APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE LA MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 3, 12

lunes, 20 de mayo de 2013
     257.    Salió otro día de casa dicho D. Manuel Torres, después de cenar, para reunirse con unos amigos en el café de Madrid, que había al lado de la iglesia de Santo Tomás: la noche era fría y D. Manuel iba embozado hasta los ojos. En esto se acercó una pobre mujer pidiéndole una limosna, y D. Manuel, a quien ocurría por una parte la idea de no sacar la mano por el frío y por otra la de que si se tratase de saludar a una señorita la sacaría, echó mano al bolsillo y dió la limosna que se le pedía. "-Dios se lo pague, hijo mío", dijo la mujer, pero con tal acento y sentido que, impresionado D. Manuel, se volvió para ver a la pobre, mas no la distinguió por lado alguno. Con esto cambió de idea, se volvió a casa y contó a doña Juana Vizcaíno lo sucedido. Al día siguiente lo primero que leyó fué el incendio de dicha iglesia y de parte del café que estaba a su lado, y a medio día recibió doña Juana carta de la Madre María Cándida en que decía: "Dile a Manolito que le dé gracias al Señor por haberle cortado ir al café aquella noche y que la limosnita que me dió se la tuvo el Señor muy en cuenta."
¡Dios se lo pague, hijo mío!
     258.    El 2 de Julio de 1860 escribía la Madre María Cándida a D. Manuel Raposo: "Viva Jesús.- Amadísimo hermano mío en Jesús: Recibí su apreciable carta, la que no leí hasta que concluí  el negocio y mandato de mi Santísimo Niño, que me ocupó  toda la mañana. Mandó a mi Santo Abuelo San Felipe Neri me llevara a Segovia a una señora que no sólo no quería confesarse, sino que decía cosas contra Dios, y mi Santo Abuelo me mandó la pusiera la mano sobre el pecho, y tal impresión la hizo que me asustó. Empezó a gritar y pedir confesión generalmente y pidió perdón a los que estaban presentes  y a las personas que llamaron; recibió a su Divina Majestad y la Santa Unción y murió con gran paz. Gracias a Dios se ha salvado y creo no tardará mucho en volar al cielo. Me ha dicho mi Santo Abuelo que esta señora había hecho algunas obras de caridad, por las que le ha movido a recompensarla dándola gracias que muevan su corazón, mudándolo en los términos en que lo ha hecho. ¡Ay, hermano, qué Dios tan bondadoso tenemos! Alabémosle por todo. Amén. Encomiéndela  a Dios para que vaya a alabarle pronto. Grandes dolores tengo padecidos, pero como los que ayer me regaló mi Jesús, jamás. Me levantaron calentura que todavía me dura, pero al mismo tiempo me dan el consuelo que he podido asistir al coro y demás actos de comunidad. Bendito sea que con tanta misericordia me mira."

     259.    El 20 de Julio de 1860 hubo un desafío en Madrid entre dos conocidos de doña Juana Vizcaíno. Había avisado ésta a la Madre María Cándida para que rogase a Dios por ellos y no ocurriese ninguna desgracia, porque de lo contrario resultaría gran perjuicio a muchos. Llegado el día del desafío, que era a pistola y a muerte, las balas se dispersaban sin hacer blanco, con gran confusión de duelistas y padrinos: diez y ocho tiros dispararon, y agotadas las balas se retiraron del campo los duelistas sin avenirse, antes bien, resueltos a renovar otro día el combate. Al día siguiente escribió la Madre María Cándida a doña Juana una carta encargándola dijese a D. José Cristóbal Sonri, uno de los duelistas, que no volviese a meterse en otra, que esa vez las mangas de una monja habían podido dispersar las balas, pero que otra vez pudiera no ocurrir eso. 
¿Ha pedido por las almas que le encargué?...Nuestro Señor por su gran misericordia se compadezca de ellos.

     Siguiendo los duelistas en su mala disposición, la Madre María Cándida oraba y seguía pidiendo oraciones a D. Manuel Raposo, a quien el 22 de Julio escribía: "Le encargo a mi amado hermano pida mucho a Dios por una necesidad en la que se interesa la salvación de muchas almas. Antes de anoche estorbé que se mataran en un desafío que tuvieron. Todavía me dura el temblor. Son personas de alta categoría." Y el 30 volvía a escribirle: "¿Ha pedido mi hermano por las almas que le encargué? Tengo la pena que están en el mismo estado y acaso mañana, si Nuestro Señor no lo remedia, tendrán otro, que les conducirá al infierno. Son más criminales por hacerlo con todo conocimiento después de tantos avisos. Nuestro Señor por su gran misericordia se compadezca de ellos. Clamemos a la Madre de la Compasión, María Santísima interceda con su Santísimo Hijo. Sí, hermano mío, pidámosla llenos de una santísima confianza. ¡Viva Jesús!" Por fin la Madre consiguió de Dios que no volviesen al desafío los duelistas, se reconciliasen y restaurasen la amistad que tenían antes. Uno de ellos quedó tan agradecido a la Madre María Cándida, que confesaba la debía la vida y no podía olvidarla, y desde entonces hizo una vida cristiana muy diferente de la de antes.

     260.    Grandísima era la caridad de la Madre María Cándida para con las almas de purgatorio, manifestada en las contínuas  oraciones que hacía y en los innumerables sacrificios que se imponía para aliviarlas y satisfacer por ellas, contribuyendo nuestro Señor con medios milagrosamente extraordinarios a fomentar y aumentar más y más su caridad tan compasiva y tan ardiente. A los casos ya narrados, en prueba de esto, añadiremos aquí algunos otros.

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       Desde este blog se ruega a todas aquellas personas que encomendándose a la  poderosa intercesión de la Sierva de Dios Madre Cándida de San Agustín, obtengan alguna gracia o favor, lo comuniquen a:

                                            Monasterio de San Diego de Alcalá

                                                               MM. Agustinas
                                               13300 Valdepeñas (Ciudad Real)
                                                                 - ESPAÑA -
                                                            Tf: 926 32 21 05

                    Quienes deseen ayudar, con sus limosnas, a la causa de canonización de la Sierva de Dios, y a los gastos de edición de libros, estampas y reliquias, para dar a conocer su vida y propagar su devoción, pueden enviar sus donativos a nuestro Monasterio, por giro postal o por transferencia Bancaria a la cuenta corriente número:

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