que tienes en tu mirada
rayos de divina luz
y que al alma desolada
eres consuelo y salud.
Tu sierva María Cándida
te entregó su corazón
y ahora nuestras almas áridas
te piden tu compasión.
Qué gozos y qué consuelo
nos produces, bello Niño,
cuando al descorrer tu velo
nos sonríes con cariño.
A tu sierva María Cándida
la concediste tu amor
y ahora tú a los pecadores
les muestras el corazón.
Pero no todos ¡qué pena!
pueden ingresar en él,
porque olvidan en su lema
quien es su Señor y Rey.
¡Santo Niño, salva a España!
mírala con compasión,
y no dejes de tu mano
a esta cristiana nación.
Ernesto Caballero
niño de 12 años
0 opiniones:
Publicar un comentario
Gracias por tu opinión sobre la entrada.
Si deseas incluir un enlace utiliza este código:
<a href="Dirección de tu página">Titulo del enlace</