APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE LA MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 3, 18

domingo, 14 de julio de 2013
                                            De  la  humildad


     319.    Tenía la Madre María Cándida de San Agustín un gran concepto de la virtud de la humildad. Aconsejando a un joven llamado Manuel Torres, sobrino de doña Juana Vizcaíno, que pidiese esa virtud a la Santísima Virgen, le decía en carta de 29 de Diciembre de 1859: "Un alma humilde es paciente, sufrida, mortificada, en una palabra, tiene todas las virtudes." Y ella toda su vida se ejercitó con especial esmero en esta celestial virtud.

     320.    Cuando salió de Valdepeñas para ser religiosa hizo mucho sentimiento  gran parte del pueblo, que la estimaban por sus singulares prendas y virtudes, y no podían contener el llanto; pero ella, con el concepto humilde que de sí misma tenía, decía: "-¿Por qué lloran, si yo no sirvo ni hago falta para nada?"

     321.    Siendo religiosa fué muy favorecida del Señor con gracias extraordinarias, que por mucho que ella lo procurase muchas veces no se podían ocultar, y una de las cosas que con más instancia pedía al Señor, era que no la concediese nada extraordinario exterior y que lo viesen las criaturas, para huir así del aprecio y alabanzas humanas. Cuando a pesar de sus diligencias se descubrían algunas de estas cosas se llenaba de confusión y de vergüenza, considerándose indigna de tales favores y procurando ocultarlos.

     322.    Con tal diligencia procuraba la Madre María Cándida ocultar sus virtudes y hechos prodigiosos, que su biógrafo, D. Manuel Raposo, que la trató y comunicó por espacio de doces años y medio, llegó a decir, después de narrar algunas cosas, que innumerables otras, que pasaron en Alcalá, quedaban en silencio por ser imposible saberlas.

     323.    Cuando la Madre María Cándida se trasladó de Alcalá de Henares a Toledo iba precedida de la fama de santidad. Al llegar a Illescas, cerca del convento donde iba a hospedarse, se aglomeró mucha gente que la aclamaba Santa y la pedían que rogase a Dios por ellos; pero ella en su humildad y sencillez decía: "-¿Por qué dicen eso y viene tanta gente? ¿Adonde esta la Santa?",  y así entró en el convento.


Puerta de la iglesia del convento de  Agustinas Concepcionistas  "las Gaitanas" de Toledo por donde entró 
Madre Cándida. 

     324.    También en Toledo la esperaba a su llegada mucha gente en la iglesia y portería del convento,  deseosa de verla, saludarla y abrazarla por el grandísimo aprecio en que la tenían; pero ella, huyendo de todos estos homenajes, se apeó del coche, entró en la iglesia, se fué derecha al presbiterio y al poco tiempo, por la puerta que está detrás del altar  mayor, pasó a la clausura del convento.

   325.  Recibida con grande aprecio y obsequiada por la comunidad de Agustinas Concepcionistas de Toledo, se llenaba de confusión y reconocía no merecer ese aprecio, bendiciendo por todo al Señor.  

     326.    En las enfermedades y padecimientos gravísimos a que el Señór hasta con milagros quiso someterla en expiación de pecados ajenos y alivio de las almas santas del Purgatorio, bendecía a Dios, porque le regalaba con tanta misericordia; y a pesar de que nunca perdió la inocencia bautismal, en medio de los agudísimos dolores que padecía, llena de humildad decía el 20 de Noviembre de 1860  a doña Juana Vizcaíno: "¡Pobre de mi si me diera según merezco por mis pecados! Bendito sea. Amén." 

      327.    En sus relaciones con los prójimos dió muestras la Madre María Cándida de grande humildad, sirviendo y ayudando a todos con gran caridad y paciencia para salvar las almas y soportando con tranquilidad de espíritu las impertinencias de unos y las ofensas e injusticias de otros.
                                                              
     328.    Respecto de sus mismas religiosas, se consideraba inferior a ellas. "La suplico nos encomiende a Nuestro Señor -escribía el 6 de Octubre de 1858 a la Madre Carlota-,  y cuente con nuestras oraciones; las mías nada valen, las de mis palomitas son muy santas; ¡hijas de mi alma!, no las merezco; me confundo al verlas tan buenas y yo tan mala. Nuestro Señor tenga misericordia de mí."    


Presbiterio  de la iglesia de las Agustinas Concepcionistas  "Las Gaitanas" de Toledo.   

 Puerta (a la izquierda de la foto y que está abierta)  por la que entró  Madre María Cándida de San Agustín
         

     329.         Resplandeció de un modo extraordinario la heroica humildad de la Madre María Cándida en el caso de que ella misma da cuenta a doña Juana Vizcaíno en carta de 15 de Noviembre  de 1860. Celebraba la Madre Cándida todos los años, con su pequeña Comunidad, la fiesta de San Diego y la comunidad de Agustinas Concepcionistas, en cuyo convento vivía, y alguna vez había sido, aunque por poco tiempo, presidida por la misma Madre, se propuso honrarla ese año del modo que ésta refiere con las siguientes palabras: "La víspera de San Diego, vinieron las monjas por la noche a visitarme, excepto una: salieron a llamarla. Cuando todas estaban me dijo la que manda tenía orden para que yo ocupara su silla. La di las gracias excusándome con mis padecimientos; pero viéndola tan empeñada la dije: Lo haré, hija mía, aunque me mortifique, sólo por complacerte. Una monja, que la pobre no puede disimular la envidia que tiene de mi, se acercó a mí y yo, creyendo que me iba a decir alguna cosa reservada, me arrimé a su oído: creyendo ella no la oían las demás me dijo cosas que jamás las he oído. Gracias a Dios, pudo haber muchos disgustos y oyó mis gemidos, concediéndome  no lo oyera la Jesús. La Presidenta la riñó mucho. Me asusté en términos que no se me ha quitado el temblor. La dije tranquilamente: Hija mía, que no iré a la silla; así que no tengas por eso esa rabia; además, aún soy más burra que lo que tú me has llamado; jamás has dicho una verdad más grande. Dios Nuestro Señor me dió este ratito para que las ánimas lo ganaran. No pases pena por esto".

                                              
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       Desde este blog se ruega a todas aquellas personas que encomendándose a la  poderosa intercesión de la Sierva de Dios Madre Cándida de San Agustín, obtengan alguna gracia o favor, lo comuniquen a:

                                            Monasterio de San Diego de Alcalá

                                                               MM. Agustinas
                                               13300 Valdepeñas (Ciudad Real)
                                                                 - ESPAÑA -
                                                            Tf: 926 32 21 05

                    Quienes deseen ayudar, con sus limosnas, a la causa de canonización de la Sierva de Dios, y a los gastos de edición de libros, estampas y reliquias, para dar a conocer su vida y propagar su devoción, pueden enviar sus donativos a nuestro Monasterio, por giro postal o por transferencia Bancaria a la cuenta corriente número:

                                             POPULAR   IBAN  ES12 / 0075 / 0556 / 52 / 0700777973                  



     




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