APUNTES BIOGRÁFICOS SOBRE LA MADRE CÁNDIDA DE SAN AGUSTÍN 4, 4

lunes, 19 de agosto de 2013
     374.    A finales de 1860 o principios de 1861 un hombre de Villa del Prado, llamado Manuel  Sampayo y por apodo el tío Collera, había ido con su mujer, Francisca Rodríguez, a visitar a la Madre María Cándida, a la que apreciaban sobremanera. Tratando de volver al pueblo y habiendo crecido mucho el río que tenían que pasar en su jumentillo, preguntaron a la Madre si podrían vadearle sin peligro, y ella contestó que sí. Llegados a la orilla encontraron mucha gente con toda clase de caballerías, que por la gran avenida no se atrevían a pasarle, habiéndose ahogado ya aquel mismo día dos animales. En esto dice la mujer al marido: "-Mira, ¿no ves al otro lado a la Madre que nos hace señas para que pasemos?" "-Sí-contestó-; pues vamos allá." Era ya tardecido y venía hacia ellos de donde estaba la Madre como un rayo de luz, señalándoles por donde debían pasar. Siguieron en su jumento la luz que los guiaba y pasaron el río sin novedad, desapareciendo en el acto la Madre. Fué este hecho muy ruidoso en el pueblo, en el cual se conserva todavía viva la memoria.


¿Mira, ¿no ves al otro lado a la Madre que nos hace señas para que pasemos?
     375.    Don Paz Gracía Valliano, farmacéutico de Villa del Prado, que visitaba casi todos los meses a la Madre María Cándida, manifestó a ésta una vez su deseo de ver a su madre difunta, y la Madre María Cándida le dijo que la vería, y que antes tendría un anuncio de ello. De vuelta en el pueblo, se vió cierto día en la mañana un resplandor tan grande dentro de su casa, que algunas personas creyeron que había en ella algún incendio; y por la noche, estando descansando, vió D. Paz a su madre en la gloria.

     376.    La esposa del mismo D. Paz, doña Joaquina García, solía ir a veces con su esposo a visitar a la Madre María Cándida, a la que apreciaba mucho. Pasados más de once años que no había vuelto a tener hijos, deseaba tener una hija; y en una de las visitas dijo la Madre María Cándida a D. Paz que tenía una grata noticia que comunicarle, y era que su esposa estaba en cinta y que daría a luz una niña; predicción que a su tiempo se vió comprobada con el nacimiento de la niña, a la cual en el bautismo pusieron el nombre de Petra.

     377.    Al P. Provincial residente en San Francisco el Grande, de Madrid, le escribió desde Alcalá, antes de que sucediese el degüello de los frailes el 17 de Julio de 1834, diciéndole que iban a matar a muchos religiosos y que viese de prevenir y evitar lo que pudiese. No la dió crédito y la contestó que no lo creía, que no podía ser lo que decía y que Dios no permitiría cosa tan horrorosa como la que le pintaba; y, sin embargo, sucedió después lo que la Madre le había anunciado y el mismo P. Provincial fué uno de tantos como degollaron.

     378.    Al Papa Gregorio XVI también escribió la Madre María Cándida varias veces lo que el Señor la mostraba y quería que le dijese. Una vez la hizo ver el Señor al Pontífice con la cara llena de lepra y se lo escribió. El Pontífice primero dijo: "-¡Si no tengo nada en la cara!"; pero luego cayó en la cuenta de que los males, representados por la lepra, que habían de venir sobre la Iglesia, de la cual él era la cabeza, los figuraba el Señor en su cara, haciéndola ver en esa forma.

     379.    Predijo la Madre María Cándida que Sor Benita sería elegida Superiora de las Descalzas Reales, de Madrid, pero que antes sobrevendría a la Comunidad un gran suceso; y, efectivamente, en la elección celebrada el año 1863 salió elegida Superiora dicha Sor Benita, y antes tuvo que lamentar la Comunidad una gran desgracia, esto es, el incendio de la iglesia del convento. La carta en que la Madre María Cándida anunciaba estos acontecimientos la conservaba la misma Madre Benita y se la hizo ver a un sacerdote para convencerle de esta profecía.

     380.    De la guerra carlista, que estalló después de la muerte de Fernando VII, anunció la Madre María Cándida varias cosas. A un sacerdote que,  cuando estaba en su mayor fuerza esta guerra, la preguntaba si se sentaría en el trono de España Don Carlos, le contestó que no, que era para Doña Isabel. Y haciéndola ver que iban ganando las tropas de Don Carlos y que, por tanto, era de esperar que éste se sentase en el trono, replicó: "-No se canse usted, Sr. D. N., que no lo verá usted." Al mismo Don Carlos le avisaba de lo que maquinaban los traidores, especialmente Maroto, respecto de aquellos seis generales que luego fusiló; pero Don Carlos no la hacía caso; antes solía decirle a Maroto: "-Mira, mira lo que me dicen de ti": con lo que Maroto se alteraba, respondiendo: "-Señor, esa es una mala voluntad, no puede ser que yo haga traición a  Vuestra Majestad." Maroto temía mucho a la Madre María Cándida, porque ésta le había escrito diciéndole claro cuanto hacía y lo que trataba de conseguir. Cuando Espartero y Maroto tenían tratado el convenio volvió la Madre María Cándida a escribir a Don Carlos, indicándole la vía que había de tomar huyendo a Francia para no caer en manos de sus enemigos, que le querían quitar la vida. Después la preguntó un sacerdote si por fin, Don Carlos, llegaría a reinar en España, y le contestó que no. Don Carlos, cuando ya estaba en Francia, escribió a la Madre María Cándida dándola gracias de los avisos que de ella había recibido y manifestando sentimiento de no haberlos seguido.

     381.    Manifestó el Señor a la Madre María Cándida con bastante anticipación la conspiración tramada en Francia contra Napoleón para cuando fuese a entrar en el teatro de la Opera de París, y quiso que avisase a la emperatriz Eugenia, su mujer, para que precaviesen y evitasen la desgracia, porque, aunque Napoleón era malo, convenía que siguiese en le Gobierno de Francia para evitar mayores trastornos en Europa. Tomadas todas las precauciones y llegado el día, la emperatriz Eugenia se vistió y dijo a Napoleón:"-Esta noche me voy contigo a la Opera, y si te sucede algo que nos suceda a los dos", quedando Napoleón admirado del valor y denuedo de aquella mujer que no reparaba en el peligro de acompañarle. Las bombas preparadas contra Napoleón, en efecto reventaron al entrar él en el teatro, pero no le causaron daño alguno.

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       Desde este blog se ruega a todas aquellas personas que encomendándose a la  poderosa intercesión de la Sierva de Dios Madre Cándida de San Agustín, obtengan alguna gracia o favor, lo comuniquen a:

                                            Monasterio de San Diego de Alcalá

                                                               MM. Agustinas
                                               13300 Valdepeñas (Ciudad Real)
                                                                 - ESPAÑA -
                                                            Tf: 926 32 21 05

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