que andar a carreras: me dió un ahogo tan grande que parecía me moría por momentos; me ha quedado un dolor tan fuerte en el pecho que no sabes, pichona mía, cómo me pone. Da lástima verme, y lo que a mí me apena es ver a  tus hermanas tan afligidas; tengo que animarlas."


Restos óseos de la Sierva de Dios Madre Cándida de San Agustín y fragmentos de la caja  donde fue enterrada.

               267.     Compadeciéndose de otra religiosa enferma, escribía así a doña Micaela Gallego, en carta deteriorada, cuya fecha no se puede leer: "Ahora tengo la pena de tener una hija enferma, y creo es cosa, no sólo grave, sino de gran consideración; todos los síntomas hasta ahora son de tisis, cosa que aterra por se mal contagioso; pida usted a la Virgen Santísima la ponga buena si la conviene."  

     268.    En cuento la pobreza religiosa se lo permitía, socorría la Madre María Cándida con gran caridad las necesidades temporales de sus prójimos y no se desdeñaba de pedir a otros que las remediasen. Uno de sus cuidados era recoger y conservar el pan que de las comidas sobraba a ella y a sus hijas para repartirlo entre los pobres.


     269.    Un día fué una mujer a pedir, de limosna, una cantidad a la Madre y ésta salió del locutorio en busca de alguna cosa que darla, pero era mujer que fingía necesidades y San Felipe Neri dijo a la Madre: "-Despáchala al instante, que se vaya, que la va a matar Dios por andar mintiendo así." Volvió la Madre y dijo a la mujer que no podía darla nada. Salió la mujer y se fué a casa de un sacerdote con la misma pretensión, pero, mientras pasaban el recado al sacerdote, quedó muerta, en castigo de sus engaños, y negra como un tizón.

     270.    Fueron a verla en cierta ocasión dos pobres, hombre y mujer, que no estaban casados. Conociendo en seguida la Madre el mal estado en que se hallaban, se lo hizo presente, amonestándoles que se casasen cuanto antes;  recibieron  ellos bien el aviso y dijeron: "-Madre Cándida, haremos lo que usted nos mande." Pero era tal su pobreza, que la Madre tuvo que darles un paño de que se servía como pañuelo para que envolviesen la criatura que tuvieron. Después se casaron en Madrid, salvando su reputación.

     271.    Interesándose por un señor llamado D. Mariano, escribía desde Alcalá el 12 de Octubre de 1848 a D. Manuel Raposo: "Mucho me alegraría, señor Manuel, pudiera usted proporcionarle alguna limosnita; haría usted una cosa muy grata a los ojos del Señor. Tiene cuatro hijos, su mujer y él, seis, sin más renta que la divina Providencia; no tenían otra cosa que vender que un cucharón de plata, el mismo que se dejó el pobre aquí. Es un dolor. Dios Nuestro Señor me ha dado un corazón tan compasivo, que me hace padecer mucho; aquí en esta ciudad no hay recursos. Todo lo conozco, mas, sin embargo, espero le tenga usted alguna cosita."
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       Desde este blog se ruega a todas aquellas personas que encomendándose a la  poderosa intercesión de la Sierva de Dios Madre Cándida de San Agustín, obtengan alguna gracia o favor, lo comuniquen a:

                                            Monasterio de San Diego de Alcalá

                                                               MM. Agustinas
                                               13300 Valdepeñas (Ciudad Real)
                                                                 - ESPAÑA -
                                                            Tf: 926 32 21 05

                    Quienes deseen ayudar, con sus limosnas, a la causa de canonización de la Sierva de Dios, y a los gastos de edición de libros, estampas y reliquias, para dar a conocer su vida y propagar su devoción, pueden enviar sus donativos a nuestro Monasterio, por giro postal o por transferencia Bancaria a la cuenta corriente número:

                                             POPULAR   IBAN  ES12 / 0075 / 0556 / 52 / 0700777973 


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