APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE LA MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 3, 16

martes, 2 de julio de 2013
                                                     De   la   justicia.

     294.    Amó y observó escrupulosamente la Madre María Cándida la virtud de la justicia, respetando y obedeciendo a sus padres en cuanto podía obedecerles; pero cuando la voluntad de éstos parecía  oponerse a la divina, no dudó un momento en anteponer ésta a aquélla. Tal sucedió con la elección de estado, pues queriendo su padre a todo trance que se casase con alguno de tantos como la pretendían en matrimonio, ella pospuso la piedad filial y voluntad de su padre a la vocación divina y voluntad de Dios, que la llamaba al estado religioso, y persistió firme en su resolución y propósito y en la oración ferviente hasta obtener de su padre  el deseado consentimiento para se religiosa.

     295.    Era la Madre María Cándida sumamente agradecida a los beneficios divinos, como tales consideraba los grandes padecimientos a que el Señor se dignó someterla, aun milagrosamente, para merecer más para sí y para sus prójimos, tanto vivos como difuntos; y en medio de los más atroces dolores bendecía y alababa al Señor, dándole gracias porque la hacía tales favores y la trataba con tanta misericordia.

     296.    Quien tan agradecida era para con Dios no podía dejar de serlo para con sus prójimos bienhechores. Además de las continuas oraciones y sacrificios que por ellos hacía, no perdonaba ocasión de manifestarles su agradecimiento. La había regalado un reloj doña Juana Vizcaino, y el 28 de Marzo de 1858 la escribía: "¡Si vieras, hija mía, qué contenta estoy con mi reloj! Le tengo enfrentito de mí: a un lado está la Virgen y San Diego, y al otro lado mi Niño Jesús. Anda tan bien que sería una lástima le falte cuerda. No sé con qué pagarte tanto como te debo, hija mía; Dios te lo pague todo."  Otras veces, agradeciendo los beneficios que de ella recibe, la dice que la da las gracias con un "Dios te lo pague muy grande".  Y las cartas que se conservan de la Madre María Cándida revelan profunda gratitud para con todos sus bienhechores, y de modo especial para con los que la ayudaban en las obras de la fundación de su convento de Valdepeñas y en las cosas del culto divino.

     297.    No se contentó con manifestarse ella agradecida a sus bienhechores, sino que quiso que sus hijas les manifestasen después perpetuamente su agradecimiento con anuales aniversarios, a saber: tres por personas especiales, que son D. Francisco Arés, vecino que fué de la Coruña, y su familia, doña María del Pilar Osorio, Marquesa de Noguera, y doña Francisca Ganchegüe; y uno general por todos, a quienes, además, toda la Comunidad había de tener presentes todos los días en sus oraciones. Estos aniversarios se celebran religiosamente en la actualidad en el convento de Agustinas Magdalenas de San Diego de Valdepeñas.

     298.    No vacilaba la Madre María Cándida en pedir a su Niño Jesús del Consuelo hasta milagros en favor de sus bienhechores, alcanzando de Él que se les difiriese años enteros la muerte. Era doña Francisca de Borja, juntamente con su marido, Don Bernardino Tormejón, gran bienhechora de la Madre Cándida, y un día el Niño Jesús del Consuelo dijo a ésta: "-Me voy a llevar a Paquita." "-¿A quién?- preguntóle sorprendida la Madre Cándida, continuando con sencillez: -De ninguna manera. ¿Estás viendo lo que están haciendo por nosotras y vas a hacer esa partida? De ninguna manera." Y así fué, que la dejó, sucediendo entonces que, cuando lo dicho pasaba en Toledo, dió a doña Francisca, en Madrid, un accidente del que los médicos y todos decían que no saldría, y sin saber cómo salió de él, asegurando los mismos médicos que aquello había sido un milagro. Vivió después doña Francisca dos o tres años más, debido a la intercesión de la Madre María Cándida.

     299.    Conservaba y cultivaba el agradecimiento respecto de sus bienhechores la Madre María Cándida, aunque se la hubiesen vuelto ingratos, pidiendo para ellos extraordinarios favores del Señor. El 26 de Agosto de 1860 murió del cólera la Madre Sor Facunda Pascual, Presidenta del convento de Toledo en que vivía la Madre Cándida. Con tal motivo, rogó ésta al Señor que a ninguno de sus bienhechores, aunque se le hubiesen vuelto ingratos, le diese el cólera o muriese de él; así se lo concedió, pues habiendo muerto tanta gente en Toledo, que algún día pasaron de ciento los muertos, a ninguno de dichos bienhechores le dió, o si alguno lo sintió no murió de él. Doña Juana Vizcaíno, que estaba entonces en dicha ciudad, fué testigo de lo dicho. Y lo mismo pidió y obtuvo para los bienhechores de fuera de Toledo.

     300.    Fué siempre la Madre María Cándida muy sumisa y respetuosa para con su Maestra y sus Prelados en Alcalá, y siendo ella Superiora tanto en Alcalá como en Toledo, manifestó  el mayor respeto a la autoridad eclesiástica y se sometió a sus disposiciones con rendido obsequio de súbdita deferente. Principalmente como fundadora de su convento de Valdepeñas y Superiora de las jóvenes que para dicho convento preparaba en Toledo, procedió siempre con la debida dependencia de los Superiores eclesiásticos.

     301.    Terminada, en cuanto estuvo de su parte, la fundación del convento de Valdepeñas, la Madre Cándida atribuyó al Señor, fuente y origen de todo bien, mucho más que a su concurso, aquella obra que tantos trabajos y padecimientos la había costado. Agradeciendo a doña Marta Gallego la ayuda que ella y sus parientes habían prestado para dicha fundación, dice que ésta es obra de Dios: "Sí, amada, suya es -escribe en 6 de Enero de 1861 a la citada señora-; nada tiene mío, no he hecho más que hacer lo que me ordenaba, por lo que doy por muy bien empleados mis padecimientos, que sólo se sabrán en la divina presencia. Alabemos a nuestro Dios por todo."


Correa de la Madre Cándida de San Agustín que se conserva en el convento de Valdepeñas


     302.    En cuanto a la virtud de la justicia, respecto de sus prójimos, nadie tuvo que quejarse de la Madre María Cándida, cumpliendo, como cumplía, fielmente sus compromisos. Esta virtud resplandeció especialmente en ella en todo el tiempo que duró la fundación de su convento de Valdepeñas para cuyas obras, comenzando por la adquisición del solar, tuvo que desembolsar crecidísimas sumas de dinero hasta poner el convento en condiciones de ser habitado y dejar la iglesia decorada y dotada de todo lo necesario y conveniente para el culto divino: a propietarios, operarios y artistas, sea personalmente, sea por medio de apoderados, satisfizo sus créditos con toda religiosidad, a costa, muchas veces, de grandes sacrificios. Lo propio hizo con el Gobierno, proveyendo para constituir la renta que éste exigía para conceder la licencia de fundación, mayor suma de dinero de la que era estríctamente necesaria.

     303.    Era la Madre María Cándida muy sencilla, sobremanera franca, de carácter alegre, sin salir de los límites de la moderación y compostura religiosa, y enemiga de toda tristeza con poco agrado del enemigo infernal, que también por esta causa la maltrataba. "Mucho siento, pichona -escribía el 1º de Diciembre de 1860 a doña Juana Vizcaíno-, tus padecimientos, que proceden de la tristeza que padeces, causada de los nervios, y el tiempo tan húmedo es muy malo para este padecimiento. Debes desecharla, hija mía, haciéndote superior. Amada mía, es cosa mala la tristeza, quita el gusto para todo. Así dicen los del rabo (los demonios) cazan almas. Yo les digo: No serán amigas de la virtud a las que engañéis; andar, embusteros. Me dieron un empellón que fuí a parar a una mesa; me di un gran golpe; se me ha quedado todo el lado resentido".

     304.    Con la franqueza y ternura de madre comunicaba la Madre María Cándida con sus hijas sus alegrías y sus dolores, alternando con ellas en santa fraternidad. Común era la alegría de los regalos que la Madre recibía de sus bienhechores. Así, por ejemplo, en 13 de Noviembre de 1860 escribía a doña Juana Vizcaíno, respecto de un regalo recibido de una señora: "La señora doña Clara estuvo en la función de San Diego. Ya me han dado las estampas, que están hermosísimas, y un cuadro con marco  dorado: está muy hechicero. Nos pusimos locas de contentas con el cuadro y las estampas. Dios, Nuestro Señor, la dé las gracias, que la deseo, a esa señora tan piadosa que tanto bien nos ha hecho. Dala un abrazo cuando la veas." Y en 10 de Enero de 1861 decía en carta a doña Marta Gallego: "Ayer recibí el cajón con los ricos mantecados y empanadas. ¡Si viera usted, amada mía, a mis hijas alrededor del cajón dándole vivas a usted! Yo de risa no podía valerme. Tuvimos un rato que hacía mucho tiempo no había reído con tanto gusto. La damos, amada mía, millones de gracias, con un Dios se lo pague muy grande. Me confundo al ver no lo merezco eso ni nada. ¡Viva Jesús!, en el que todo lo podemos."

     305.    Comunes eran también las tribulaciones en las dificultades que sobrevenían e impedían la traslación de la Madre María Cándida con sus hijas al idolatrado convento de Valdepeñas, y no poco participaban las hijas de los grandes dolores que soportaba la Madre por causa de las enfermedades y padecimientos, tanto naturales como sobrenaturales, a que el Señor la sometía, y que por mucho que ella disimulase no podía ocultarles del todo. Tratando alguna vez sus hijas de levantar el ánimo de la Madre en una grave enfermedad, y excusándose ella de no poder hacer tanto como aquellas deseaban, es fama que, agradecida u jovial, les preguntase. "-¿Habéis visto alguna vez danza de enfermos?".


____________________________________________________________________

       Desde este blog se ruega a todas aquellas personas que encomendándose a la  poderosa intercesión de la Sierva de Dios Madre Cándida de San Agustín, obtengan alguna gracia o favor, lo comuniquen a:

                                            Monasterio de San Diego de Alcalá

                                                               MM. Agustinas
                                               13300 Valdepeñas (Ciudad Real)
                                                                 - ESPAÑA -
                                                            Tf: 926 32 21 05

                    Quienes deseen ayudar, con sus limosnas, a la causa de canonización de la Sierva de Dios, y a los gastos de edición de libros, estampas y reliquias, para dar a conocer su vida y propagar su devoción, pueden enviar sus donativos a nuestro Monasterio, por giro postal o por transferencia Bancaria a la cuenta corriente número:

                                             POPULAR   IBAN  ES12 / 0075 / 0556 / 52 / 0700777973 

0 opiniones:

Publicar un comentario

Gracias por tu opinión sobre la entrada.

Si deseas incluir un enlace utiliza este código:

<a href="Dirección de tu página">Titulo del enlace</